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 • HISTORICO

Guía para no perderse en Tokio

Barrio por barrio, un tour por lo mejor del área metropolitana más poblada del mundo, en algún punto entre la modernidad y las tradiciones milenarias


En una urbe récord, estas seis esquinas de Shibuja son consideradas el cruce peatonal más transitado del planeta

En una urbe récord, estas seis esquinas de Shibuja son consideradas el cruce peatonal más transitado del planeta - Créditos: Shutterstock



Hay un punto en este planeta que habitamos que se distingue por sus contrastes, un lugar donde la esencia oriental convive con buenas y malas expresiones de cuño occidental, y la modernidad puede transitarse con ropas tradicionales de origen milenario. Ese aleph que combina opuestos sin provocar chirridos se llama Tokio, cuya área metropolitana es el núcleo urbano más poblado del mundo, con 36 millones de habitantes.
La ciudad se llamaba Edo hasta que en 1868 se convirtió en la capital nipona durante la restauración Meiji. Desde ese momento lleva su nombre actual. La visitan 14 millones de turistas al año y los tokiotas esperan llegar a 20 millones para 2020, cuando la ciudad sea sede de los Juegos Olímpicos.
Templos muy antiguos, edificios ultra modernos, palacios imperiales, shoppings de marcas internacionales, sumo, karaoke, kabuki, sushi, mercados, cerezos en flor, museos, barrios trendy o tradicionales, kimonos o electrónica? En los 23 barrios que componen esta ciudad hay todo eso. ¡¿Qué ver?!
La respuesta a esa pregunta sólo la tiene cada viajero. Sus gustos y básicamente el tiempo que le dedique a Tokio determinarán el itinerario. Lo único que sería criminal perderse es esa atmósfera única en el mundo, donde el alocado frenesí de una ciudad superpoblada y workalcoholic se complementa con una rigurosa disciplina de discreción y silencio. Ese aire tan único, tan japonés, tan alejado de nuestra latina extroversión. Eso es lo que se respira en cada rincón de Tokio, siempre.

El festival de la naturaleza

Con pequeñas variaciones según la latitud, todo Japón vive un momento especialísimo durante el cherry blossom (floración de los cerezos), en la última semana de marzo y la primera de abril. En Tokio el estado de ánimo colectivo también estalla. Es tal la pasión de los japoneses por ese acontecimiento que en esos días se lanzan a sacarse fotos junto a las flores de sakura, hacen picnics en su entorno, los jóvenes visten ropas tradicionales y las vidrieras tienen diseños alegóricos.
A tal punto es esperada esa fiesta que la contemplación de los japoneses por los cerezos tiene un nombre: hanami. Quien piense visitar el país en esa época debe prever con anticipación sus reservas, ya que suele haber dificultades de disponibilidad por el movimiento turístico.
¿Adónde ir a ver los cerezos en Tokio? Un lugar clásico es el Parque Asukayama, en el barrio de Kita, donde cada año florecen unos 650 cerezos. Ese sitio tiene una historia singular. Los primeros cerezos de Japón florecían sólo en los palacios de los nobles de mayor linaje del país, fuera de la vista del pueblo. Fue Yoshimune Tokugawa, el octavo shogun de su dinastía, quien en ese lugar abrió sus jardines al disfrute público por primera vez. De paso se pueden visitar allí tres museos, entre ellos, el famoso Museo del Papel.
Otro paseo típico es el recorrido del río Meguro, en el barrio Nakameguro. Al cauce encerrado por altos muros lo bordean filas interminables de cerezos (unos 800) cuyas flores pintan un paisaje majestuoso. Son casi cuatro kilómetros de ese cuadro imponente que, además, se ilumina durante la noche.
Parte de los jardines del Palacio Imperial (residencia del emperador) se abren al público. En ese sitio, considerado imperdible para cualquier viajero, se reúnen locales y visitantes para recibir la primavera que tan coloridamente anuncian los cerezos.
Éstos son algunos de los sitios más concurridos. Pero, aunque no se vaya a esos lugares, nadie se pierde la fiesta. Hay cerezos en todo Tokio.
Cerezos en flor, todo un espectáculo

Cerezos en flor, todo un espectáculo - Créditos: Corbis

El Palacio Imperial

El Palacio Imperial o Kokyo está en el centro mismo de Tokio. Allí vive la familia imperial, que no se deja ver con frecuencia, salvo dos días: el 2 de enero, cuando el emperador Akihito saluda a la multitud con motivo del año nuevo desde un balcón, detrás de un cristal, y el 23 de diciembre, día de su cumpleaños. En esas ocasiones el pueblo tiene la oportunidad de ver los jardines internos de la residencia.
El Palacio -reconstruido después de la II Guerra Mundial- está exactamente en el emplazamiento original del Castillo de Edo de los shogun Tokugawa, que dominaron Japón desde 1600 hasta 1867. La foto típica de todo turista es la del puente Nijubashi, que conduce al Palacio sorteando el gran foso de agua que lo circunda y en el que abundan los cisnes.
Los jardines del Este permanecen abiertos al público y muy raramente -acaso con los cerezos en flor- se abre la calle interior Inui. Son seis cuadras de árboles majestuosos, que conectan las puertas Sakashitamon y Inuimon.
Muchos tokiotas eligen los jardines circundantes para hacer deportes. El recorrido de cinco kilómetros invita a correr. Algunos corrillos no confirmados dicen que de vez en cuando puede verse corriendo a Su Alteza Imperial el Príncipe Heredero Naruhito.

Templos y santuarios

Santuarios y templos hay por doquier en Japón. Budistas y sintoístas. Para el profano no es fácil diferenciarlos. Los templos budistas suelen terminar en ji pero algunas veces eso no ocurre, como en el caso del Byodin en Uji, cerca de Kioto. Lo más seguro es mirar la imagen venerada. En los templos budistas es un buda y en lo sintoístas ya no hay una figura sino objetos, generalmente alusivos a la naturaleza, que podemos observar en pequeños altares de madera.
De todos modos es muy frecuente que el pueblo japonés adhiera a ambos cultos a la vez, sin sufrir contradicción alguna.
En Tokio el barrio que contiene más sitios religiosos es Asakusa y el más visitado es Senso-ji, un templo budista dedicado al bodhisattva Kannon.

Barrio por barrio

La densidad poblacional de Tokio alcanza los 14 mil habitantes por kilómetro cuadrado, casi dos veces más que Nueva York. Eso genera la existencia no de uno sino de muchos centros y barrios diferentes por sus pobladores y su atmósfera.
SHIBUJA: concentra una cantidad increíble de negocios, restaurantes, confiterías y jóvenes en busca de diversión. Frente a la estación de trenes y colectivos se encuentra el cruce peatonal más concurrido del mundo. En ese punto convergen seis calles. La multitud se agolpa en cada esquina. Las sendas peatonales cruzan transversalmente y en diagonal. De pronto los semáforos impiden el tránsito vehicular en todos los sentidos y los peatones se lanzan en cualquier dirección. Los turistas graban las cabriolas de la maraña humana para no chocarse.
En ese barrio se encuentra además la colina de los love hotels, hoteles alojamiento para parejas, temáticos y tan excéntricos que suelen ser visitados por curiosidad, más allá de los menesteres para los que fueron concebidos.
SHINJUKU: el más importante centro comercial de Tokio y también la sede del gobierno metropolitano, cuyo edificio se conoce como Toch?. Desde el observatorio en el piso 45 se ve el volcán Fuji Jama si el día es diáfano.
Tiene además la estación de trenes más concurrida del mundo: tres millones de personas a diario. En el hall, hay agentes que dirigen el tránsito? peatonal.
AKIJABARA: dominio de la cultura otaku, cuyos seguidores son fanáticos de determinadas estéticas. También, buen lugar para comprar electrónica.
GINZA:sede de los más sofisticados comercios. Es la zona más cara. Suele comparársela con la 5» avenida de Nueva York.
TSUKIJI: su Mercado de Pescado se transformó en un must para cualquier visitante. Son tantos los turistas que van a ver la comercialización, especialmente del atún, que para no interferir en las actividades propias del lugar no se permite visitarlo hasta las 9 de la mañana, a pesar de que la actividad comienza varias horas antes. En su entorno muchos pequeños locales ofrecen el mejor sushi del mundo.
MINATO: allí está la zona más concurrida por sus bares, Roppongi. También, la famosa Torre de Tokio, con un centro comercial en su base y templos y jardines tradicionales alrededor.
SHIMOKITAZAWA: barrio de pequeños comercios con producciones artesanales o de segunda mano, calles estrechas, bares y viandantes desprejuiciados.
DAIKANYAMA: barrio trendy por excelencia. Es también asiento de casas elegantes y residencias de embajadas. Para caminar el barrio por donde se debe siga este recorrido: Hachiman-dori hacia Shibuya, la calle Kyu Yamate-dori hacia Komaba y la calle Komazawa-dori hacia Ebisu.
MARUNOUCHI: entre la Estación de Tokio y el palacio Imperial. Es el distrito financiero de la ciudad. Se lo conoce también como Icho London por sus edificios de corte occidental, que imitan la calle Lombard de Londres. Abundan los restaurantes, tiendas y galerías de arte.
GOLDEN GAI: el barrio más raro, con unos 200 bares tan pequeños que no admiten más que cinco clientes. A veces, en planta alta, con escaleras tan estrechas que hay que subir de costado. Se puede tomar algo y comer sencillo. Lo principal es la conversación, entre los parroquianos y con los bar tender, que suelen ser personajes curiosísimos. Por eso algunos no aceptan a quien no habla japonés. También piden no sacar fotos. Pero las tentaciones se vencen cediendo a ellas, decía Oscar Wilde.
La urbe futurista y rituales como la floración de los cerezos conviven en armonía

La urbe futurista y rituales como la floración de los cerezos conviven en armonía - Créditos: Corbis

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