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 • HISTORICO

Orlando invita a nadar con los delfines

En el parque Discovery Cove, la atracción es sumergirse con estos simpáticos animales y ensayar piruetas en el agua




ORLANDO.- Aquí es donde el delfín se ha vuelto rey, monarca indiscutido de un planeta de hotdogs y popcorn al paso. En este corazón de cuña llamado Orlando, que es el sitio perfecto para muchos argentinos viajeros, es ya tradición y eje de normalidad darse unas vueltas prendido a la aleta del mamífero como si uno estuviese en plena carrera de jet ski. Nadar con delfines es leit-motiv y posibilidad cierta de todos los días.
Y vaya si es divertido, y más cuando se comprende que después llega toda la ceremonia del darles de comer, entender algunas pautas y reglas básicas para su educación y hasta llevarse a casa esa foto memorable de un beso pico a pico con el tal Flipper. La familia, entusiasmada; los chicos, ya juntando moneditas para volver.
El Discovery Cove es quizás el parque temático más nuevo de todos los que pueblan la región, se inauguró en junio último y funciona como si fuese un gran hotel de cinco estrellas, con capacidad sólo para 1000 visitantes por día. En la recepción, a cada pasajero se le otorga una tarjeta magnética a partir de la cual tendrá acceso a todas las actividades del lugar.
La guía y la atención son permanentes y totalmente personalizadas. La especialidad aquí es recrear cierta atmósfera con las pautas de una escenografía caribeña de riscos, agua salada y palmeras, para que todo viajero pueda transformar en verdad la vieja fantasía de sumergirse en un mano a mano con el mundo submarino en un entorno absolutamente seguro.
Hay tres playas de arena muy fina que desembocan en esos espacios donde dan vueltas los simpáticos saltarines guiados por media docena de entrenadores.
Cerca de ahí, a unos pocos metros aparece un río que por momentos se vuelve subterráneo y está poblado de arrecifes y cientos de peces tropicales de colores que más tarde formarán parte del séquito obligado de todo visitante que se anime al snorkeling. Y esto sucede, claro, en esos horizontes donde toda ilusión se materializa. Orlando es una ciudad de calores constantes, que sigue en boga y crece a saltos de cíclope en materia de parques temáticos (es la ciudad que cuenta con la mayor cantidad en el mundo y al parecer no piensa detener la factoría) y diversión recreada hasta el último detalle.
A pesar de esos aires de cierta marcada artificialidad, uno puede entregarse a los brazos de la buena vida. Aquí, el Discovery es algo así como un espacio de familia, pero matizado de cierto salvajismo bajo control. Lo llaman softadventures y es un concepto que agrupa la diversión con el vértigo del peligro, pero sin peligro, ideal para aquellos a quienes la adrenalina no suele jugarles buenas pasadas.
En primer lugar, está lo de nadar con delfines. Aquí es posible y hasta podría afirmarse que es una experiencia preciosa. No sólo por la dulzura implícita en estos animales, sino por su docilidad para con las personas y uno puede realmente conprobar que esa piel que vemos a la distancia, brillosa y neumática , es verdaderamente como de goma, suave y bonita al tacto.

Tiburones y corales

Pero no todo es lidiar simpáticamente con los animales, también es factible nadar cara a cara con una tríada de tiburones en un estanque, sólo que separado por un vidrio grueso, temiendo un encuentro. Pero eso no pasa, pueden estar seguros, si de algo hay que estar tranquilo en estos lugares es en el hecho de que todo, absolutamente todo, está bajo control. Hay casi un guardavidas cada dos personas, por lo tanto no hay riesgos. Además, los predilectos de Spielberg siempre están en un estanque aparte. Para el final están esos riachos de agua dulce en donde es bueno empezar a darse maña con el snorkeling, que no es más que un buceo suave de superficie, con máscara, tubo respirador y chaleco salvavidas. El paisaje submarino es siempre precioso, aparecen los corales, las cavernas sumergidas con estalactitas incluidas y cientos de rincones por descubrir bajo las aguas.
Después, en la tarde, no está de más dejarse caer sobre las reposeras de la playa y aullar por un trago Maitai (Ron Hawaian Punch y especias).

Datos útiles

Cómo llegar: el pasaje aéreo, ida y vuelta, cuesta aproximadamente 1060 dólares, con tasas e impuestos incluidos. El parque se encuentra a 20 minutos del aeropuerto.
Alojamiento: la habitación doble en un hotel tres estrellas cuesta entre 60 y 80 dólares; en uno de cuatro, el precio varía entre 75 y 100, mientras que en uno de cinco cuesta aproximadamente entre 95 y 150.
El parque: tiene sus puertas abiertas entre las 9 y 17.30.
  • La entrada cuesta 179 dólares y habilita para participar de todas las atracciones. También se tiene a disposición toallas y equipo para la práctica de snorkeling. La entrada sin nadar con delfines cuesta 89.
  • Los niños menores de 3 años ingresan sin cargo (los menores de 6 años no pueden nadar con los delfines).
Más información: en la Oficina de Busch Entertainments en Buenos Aires: 4322-1814. E-mail: busch@allworld.com.ar
En Internet:
Martín Correa Urquiza

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