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 • HISTORICO

Frutos de mar, el amor en cada puerto chileno

Un recorrido entre pueblos, un volcán y dos ciudades tan diferentes como atractivas, Puerto Montt y Puerto Varas




PUERTO MONTT.- Junto a uno de los braceros con carbones rojizos que no paran de calentar cuerpo y alma, el pescador sonríe y hace la apuesta. La gana, claro: el mejillón es más grande que la palma de su mano.
La escena transcurre en el mercado Angelmó, que ofrece una pincelada de la identidad de esta ciudad con esas bandejas llenas de pescados y frutos de mar, bien frescos.
Frente a la caleta y a la isla Tenglo, la feria ocupa un pintoresco edificio de madera, sobre gruesos pilotes que se internan en el agua. Lugar de pescadores y pailas marinas humeantes, allí se abastecen los vecinos de los pueblos cercanos y se congregan los turistas deseosos de recorrer sus 150 puestos, abiertos de 8 a 19, donde se filetea el pescado a la vista del visitante.
La oferta, siempre del día, es amplia: merluza, pulpo, camarones, congrio, salmón fileteado (envasado al vacío si se quiere), erizos, picoroco, cochayuyo y mucho más, incluido un sector de frutas y verduras de todos los colores. En el primer piso, para los que quieren disfrutar de estas exquisiteces al plato, funcionan hasta pasada la medianoche varios restaurantes, chicos y simples, pero muy pintorescos, con ventanales al canal.
Por local hay unas pocas mesas, para no más de veinte comensales. Las dueñas cocinan a la vista y las mozas ofrecen gratis cebiches o pisco sour a modo de exquisito anzuelo, y alguna cueca que suena por allá es suficiente para lograr que la oferta sea tentadora. Allí, la variedad sigue siendo abrumadora: almejas, más salmón, centolla, pescado frito, consomé de curanto...
En el mismo predio funciona, de 9.30 a 18.30, una feria de artesanías donde se consiguen las típicas prendas de lana de oveja tejidas a mano (suéteres, gorros, medias chilotas, mantas y guantes), artesanías en rauli o alerce, cestería y bijouterie en lapislázuli.

Entre el ayer y el hoy

Puerto Montt, capital de la X Región, tiene unos 180.000 habitantes y se dirime entre el pasado, con una singular catedral de 1856 (su fachada es de madera de alerce), y el presente, con torres espejadas que cada vez ganan más protagonismo. Sin embargo, si se llega hasta aquí, además de recorrer esta pintoresca ciudad, el plan es salir a las rutas (en excelente estado) para recorrer un paisaje que fascina. Y en este programa, el volcán Osorno (2662 metros), que luce blanco por donde se lo mire y duerme desde hace más de 130 años, amerita una visita.
Para llegar a este ícono de la región hay que pasar primero por Puerto Varas, donde el legado alemán de los colonos venidos a estas tierras desde 1852 no pasa inadvertido. Por eso, no sorprende a la vera de la ruta internacional N° 225, camino a Ensenada, el imponente edificio del Colegio Alemán, con los colores de las banderas de ese país y la chilena, en una comunión que se mantiene desde aquellos primeros años. Al costado del camino, por suaves colinas llenas de verde, aparecen las hosterías y las casas de descanso, con sus ventanales al lago Llanquihue. De pronto, la capilla Santa Cruz, de paredes amarillas y techos rojos, con su cementerio al lado.
La ruta llega hasta Ensenada, a 45 kilómetros de Puerto Varas y a 14 del volcán Osorno, donde los cultivos de frambuesa y mora se hacen fuertes. Sin embargo, a este pueblo se lo conoce como Capital de la Murta, una baya no muy conocida que crece en la ladera de los volcanes y sirve para preparar riquísimos dulces, mermeladas y licores. No obstante, este vegetal endémico tendría otras propiedades no menos interesantes, sobre todo para las mujeres: sería un potente agente anticelulítico.

Agua esmeralda

Unos pocos kilómetros más adelante, el portal de acceso al Parque Nacional Vicente Pérez Rosales, el más antiguo de Chile (1926), invita a tomar el sendero peatonal, en medio de la selva valdiviana húmeda, con punto final en los saltos de Petrohué.
Este río (el Petrohué, lugar de humaredas en voz indígena), de casi 40 kilómetros, nace calmo en un extremo del lago Todos los Santos y desemboca en el seno del Reloncaví, frente a Puerto Montt, donde mezcla sus aguas con las del océano Pacífico.
Pero aquí cobra gran virulencia frente al mirador donde se produce un efecto especial: el contraste entre la espuma blanca del río y las rocas petrificadas de lava volcánica, negrísimas, que parecen recién lustradas cuando el sol las ilumina. Después, las aguas se calman al ingresar en una especie de pileta natural para convertirse en color esmeralda.
Pero la meta final es el volcán Osorno, que en 1835, en una de sus erupciones, tuvo como observador privilegiado al naturalista Charles Darwin, que reflejó su actividad en su bitácora. Ya en su base (1220 metros) se puede disfrutar con la vista de las laderas nevadas, la cumbre cubierta por glaciales y cortada como con un cuchillo. Sí, formando un cono casi perfecto que cubre todas las expectativas a la hora de imaginar el volcán perfecto.
Desde la confitería de este centro invernal, donde un chocolate caliente no viene nada mal, el paisaje es completo, con ese manto blanco de nubes que se mueve allí abajo. El regreso puede incluir un alto en uno de sus 50 cráteres secundarios. Totalmente vallado, esa formación sólo es usada por montañistas expertos, que en sus oscuros 35 metros de profundidad encuentran una buena dosis de adrenalina.
Por Julio Céliz
Enviado especial

Con recetas para el frío

A unos 20 km de Puerto Montt y con vista al lago Llanquihue, Puerto Varas crece sin pausa, aunque todavía su centro sigue siendo chico, de apenas cuatro o cinco cuadras, que a pie se recorren muy bien. Las casas más antiguas y características, siempre de madera, tienen un cartel en su fachada con el nombre de sus primeros dueños, alemanes, claro (Casa Kuschel, Casa Jupner). La iglesia católica Sagrado Corazón de Jesús vale una visita: se construyó en 1915, inspirada en una iglesia de Selva Negra. Tiene tres torres, techos rojos y paredes de madera de pellín y chapa.
A esta altura del año conviene traer buen abrigo y prendas impermeables (llueve un promedio de 240 días al año). Pero a no preocuparse: hay buenas recetas para hacerle frente al frío. Hablamos de un buen vino o del famoso pisco sour. Claro que el mismo fin se obtiene con algunos clásicos de la gastronomía local, como el consomé de camarones con queso, las cazuelas de congrio o los curantos, con su batería de picoroco, longaniza y papas, entre otros alimentos.
Con unos 34.000 habitantes, Puerto Varas, donde el kuchen y el strudel se promocionan en sus rutas como gaseosas, ha tenido en los últimos años un gran impulso gracias al turismo. En parte, producto de la reconversión agrícola en turística, lo que originó la llegada de visitantes de mayores ingresos. De hecho, desde 2008 abrieron varios hoteles 4 y 5 estrellas, como Solace, Colonos del Sur, Meliá Patagonia, Cumbres Patagónicas y Hotel de los Volcanes. Este último cuenta con un casino, grande, moderno y concurrido. La movida nocturna se limita a locales como Urbano Pub, que reúne a gente joven, y Barómetro, para un público más grande. También hay bares muy pintorescos, con mesas que relojean al lago. Es el caso de Mi Cuba, cuya dueña, Noalys Hernández, cubana, claro, encontró aquí su lugar en el mundo, entre la nueva trova cubana y un par de platos típicos de la isla.

DATOS UTILES

Cómo llegar

Sky Airline tiene vuelos Buenos Aires-Santiago/Puerto Montt (desde allí se realiza el cruce fronterizo a la Argentina; no incluido en el precio final) y Bariloche/Buenos Aires, desde 535 dólares, con tasas e impuestos incluidos. Frecuencia: todo el año, entre tres y cinco vuelos diarios. Validez de la tarifa hasta fines de diciembre, salvo en julio. Consultas y reservas: skytours@skyairline.cl; más información: www.skyairline.cl

Dónde dormir

  • Una buena opción es el hotel Solace (habitación doble desde 150 dólares); www.solacehotel.cl
  • Otras posibilidades son el Gran Hotel Colonos del Sur, Meliá Patagonia, Cumbres Patagónicas, Cabaña del Lago y el Hotel de los Volcanes.

Delicias en Angelmó

  • Los restó de este pintoresco mercado ofrecen una gran variedad de platos: almejas, por 4000 pesos chilenos; salmón, 3500; centolla, 9000; consomé de curanto, 3000, y cerveza de lata, 800. En la feria artesanal se consiguen, por ejemplo, suéteres de lana de oveja tejidos a mano por 12.000, aunque el regateo es una constante. Un peso argentino equivale a 140 pesos chilenos, aproximadamente.

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