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 • HISTORICO

Playas pacíficas

La Serena, 400 kilómetros al norte de Santiago, es uno de los más tradicionales balnearios chilenos y un destino familiar también para muchos argentinos




Francisco de Aguirre, el refundador de La Serena, nunca imaginó que las cinco terrazas que él vio como potenciales defensas naturales frente a posibles ataques iban a convertirse, más de cuatro siglos después, en magníficos balcones hacia esa generosa bahía que alberga más de 20 kilómetros de playa y todos los años convoca a más de 300.000 turistas.
El punto de encuentro cada verano es la avenida del Mar, que bordea la costa: allí se suman restaurantes, discotecas, pubs, locales de alquiler de bicicletas (de hecho, la avenida cuenta con una bicisenda) y aparatos de gimnasia, donde serenenses y turistas buscan la mejor forma.
"Somos unos 200.000 habitantes y cada verano recibimos más de 300.000 turistas. Llegan muchos cuyanos y cordobeses. Ahora nuestra meta es cautivar a los rosarinos y sobre todo, a los porteños", explica la directora de turismo de La Serena, Ana Bahamondes, entusiasmada, como todos aquí, con un ambicioso proyecto binacional: el túnel que permitiría unir esta ciudad con San Juan en no más de cuatro horas y reemplazaría al angosto camino de ripio, que trepa hasta los 4700 metros y abre, desde diciembre, sólo tres o cuatro meses al año.
La movida veraniega, con sus eventos, suele realizarse en la playa Los Fuertes, y entre El Pescador y El Corsario se encuentra el Paseo Peatonal, que convoca a los más jóvenes. La playa del Faro, por su pendiente abrupta y fuertes corrientes, no es apta para los baños. ¿Las preferidas por argentinos y chilenos?: Canto del Agua, Las Gaviotas, El Muelle y Cuatro Esquinas.
Pero no todo es playa y arena. La ciudad tiene lo suyo, y no es poco. La avenida Francisco de Aguirre es ideal para acercarse desde la arena hasta el centro. Es que en realidad este bulevar, diseñado por el paisajista Oscar Prager, es un paseo en sí mismo, casi un museo al aire libre, con sus treinta esculturas traídas desde Italia y en su gran mayoría realizadas en mármol de Carrara, como La bañista, de mediados del siglo XIX y de poco más de un metro y medio.
Obras que el serenense y presidente de Chile Gabriel González Videla pensaba instalar en cada una de las regiones del país, pero que finalmente quedaron aquí, tal vez traicionado por su fervor local.
Argumentos le sobran a la segunda ciudad más antigua del país, que justamente durante el gobierno de González Videla marcó con el famoso Plan Serena, desde 1948 y en cinco años, el desarrollo urbano de La Serena, que cumplió 469 años y ofrece un casco histórico ideal para recorrer a pie, al ritmo pausado que marca la idiosincrasia de sus pobladores.
De la antigua muralla sólo se conserva el lavatorio de manos (el monumento más antiguo de la ciudad), tallado en piedra caliza, en el patio de oración de la iglesia de Santo Domingo, uno de los 19 templos de La Serena, todos declarados patrimonios nacionales.
Sin embargo, también hay señales de modernidad, como las doce flores abstractas de Federica Matta, de cuatro metros e instaladas en 2005 en distintas calles por los 60 años del Premio Nobel de Literatura a Gabriela Mistral, nacida en Vicuña, un pueblo que se adentra en el vecino Valle de Elqui. O en la costa, donde enormes grúas son parte de un paisaje que cada año sorprende con más y modernos edificios de altura.
Desde el atrio de la iglesia de Santo Domingo se observa la Plaza de Armas, donde los domingos al mediodía toca una orquesta. "La gente sale de misa y se reúne ahí, cerquita de la pérgola, donada por la colectividad sirio libanesa, con fuerte presencia, a escuchar retretas y valses", cuenta el periodista Cristian Carvajal, de la Dirección de Turismo de La Serena.
El Museo Histórico Regional Presidente Gabriel González Videla ocupa una casona de 1850, de estilo ecléctico. Exhibe desde su sillón y escritorio de alcalde, armaduras coloniales y herramientas que los indígenas usaban para buscar oro hasta el antiguo escudo de armas de la ciudad, con sus dos torres en llamas, en alusión al incendio provocado por los indios que dejó en cenizas el primer asentamiento.
"Sólo cuatro ciudades de Chile tienen el rango de ilustres. La nuestra es una de ellas por orden de Carlos V. Sí, claro, los serenenses hacemos valer ese título", dice Carvajal sonriente.

Buen vivir

Además, La Serena tiene otra categoría, más reciente: es la tercera ciudad de Chile en calidad de vida. Y se nota. Caminar por el centro es un placer. Las veredas, sin cordones, son muy amigables. Así se puede llegar hasta Las Recovas, que en media manzana y con 143 locales ofrece todos los colores y sabores: dulces de papaya, un clásico; los no menos populares duraznos deshidratados, usados para el famoso mote con huesillo (durazno con carozo), una bebida muy popular, que refresca en verano y es obligada en las fiestas patrias; tejidos, nueces y piedras de todo tipo.
Los dos patios centrales están dedicados a la artesanía y en el primer piso están los restaurantes con comidas típicas. Si bien se advierte lo local, lo peruano y lo boliviano no pasa inadvertido, sobre todo en esas cestas llenas de color y en los instrumentos andinos.
Nelsón Romero, uno de los puesteros, no parece demasiado abierto al diálogo, pero tampoco lo rehúye. "Aquí funcionaba el antiguo mercado municipal que vendía frutas, verduras y pescado desde la época de la Colonia. También se cocinaba para la gente que venía del campo. El terremoto de 1975 lo destruyó totalmente", explica Nelson, ya en confianza, en uno de los patios del nuevo mercado, construido en los años ochenta por un grupo privado.
"¿Cómo son los serenenses? Los sureños (por los de Santiago, Chile) dicen que somos apagados. Y algo de razón tienen. No somos bulliciosos, y de noche, a eso de las 8, nos gusta estar en casa", asegura Nelson.
Sin embargo, algo está cambiando y a pasos acelerados. Es cuestión de ir a alguno de los restaurantes de la costanera para comprobarlo, como Tololo Beach, con salida directa a la playa, que nació como un simple parador y devino un simpático restó, con mucha madera y sabrosa cocina local, en la que se destacan mariscos y pescados, donde es aconsejable reservar con tiempo.
Igual sugerencia para Sea Zen, en el barrio San Joaquín, que también es muy concurrido, incluso los días de semana. Decorado con muebles de Indonesia y Europa, el restó ofrece cocina de autor, con tendencia francesa, y una cava con 220 etiquetas y una cálida terraza iluminada por las velas que invita a quedarse.
Otro sitio donde la noche se alarga es el hotel Enjoy, en el límite con Coquimbo y con vista al mar, donde se come muy bien, con casino incluido y la primera y flamante terraza al aire libre de Chile para los que prueban suerte en los tragamonedas sin dejar el cigarrillo.
Pero volvamos al mercado. Una de sus salidas da a la iglesia de San Agustín, toda de piedra, para visitar, y desde allí, por la calle Arturo Prat se baja hasta la zona más céntrica, donde se repite la estética: todo en un mismo nivel, sin cordones, y con los típicos faroles, réplica de aquellos coloniales que con grasa alumbraban el caserío.
Patio Central puede pasar inadvertido, pero es cuestión de estar atentos, dejar atrás la puerta de hierro, de tres metros, y recorrer el pasillo, con locales a los costados (venta de tes de todo el mundo, indumentaria, una joyería y otros), hasta un patio cerrado y a cielo abierto, donde el blues, entre pinturas y obras de arte, acompaña la charla en Bocetto, uno de los dos bares del lugar.
Las ventanas, puertas y los techos a dos aguas, de chapa, a modo de casitas, llaman la atención. "Toda esta construcción era un hogar para niñas. Aquí y en el bar de al lado estaban las habitaciones de las monjas de la Providencia, y arriba funcionaban los cuartos de las internadas. El edificio debe ser preservado, nada se puede alterar", explica Hugo Leyton, empleado de Bocetto.
A las 20, el portero cierra, religiosamente, la pesada puerta de la galería, pero la vida en los bares no se detiene. "Acá seguimos hasta tarde, cuando los comensales deciden irse. No hay apuro", aclara Leyton.

Datos útiles

  • Cómo llegar

    En avión: por Lan, desde 2700, ida y vuelta, con tasas e impuestos incluidos. Por tierra, desde Santiago, Chile, 400 kilómetros al norte.
  • Dónde dormir

    Mar de Ensueño: avenida del Mar 900, La Serena, a metros del faro. www.hotelmarensueno.com
  • Qué visitar

    Museo Histórico Gabriel González Videla: Matta 495, frente a la Plaza de Armas. De lunes a viernes, de 10 a 18; sábado, de 10 a 13; domingo y feriados, cerrado. www.museohistoricolaserena.cl Las Recovas: Cienfuegos 370. Todos los días, de 9 a 21 (los domingos, hasta el mediodía).

    En verano, hasta la medianoche. Gratis.

    Observatorio Gemini Sur: Cerro Pachón, Valle de Elqui. Visitas guiadas: sólo los viernes (no se realizan entre el 31 de mayo y el 1° de septiembre). De día y gratuitas. Es necesario ir con vehículo propio. Solicitarla con al menos dos semanas de antelación. visitas@gemini.edu

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