Luis Machín. "Viajar siempre es una aventura"
—¿Qué lugar ocupan los viajes en su vida?
—Un lugar importante porque forman parte de mi vida privada y de mi vida profesional.
—Si pudiera visitar a tres actores de todos los tiempos, ¿a quiénes iría a ver y qué les diría?
—A Charles Chaplin y le diría gracias, a Marcello Mastroianni y le diría gracias, y a Anthony Hopkins y le diría gracias.
—Si tuviera que elegir un solo libro para llevarse de viaje, ¿qué obra elegiría?
—Las canciones que mi madre me enseñó, que es la autobiografía de Marlon Brando.
—¿Una sala de teatro favorita en el mundo?
—El Teatro Bovigny de París, donde hice temporada con El pecado que no se puede nombrar, con dirección de Ricardo Bartis, y el teatro de Peter Brook, Les Bouffes du Nord, que también está en París.
—¿Cuál es su lugar preferido para pasar las vacaciones?
—No tengo un lugar preferido para vacacionar, me gusta pensar las vacaciones en familia y generalmente elegimos el mar, pero también nos gustan las montañas, los cerros. Así que variamos.
—¿Tiene algún ritual antes de partir?
—Ritual sí, revisar muchas veces antes de salir si tengo todos los documentos familiares.
—¿Cuál es el viaje más largo que haya realizado?
—Mis viajes más largos siempre tuvieron que ver con giras teatrales. En 1999 hicimos una gira con El pecado que no se puede nombrar, de Ricardo Bartis, por Canadá; de ahí nos fuimos a Francia, Alemania y Bélgica. Antes de ir a Sitges para hacer Textos por asalto, homenaje a Osvaldo Lamborghini, me fui unos días a descansar a Santiago de Compostela y de allí a Madrid al montaje de sonido de Felicidades, película de Lucho Bender. Habrán sido unos dos meses de ir de un lugar a otro, y una de las cosas que más me llamó la atención fue lo cautivante de París, lo hipnótico de esa ciudad a la que volví en varias oportunidades.
—¿La mayor enseñanza que le haya dejado un viaje?
—La mayor enseñanza es siempre la curiosidad que me despiertan las vidas de las personas en otros lugares, sus costumbres, el valor de sus cosas cotidianas.
—Si pincha una rueda en medio de la ruta, ¿se pone a cambiarla de inmediato o primero llama al auxilio?
Si pincho una rueda de inmediato llamo al auxilio. Sin pensarlo dos veces.
—¿Cuál fue su mayor hazaña en el turismo aventura?
—Nunca hice turismo aventura como se lo concibe tradicionalmente. Pero para mí viajar siempre es una aventura. Podría decir que a mi manera, siempre hago turismo aventura.
—Si naufragara en una isla desierta sin señal de celular, ¿qué único objeto le gustaría quedarse?
—Una foto de mi hijo, Lorenzo; mi hija, Aurora, y mi mujer, Gilda.
—¿Un día de vacaciones perfecto?
—Desayuno sin límite. Caminata por el primer destino del viaje, unas tres horas dependiendo el lugar. Cerveza, otra caminata corta. Almuerzo frugal, siesta corta. Vuelta a descubrir rincones del destino elegido. Cena en el hotel y habano con vista panorámica en altura del destino elegido. Luego a dormir.
—¿Una anécdota para recordar?
—Buscando la tumba de Cortázar en el cementerio de Montparnase, en París, una pareja a la que le pregunté si me sabían guiar hasta allí al reconocerme argentino me dijeron que ellos eran muy apegados a nuestro cine y que esa noche iban al estreno de Un oso rojo. Yo no sabía que esa noche se estrenaba en Francia la película en la que yo trabajaba, pero no podía ir. Así que en ese momento les dije que yo trabajaba en esa película y que esperaba que les gustase. Lamentablemente nunca supe sus opiniones.
Más datos: Se lo puede ver en el unipersonal El mar de noche, pieza de Santiago Loza con dirección de Guillermo Cacace. En la sala Teatro NÜN (Ramírez de Velazco 419). Entre el 7 de abril y el 26 de mayo, los domingos, a las 19. Entradas por Alternativa Teatral o en la sala, 350 pesos. Descuentos a jubilados y estudiantes.