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 • HISTORICO

Padua, como para no perder la fe

Entre sus riquezas arquitectónicas y artísticas se cuentan la Universidad y la basílica donde yacen los restos de San Antonio




PADUA.- Desde el hotel, al abrir la ventana de la habitación se contempla entre los techos de tejas, la cúpula, las torres y los pináculos de la gran basílica de Padua, a media hora de Venecia. El cielo es de un azul diáfano, cruzado por bandadas de golondrinas. Bajo a la calle y me dirijo hacia la iglesia que custodia los restos de San Antonio. Frente al templo, donde se mezclan los estilos románico, gótico y barroco, se levanta una de las más bellas estatuas ecuestres de Italia, la dedicada por Donatello al condottiero Erasmo de Narni, el Gattamelata.
Donatello fue también autor del altar mayor, el crucifijo y los relieves que narran los milagros del santo. En una de las columnas veo un fresco que representa a San Antonio realizado por un discípulo de Giotto, su contemporáneo, por lo que se considera un verdadero retrato. San Antonio de Padua, que no nació en Italia sino en Portugal, era bajo y rechoncho. Fue famoso como predicador, motivo por el que se exhiben entre las reliquias, aunque parezca increíble, su lengua y sus cuerdas vocales. El desfile de los fieles es incesante, muchas mujeres -no olvidemos que San Antonio siempre tuvo fama de casamentero- colocan velas alrededor de su imagen.
A un costado de la basílica, visito el Oratorio de San Giorgio, cuyas paredes interiores fueron afrescadas por Altichiero di Zevio, un pintor poco conocido, como Giusto de Menabuoi, autor de las decoraciones del baptisterio de la catedral. Ambos sorprenden por la calidad de su arte, que se aproxima al genio giottesco. De Giotto se conserva en Padua el extraordinario testimonio de la capilla Scrovegni, uno de los máximos capolavoros del arte occidental. Erigida poco después del 1300, sus muros divididos en paneles describen pictóricamente la vida de la Virgen y de Cristo, así como un grandioso Juicio Universal, obra que se considera un punto de inflexión entre la pintura de la Edad Media y la del Renacimiento.

Calles, pórticos y estatuas

Pero Padua tiene muchas otras cosas: pintorescos espacios como la Piazza dell´Erbe, palacios y mansiones magníficamente conservados, calles porticadas, la antigua Judería, hoy barrio elegante; un parque enorme, el Valle del Prato, bordeado por un canal en cuyas orillas se alzan decenas de estatuas, un importante Jardín Botánico del que habló Goethe en su libro de viajes por Italia; el Café Pedrocchi, construido en 1831, por donde pasaron las más célebres figuras de las letras, las artes y la política de Europa. Allí se reunían los próceres del Risorgimento y Rossini compuso parte de El barbero de Sevilla.
Después de tomar un capuchino entre sus columnas neoclásicas, subo a la planta alta donde hay una sala dedicada al movimiento revolucionario que dio origen a la Unidad Italiana y otra con un pequeño museo que recuerda a Rossini.
Finalmente visito la vieja Universidad, la segunda de Italia después de la de Bologna. Su existencia explica la gran cantidad de jóvenes que andan por las calles. En este edificio estudiaron famosos personajes -Petrarca entre ellos-, y enseñaron Galileo y el inglés William Harvey, descubridor del sistema circulatorio de la sangre.
Sus atractivos edilicios y los testimonios de la fe, el arte, y la sabiduría que se concentran dentro su perímetro urbano, hacen de Padua una ciudad imperdible.

Datos útiles

Cómo llegar

A Padua se puede llegar desde Venecia en tren o en auto.

Alojamiento

* * * * 115
* * * 80
* * 60
La habitación doble.

En Internet

Antonio Requeni

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