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 • HISTORICO

Londres, cortés y educada




En realidad, lo correcto sería decir estuvimos, porque fui con mi hija Marina, estudiante de Arquitectura. Yo me había prometido este viaje hacía varias décadas, y decidimos de común acuerdo dedicarle 16 días a esta maravillosa ciudad.
Decidimos en los primeros tres días no tomar ningún medio de transporte, simplemente caminar, yendo y volviendo por recorridos diferentes para ir conociendo los distintos lugares. Para empezar la descripción de la gran ciudad, las tres grandes verdades: Londres es la ciudad más cara del mundo, los taxis son todos negros y los londinenses son todos rubios de ojos celestes. Nada menos cierto. Londres tiene cosas caras y cosas baratas; los taxis son casi todos de un mismo modelo, pero negros, plateados, rojos o bicolores, y los londinenses son de cualquier color de piel y de ojos; hay una gran minoría de indios, otra de africanos, tamiles, españoles, portugueses, y muchísimos etcéteras.
Al salir del subterráneo (the tube), nos equivocamos de dirección y a las pocas cuadras nos encontramos con el Palacio de Buckingham. Intentamos orientarnos preguntando a los transeúntes, pero nadie conocía la calle de nuestro hotel. Encontramos entonces un agente de la custodia del palacio, que nos explicó en un inglés absolutamente inentendible para mí, con cinco años de estudio del idioma de Shakespeare. Marina me preguntó: "Y ahora, qué hacemos?" "Está clarísimo", le contesté. Lo que había pasado era que el policía, aparentemente galés, había combinado su explicación con un lenguaje de señas, que me había permitido comprender claramente la respuesta.
Visitamos muchos museos, entre ellos el British Museum, de historia antigua; el Victoria and Albert, de ciencias naturales; el Tate Modern, de arte; presenciamos el colorido cambio de guardia del Palacio; paseamos por Notting Hill, incluyendo la callecita de los stands donde se puede comprar cualquier cosa, desde uniformes del siglo XVIII hasta antigüedades de todo tipo. También dimos una vuelta en el London Eye, estructura giratoria equipada con cabinas transparentes (el punto superior permite ver buena parte de la zona céntrica de la ciudad). Un último concepto acerca de la cortesía: ningún peatón atropella a otro en la calle, y si por desgracia las rueditas de su valija pasan por encima de un pie ajeno, se disculpan rápidamente. Y ahora, sí, el final: volveremos allí algún día, con toda seguridad.

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