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 • HISTORICO

Kive Staiff en Alemania




Hace casi un año, después de dos al frente del Teatro Colón, Kive Staiff asumió como director general del Teatro San Martín. Aunque en verdad fue una vuelta: antes, en dos períodos diferentes, ya había ocupado ese cargo.
El lugar del que elige hablar también es un punto de regreso. "Vuelvo siempre a Alemania, por una cosa o por otra. Es un lugar que me parece siempre interesante, contradictorio, un lugar que ha dado nacimiento a las cosas más interesantes y a la vez más crueles de este siglo.
"Siento eso sobre todo en Berlín, una ciudad con la que me siento profundamente ligado. La siento un vivo testimonio de mi tiempo, como si ahí estuvieran marcadas las huellas de la época que me tocó vivir, la historia de la que soy contemporáneo: la persecución a los judíos, el ascenso de Hitler al poder, los acontecimientos y personajes de la Segunda Guerra Mundial." Dice Kive S. que durante toda su vida no ha dejado de leer al respecto, y que algo de esas lecturas se complementa con sus viajes a la república alemana. Su primer viaje fue en 1969, cuando él era jefe de redacción de la revista Análisi" y tuvo que cubrir la campaña que lrealizaba la socialdemocracia para instalar en el poder a Willy Brandt. En un intervalo de la campaña se escapó a Berlín.
"Me acuerdo de ese primer viaje: ese cruce al que entonces era territorio de la República Democrática Alemana fue para mí como una escena teatral, toda una escenificación de lo que significa pasar al otro lado.
"Berlín me deslumbró ésa y todas las otras veces: ahí confirmé que la gran ciudad luz de este siglo no es, como nos han querido hacer creer los franceses, París, sino Berlín. Hay que tener en cuenta, además, que las grandes transformaciones estéticas e ideológicas de este siglo han surgido de Alemania." Hoy, mientras el Teatro San Martín prepara para abril una puesta de Galileo Galilei , de Bertolt Brecht, que será dirigida por Rubén Szuchmacher, Kive S. cuenta que, justamente, una de las cosas que más lo impresionó de ese Berlín del otro lado fue el Theater am Schiffbauerdamm, sede desde 1954 del Berliner Ensemble, teatro fundado y dirigido por Brecht y Helene Weigel, su mujer.
"Me acuerdo que en aquella ocasión llegué en tren al corazón de Berlín oriental y que desemboqué en Unter den Linden, conocida como el paseo de los tilos . Se trata de una calle que fue trazada en el siglo XVIII y que en un momento de su historia fue considerada la más bella de Berlín.
"Me pareció una avenida tan grande, tan vasta, con la Puerta de Brandenburgo detrás, esa enorme construcción neoclásica que mide casi treinta metros de altura."
En ese Berlín también, dice Kive S., se sintió atraído por la construcción neoclásica de la Universidad Humboldt, que en un principio fue residencia del príncipe Enrique, hermano de Federico, y que albergó a muchos de los nombres que fueron premio Nobel.
"Cuando veía esas casas oscuras, en las que todavía se podían observar rastros de metrallas, y la gran sinagoga destruida, que sólo ahora está por ser remodelada, no pude evitar que se me hiciera muy presente toda la fantasmagoría de Hitler, todo ese costado oscuro, toda esa contradicción alemana de la que no me puedo consolar.
"Pensar que esa misma sociedad que pudo caer en el nazismo es también el punto del cual surgieron hombres como Schiller, como Goethe, como Beethoven."
En Bonn, que fue durante 40 años capital de la Alemania Occidental, Kive S. visitó la casa de Beethoven.
Incluso más que el piano, dice que lo conmovió ver los audífonos con los que el músico intentaba luchar contra su sordera. Que los audífonos eran cada vez más grandes y que le parecieron una especie de testimonio de una pasión que lucha por imponerse.

La lección de piano

En otro de sus viajes, Kive S. era director del Teatro Colón. Entonces fue con Bruno Gelber hasta Hamburgo, donde iban a elegir el piano de cola completa que el teatro compró en 1997.
"Hamburgo es un remanso; a pesar de ser uno de los puertos de actividad comercial más importantes del mundo es una ciudad serena, tranquila.
"Uno puede caminar al borde del lago y sentirse en paz, creo que es una de las pocas grandes ciudades del mundo donde todavía se percibe la escala humana, donde hay espacio, las veredas son anchas, los tiempos se respetan. Uno no se siente devorado por un monstruo como en tantas otras.
"Fuimos con Bruno a la fábrica de pianos Steinway, donde ya habíamos hecho una cita. La abrieron especialmente para nosotros un sábado, y cuando llegamos nos hicieron pasar a un salón donde ya habían seleccionado dieciséis pianos para que Bruno eligiera uno entre ellos.
"Bruno decía que ninguno le convencía: que en uno le gustaba la agilidad, pero no la sonoridad, y en otros se producían otro tipo de combinaciones que tampoco lo terminaban de convencer. Entonces, el gerente de la fábrica nos hizo pasar a los talleres donde estaban los pianos sin terminar. Un lugar con un espacio y una presencia increíbles.
"En una sección estaban las maderas, en otra todos los mecanismos; más adelante llegamos a un lugar donde había una serie de pianos que apenas tenían diez días de existencia.
El gerente le sacó la funda a cuatro y, finalmente, fue uno de ésos el elegido por Bruno."

La identidad de un siglo

Kive S. se crió en una familia judía que nunca fue propensa a ningún tipo de ortodoxia, pero que se encargó de mantener claros algunos conceptos básicos del judaísmo.
Dice él que con el paso de los años, el ejercicio del periodismo y la absorción que las palabras suelen ejercer sobre ciertas personas, muchos de esos conceptos se fueron desdibujando, trocando.
"Sin embargo, así de paradójico como puede sonar, creo que es en esos viajes a Alemania donde me vuelvo a encontrar con esos conceptos de mi identidad judía. A veces, incluso he visitado lugares que precisamente tienen que ver con el destino del pueblo judío.
"En un viaje desde Munich a Dachau, por ejemplo, me detuve en los restos de lo que fue el primer campo de concentración alemán, donde todavía quedan algunos hornos crematorios y algunas de las barracas donde dejaban a los prisioneros.
"Ahí también hay un museo donde se ve el periplo de Hitler y su llegada al poder, y también se pueden consultar los libros en los que se dejaba constancia de la entrada en el campo de los prisioneros con una meticulosidad pasmosa."
Kive S. vuelve y no puede dejar de repensar toda su historia personal y la de la humanidad en general. Alemania tiene algunas claves para comprender un siglo que a veces se resiste a permitir esa operación de la inteligencia.

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