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 • HISTORICO

La segunda vida de Villa Epecuén

Hace 30 años quedó bajo las aguas del lago Epecuén; hoy, junto con la vecina Carhué buscan resurgir con turismo termal y otras propuestas




El antiguo matadero abandonado hace años y a la espera de un futuro mejor

El antiguo matadero abandonado hace años y a la espera de un futuro mejor - Créditos: Silvana Colombo

Viviana muestra una pila de escombros cubierta por una costra de sal: "Aquí estaba mi casa. Cuando el agua empezó a subir, mi padre fue el último en irse. Ayudó a los vecinos a empaquetar sus cosas y subirlas en los vagones del tren en la estación. Así quedaron nuestra casa y las de nuestros vecinos". Su vista se pierde en este damero de escombros, que se desvanece en la bruma de una mañana de invierno. La vista no alcanza hasta más allá de un par de cuadras. Pero a medida que se avanza caminando por lo que fue la calle central del pueblo, aparecen otras manzanas de escombros, todas iguales y todas diferentes. Estamos en Villa Lago Epecuén, o mejor dicho, lo que queda de Villa Lago Epecuén.
Además de Viviana Castro, en 1985 en el balneario había unos 1000 habitantes, que recibían hasta 5000 personas por día en plena temporada, entre diciembre y marzo. Desde los años 40 Epecuén era el segundo destino turístico de la provincia de Buenos Aires, un puesto que ocupaba en lugar de Carhué, la vecina ciudad donde todo empezó pero que quedó atrás por no estar construida al borde del lago. Paradójicamente, ese detalle que la dejó en segundo plano fue el que la salvó en 1985. Epecuén, como si fuese una Atlantis pampeana, se ahogó bajo las aguas del lago mientras Carhué pudo contenerlas y desde hace unos años volvió a ?orecer, convirtiéndose en el destino de turismo termal que ya era a principios del siglo XX.

Ruinas y flamencos

En la historia de Carhué y de Villa Epecuén, como en la de Viviana y sus antiguos vecinos, el lago lo dio todo y lo quitó todo. Viviana hoy organiza salidas y visitas a las ruinas del balneario y avistajes de ?amencos en torno de la laguna. Por supuesto nada es como antes, pero después de haber vivido más de veinte años bajo la amenaza de la crecida Carhué se vuelca nuevamente -lenta y tímidamente- al turismo. Mientras tanto, ya son varios los hoteles que ofrecen baños termales en sus piletas. Hace un siglo, los turistas eran llevados a lomo de mula hasta la laguna; hoy, en cambio, pueden disfrutar de modernos spa con completos circuitos de agua en los principales hoteles de la ciudad y en un complejo de cabañas y camping.
¿Carhué-Epecuén o Epecuén-Carhué? La historia es muy intrincada y marcó los espíritus. Todos los que tienen 30 años o más se acuerdan perfectamente de ese día, el 10 de noviembre de 1985, cuando el agua lo cambió todo. Viviana explica que al principio el centro turístico era Carhué, donde en los años 20 ya había muchos hoteles para recibir a los porteños en busca de cura en las aguas del lago. Por entonces, el pueblo era muy joven: se había fundado algunas décadas antes en torno de un fuerte que defendía la zanja de Alsina y la frontera del desierto. La villa balnearia de Epecuén nació en realidad como una alternativa a Carhué, directamente a orillas de la laguna, para evitar el traslado en mula. Fue un éxito inmediato, y de tal magnitud que en los años 50 ya no quedaba ningún hotel en Carhué, mientras el balneario no paraba de crecer.

La laguna de las curiosidades

Bahía de sal sobre el lago Epecuén, que tiene propiedades curativas

Bahía de sal sobre el lago Epecuén, que tiene propiedades curativas - Créditos: Pierre Dumas

Las aguas del lago Epecuén ya eran conocidas por los tehuelches. Son muy saladas y ricas en minerales; el fango de sus orillas también tiene ciertas virtudes curativas para la piel. Un primer estudio realizado en 1886 mostró que las aguas del lago son diez veces más saladas que el océano y tienen una densidad similar al del mar Muerto en Israel. De hecho en las piletas de los hoteles, que son llenadas con agua del lago transportada en camiones, se puede ?otar sin hacer ningún esfuerzo. Sin embargo sus virtudes curativas no las hacen termales, de modo que cada hotel y spa las calienta en grandes calderas. En las ruinas de Epecuén se pueden ver algunas de estas calderas, grandes boyas de metal oxidado que emergieron de entre los escombros y ?otaron a veces durante kilómetros, para encontrarse en medio del campo ahora que las aguas bajaron.
No es la única curiosidad que tiene la laguna. Como sus aguas son muy saladas, no tiene peces, pero sí una gran concentración de artemias salinas: los que fueron chicos en los 70 recordarán aquel boom de los seamonkeys, que estuvieron de moda en aquellos años y no eran otra cosa que este raro crustáceo capaz de una supervivencia extraordinaria. La artemia salina, que puede vivir en aguas como las de este lago, es la comida preferida de ?amencos australes, de tono muy rosado, que forman allí una de las mayores colonias de esas aves conocidas en el continente.
De hecho, durante las salidas organizadas por Viviana hasta las ruinas de una fábrica de sulfato destruida por la inundación se puede ver un sinfín de puntitos rosados sobre toda la superficie del lago. Junto a ellos hay macás plateados, faralopos y otras aves acuáticas -algunas de ellas migratorias que vienen desde el hemisferio norte-. En el camino y en el bosque de caldén nativo, que sobrevivió en una amplia zona lindera al lago, se pueden ver lechuzas, halcones y varias especies de aves de pastizal además de huellas de zorros, que abundan en la región y son los principales predadores de los flamencos.
Artemias, flamencos, salinidad extrema. La laguna de Epecuén va por más y desde que las aguas volvieron a bajar, se empiezan a ver de nuevo playitas y pequeñas bahías cubiertas de blanco. De lejos, parece nieve. De cerca es como una espesa capa de sal gruesa que se forma en los lugares más protegidos de la costa. Son cristales de sulfato, que no hay que confundir con sal gruesa. "Como la salinidad estaba muy diluida cuando la laguna creció -explica Viviana-este fenómeno ya no se veía, y es algo relativamente nuevo que volvemos a ver solamente desde hace poco más de un año. Hace algún tiempo, unos vecinos hicieron un asado a orillas del lago y le tiraron este sulfato creyendo que era sal...".
Quien sí utiliza las aguas del lago y sus sales y minerales es María Cecilia Audisio, pero no para ?nes culinarios sino estéticos. Desde hace varios años tiene el único emprendimiento de productos de belleza a base de aguas y barros del Epecuén. Con los años pudo demostrar las virtudes reales de sus productos, que fabrica y envasa artesanalmente en su laboratorio de Carhué y vende en su local y en el hotel Epecuén, el más moderno y el más grande de toda la ciudad. Cuenta que "son productos desin?amatorios, antisépticos y con excelente resultados en el cuidado de la piel y el tratamiento del acné. Empecé a fabricar jabón con el fango del lago y amplié mis productos con el tiempo". Con sus 20 años de experiencia, muchos clientes que pasaron por Carhué le encargan productos y tiene una suerte de delivery de cosmiatría que llega a todos los rincones del país. Uno de los más pedidos es el agua madre del lago, esterilizada y estabilizada. Dos cualidades que las aguas no tuvieron aquel 10 de noviembre 1985, cuando sumergieron totalmente Epecuén y amenazaron por veinte años el centro mismo de Carhué.

Datos útiles

Cómo llegar. Por la RN 65 (desde Daireaux) o la RN 33 (desde Trenque Lauquen o Bahía Blanca. Por avión desde Bahía Blanca (a 200 km). Varias empresas de micros de larga y mediana distancia conectan Carhué con Buenos Aires y otras ciudades.
Visitas y souvenirs. Los productos de María Cecilia Audisio. Su local está en Mitre 843, en el centro del pueblo.
Para salidas de avistamiento de flamencos, paseos interpretativos y visitas al balneario de Epecuén: Viviana Castro, (02923) 15 486478.
Los dos museos (el Museo Regional Dr. Adolfo Alsina, la casa de la ultima fortinera y el Museo de Villa Lago Epecuén) son de entrada libre y gratuita.
Dónde alojarse. Hay varios hoteles en Carhué. El más completo es el Hotel Epecuén (4 estrellas). Tiene un circuito completo de aguas termales y una pileta cubierta abierta todo el año. www.epecuenhotel.com.ar
Un consejo: cuando el cielo está despejado, hay hermosas puestas de sol sobre la ciudad. Desde el quinto piso del Hotel Epecuén se puede ver el cielo colorido de rojo detrás de la torre del palacio municipal y el campanario de la iglesia, ambos iluminados.
En Internet: www.termasdecarhue.gov.ar

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