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 • HISTORICO

Lobos sueltos y orcas desatadas, en Península Valdés

En la costa, una locación especial para avistar un curioso fenómeno de la naturaleza, durante la pleamar: los varamientos de estos cetáceos para cazar crías de lobos marinos




Es el tiempo de los vientos frescos, cuando el mar patagónico parece aún más vasto y el cielo de las tardes tiene el color del vino tinto. Agachado sobre el pedregullo de la orilla, con la vista fija en el agua salada, Héctor Casín espera la llegada de las orcas. Como cada vez que comienza el otoño, se arma de paciencia hasta ver las aletas negras serpenteando entre las olas que rompen cerca de las colonias de lobos marinos de la punta norte de Península Valdés.
"Ahí llegan", anuncia Casín alzando la voz apenas lo suficiente como para que el grupo que lo acompaña prepare los ojos y las cámaras. Entonces, las orcas se lanzan sobre los lobos más pequeños, varan sus pesados cuerpos en la costa y abren las bocas repletas de filosos dientes. A los débiles quejidos le sigue un inconfundible olor a sangre.
A Héctor Casín le dicen el Turco. Su rostro de ojos profundos y nariz prominente podría ser el de cualquier vendedor de especias exquisitas o cacharros repujados de algún mercado callejero de Estambul. Sin embargo, ha nacido en el sur de la Argentina y trabaja desde hace casi un cuarto de siglo como guardafauna en Península Valdés, ese inconcebible paraíso de especies marinas al nordeste de Chubut.
Su pasión por los animales patagónicos se hace palpable cuando enfatiza las palabras para hablar de las descomunales ballenas francas que saltan sobre el agua arqueando sus lomos, de los chaplinescos pingüinos que marchan torpes sobre las playas desiertas o de los pesados elefantes marinos que defienden sus territorios a dentelladas en la época del apareamiento. Sin embargo, nada logra agigantar más la voz del Turco Casín que los relatos sobre orcas.
"Si bien es posible ver orcas en Valdés durante todo el año, el mejor momento es el corto lapso que va entre el fin de marzo y el comienzo de abril, ya que en esa época se acercan a la orilla para capturar las crías pequeñas de lobos marinos que recién empiezan a hacer sus primeras inmersiones en el mar. Para estas capturas, las orcas utilizan una técnica de varamiento intencional durante las mareas altas para llegar hasta la costa, aprovechando canales que quedan sumergidos por el agua", explica Casín, quien como guardafauna tiene la misión de acompañar a los fotógrafos y documentalistas que se acercan a la zona.
El avistamiento cercano de los varamientos se realiza en la zona de Punta Norte de Península Valdés y frente al llamado canal de Ataques, que es una hondonada de casi 80 metros de ancho cavada entre las restingas, que se cubre de agua durante la pleamar. Para hacer estos avistamientos se requieren ciertos permisos que deben solicitarse con mucha anticipación. Los grupos de avistamiento son pequeños, nunca tienen más de una docena de personas, y se ubican a una distancia prudencial de la colonia de lobos marinos de la costa, sobre el canal de Ataque. "Yo me ocupo de asesorar y controlar al grupo, vigilo que se respete la distancia con los lobos y voy informando sobre la aproximación o no de las orcas", detalla el Turco.

Expertos cazadores

Las leyendas han hecho de la orca un animal temible. En tiempos pretéritos, cuando los océanos podían llevar a los navegantes hasta los bordes mismos del mundo conocido, donde las aguas se despeñaban al vacío, se dijo de ellas que eran seres malignos que vagaban como ballenas asesinas en los mares durante los veranos y se convertían en osos enormes en los inviernos, haciéndose dueños de bosques de los que ningún hombre podía salir vivo.
"La orca es una especie cazadora y carnívora que raramente ataca a los seres humanos. Usualmente se alimenta de especies más pequeñas, como lobos marinos, tortugas marinas, pingüinos, salmones o bacalaos, y en ciertas ocasiones se organiza en grupos para cazar animales de mayor tamaño, como tiburones blancos y ballenas. Pero el hombre no está en su lista de víctimas", dice Casín mientras mira alejarse a las orcas que, luego de vararse un par de veces en la costa, vuelven al mar profundo. En la colonia de lobos retorna la calma. "Van a regresar", anticipa el Turco.
En Punta Norte, en el extremo septentrional de Península Valdés, hay una docena de colonias de lobos marinos que llega a agrupar hasta seis mil individuos durante la temporada reproductiva. A poco de nacer, en marzo y abril, las crías comienzan a salir al mar en las aguas cercanas a los apostaderos, sin alejarse de los mismos e intentando mantenerse en aguas poco profundas. Es entonces que las orcas se aproximan a las orillas para capturarlos. La marea alta y la inexperiencia de los lobitos son sus aliados incondicionales.
"En cada día hay dos pleamares, separadas por intervalos de seis horas de mareas bajas. Las orcas necesitan que el agua suba para poder acercarse hasta las colonias y en los ataques se impulsan hasta la orilla, donde quedan varadas por un instante para luego volver a sumergirse. Es una técnica de caza muy difícil, ya que las orcas son cetáceos muy pesados, con enormes cuerpos de hasta diez toneladas", precisa Casín, que en los avistamientos suele llegar a la costa tres horas antes de la pleamar y quedarse allí hasta tres horas después.
La espera muchas veces tiene finales frustrantes. "No todos los días hay varamientos. El mar debe estar calmo y los vientos deben soplar de forma que favorezcan los ataques. Incluso así, las orcas pueden ni siquiera aproximarse a la costa. He llegado a estar más de diez días seguidos sin ver varamientos. Pero cuando al fin suceden, el espectáculo es un regalo único de la naturaleza. No por nada, documentalistas de todo el mundo llegan a quedarse hasta un mes en la zona para filmar las capturas", cuenta el Turco.

Bernardo y Mel

No todas las orcas realizan varamientos. Los últimos censos han identificado treinta orcas en el área de Punta Norte, de las cuales sólo la mitad realiza este tipo de ataques sobre la costa. "Es una técnica muy difícil, que algunas orcas enseñan a otras y que no todas pueden llevar a cabo con efectividad. Muy pocas son verdaderas expertas en varamientos y, dentro de esas pocas, hay dos que se han destacado por sobre las otras", cuenta Casín refiriéndose a Bernardo y Mel, dos ejemplares macho cuya fama los transformó casi en mitos patagónicos.
La primera vez que el Turco oyó hablar de ellos fue una tarde muy fría de invierno, justo después de un aguacero bíblico que se llevó al mar todo el bicherío que suele refugiarse en los acantilados. Con un mate en la mano, un viejo le contó que Bernardo y Mel eran dos orcas que atacaban siempre juntas, que habían sido vistas por primera vez en el final de los años setenta, que una tenía la aleta dorsal muy erguida y la otra la llevaba lastimada desde que unos pescadores le dispararan con armas de fuego en el golfo San Matías, al sur de Río Negro. Un tiempo después, en una pleamar matinal, Casín las observó por primera vez, amenazantes entre los lobos marinos, varando sus cuerpos en la orilla. "Bernardo y Mel han sido protagonistas de decenas de documentales, porque durante muchos años fueron los más expertos cazadores. En el otoño de 1993 Bernardo murió y, desde entonces, Mel ha sido la encargada de mantener viva la leyenda de ambos", cuenta el Turco y entrecierra los ojos, como si eso le ayudara a rescatar de su memoria alguna imagen perdida de las dos orcas.
Poco a poco, la marea empieza a bajar. El viento que sopla del norte viene cargado de olor a sal y levanta algo de arena sobre la playa. Bajo el agua, las restingas empiezan a asomarse y un par de gaviotas se aproxima para buscar cangrejos entre las rocas húmedas. "Parece que ya no van a venir", dice Héctor Casín y el grupo comienza a guardar sus cámaras justo cuando caen las primeras gotas de lo que en media hora será una lluvia torrencial. En la orilla, los lobos pequeños se acurrucan junto a sus madres. Pueden estar tranquilos, hasta la próxima marea.

DATOS ÚTILES

Cómo llegar. Punta Norte, en el extremo septentrional de Península Valdés, es el sitio ideal para el avistamiento de orcas. Desde Puerto Pirámides, la única localidad de la península, son 75 kilómetros de ripio en muy buen estado. En Punta Norte existe un mirador abierto al turismo. A 600 metros de dicho mirador, sobre la costa, se encuentra el canal de Ataque, donde las orcas realizan los varamientos frente a un apostadero de lobos marinos. El acceso a este sitio es restringido y necesita de permisos previos. Los avistamientos se hacen durante las mareas altas.
Cuándo ir. Las orcas pueden ser vistas en Península Valdés durante todo el año, pero la mejor época para el avistamiento es entre marzo y abril, durante la época de varamientos intencionales. Esta técnica les permite a las orcas atrapar crías de lobos marinos en la costa.
Dónde dormir. En Puerto Pirámides existen varias opciones de alojamiento. El más tradicional es el Motel del Automóvil Club Argentino, a la entrada del pueblo, a metros de la playa que da sobre el golfo Nuevo. Cuenta con 18 habitaciones. www.motelacapiramides.com

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