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 • HISTORICO

Por el norte de Costa Rica, con onda verde

Un circuito para descubrir sitios poco explorados, como Caño Negro y el parque Volcán Tenorio, sumergirse en la exuberante naturaleza y confirmar por qué el país centroamericano es pionero en ecoturismo




Cascada del río Celeste, en el Parque Nacional Volcán Tenorio

Cascada del río Celeste, en el Parque Nacional Volcán Tenorio - Créditos: AFP

Verde. La bandera de Costa Rica es roja blanca y azul, pero debería ser verde, toda verde. Porque este pequeño país de Centroamérica se rige por principios ecológicos y medio ambientales superestrictos, que provocan admiración y envidia en dosis similares.
Y es uno de los países con más áreas protegidas del mundo en relación con su tamaño, más chico que la provincia de Jujuy.
Durante 2016, Costa Rica logró el récord mundial de 110 días seguidos de iluminarse solamente mediante energía renovable que se genera por el viento, el agua y los volcanes. El 98% de la electricidad utilizada fue de fuentes de origen limpio y sólo en contadas ocasiones tuvieron que prender las plantas térmicas que utilizan hidrocarburos.
Todo lo que se puede, se recicla: por ejemplo los vidrios que se utilizan son reciclables o reciclados. Nunca faltan los tachos de diferentes colores para clasificar los residuos y son promotores de las políticas de sostenibilidad turística en hoteles y empresas.
Aunque no lo es, Costa Rica parece una isla en la convulsionada y pobre América Central. Un país con uno de los costos de vida más altos de América latina, (sí, ir al supermercado es más caro que en la Argentina y las grandes compras de electrodomésticos las hacen en Panamá), con 98% de alfabetización, 77% de adultos graduados universitarios, salarios promedio que superan ampliamente los US$ 1000 y bajas tasas de delincuencia. Un país que se parece poco y nada a sus vecinos, un milagro en América Central.
El pura vida, la muletilla que los ticos repiten a modo de saludo cuando atienden el teléfono o se despiden de alguien, parece hecha a medida, como un eslogan creado por las mentes del marketing. Aunque lo importaron hace décadas de un actor mexicano, pura vida es lo que realmente trasmite Costa Rica.
El país preserva el 25% de su territorio, entre parques nacionales, reservas absolutas y privadas. Y claro, como es de esperar son uno de los reyes del turismo en la naturaleza, con un arsenal de volcanes, ríos, termas y playas para elegir. Los caminos más transitados por los visitantes llevan a ver los volcanes Poás (ahora cerrado el acceso al parque nacional por erupción) y Arenal. A las playas del parque Manuel Antonio, en el Pacífico, y Tortuguero, en el Caribe, entre muchas más.
Pero hay muchas otras rutas alternativas para los que buscan nuevos horizontes. Y senderos que además de paisajes, flora y fauna acercan a la vida de los costarricenses. "Queremos promover la parte cultural, porque a la gente lo que más le gusta es la gente, la gastronomía, las artesanías ", comenta Mauricio Ventura, presidente del Instituto Costarricense de Turismo.
Un buen plan es alquilar un auto y salir a descubrir el país. El ministro se encarga de aportar que Costa Rica es uno de los países con más alta tasa de alquiler de vehículo por visitante, porque la gente se siente segura, aunque las carreteras suelen ser angostas y muy transitadas.
Uno de esos caminos menos turísticos llevan al norte de la provincia de Alajuela, cerca de Nicaragua, en un circuito que combina observación de aves y animales en Caño Negro, visitas a comunidades aborígenes en Guatuso y caminatas por el Parque Nacional Volcán Tenorio, todo en un radio de un par de horas de viaje.

Caño Negro, el refugio salvaje

"Miren ahí, a las dos, es un basilisco esmeralda", dice eufórica Rosi Arguedas, la guía. Al principio no se ve más que vegetación abundante y el gran río oscuro por el que navegamos. Pero poco a poco el ojo se acostumbra a la observación de aves y sus códigos. La naturaleza se convierte en un gran reloj analógico y los guías indican dónde observar en busca de las aves en función de las diferentes horas. Las doce, adelante; las seis justo atrás; las tres a la derecha, y así?
Caño Negro, ideal para la observación de aves y animales

Caño Negro, ideal para la observación de aves y animales - Créditos: Andrea Ventura

Los que la quieren más fácil pueden entretenerse mirando los grandes caimanes que están echados al sol a orillas del río o que nadan a metros de la embarcación. No hace falta mucha destreza para verlos, son los amos y señores del Refugio de Vida Silvestre Caño Negro, en el norte del país, casi en la frontera con Nicaragua, un gran humedal donde se protege flora, fauna y aves. Los caimanes son un poco más chicos que los cocodrilos, pero igual de intimidantes. También se ven grandes tortugas marinas, perezosos colgando de los árboles y monos.
Caño Negro es un lugar chiquito, rústico, con pocos habitantes e infraestructura limitada al que se accede en auto desde Los Chiles, especial para la observación de aves, que hace relativamente poco que se dedica a la actividad turística. La entrada al refugio cuesta US$ 5, pero hace unos días que no cobran porque se quedaron sin tickets.
"En el refugio vivimos alrededor de 500 personas. Mi abuelo, por ejemplo donó las tierras para hacer la escuela. La mayoría de los habitantes llegó de Nicaragua hace años y fueron comprando tierras", cuenta Rosi.
Ella es nacida y criada en el Refugio. Estudió turismo, se perfeccionó en inglés y hace seis años que junto con su marido Joel organizan salidas de observación de aves y pesca, siempre embarcadas, la única manera de recorrer el lugar. Los habitantes tienen voz y voto sobre las decisiones del Refugio y conservaron sus tierras a pesar de ser un área protegida.
Poco a poco el lugar va creciendo. Se construyeron nuevos muelles para acceder a los botes y están terminado una torre de observación de aves y de vigilancia, para evitar la pesca y la caza ilegal.
La vida pasa por un gran canal de aguas oscuras que arrastra sedimentos del río Frío y la laguna Caño Negro. Muchos turistas llegan por el día, como una excursión desde La Fortuna, donde está el volcán Arenal, pero los que quieren ver aves deben dedicarle un par de días.
Las salidas es mejor hacerlas a la mañana y al atardecer, cuando hay más posibilidades de encontrar aves y animales. Y la mejor época es en verano, entre enero y abril, cuando llueve menos. El cambio climático está haciendo que las lluvias se adelanten y empiecen en mayo, cuando la temporada es a partir de junio, julio.
"Muchos visitantes vienen con su lista de aves para ver, por eso las salidas se hacen individuales, porque cada uno tiene sus intereses y sus tiempos", explica Rosi.
Hay 315 especies de aves entre residentes y migratorias en Caño Negro, pero las más buscadas, las figuritas difíciles son el jabirú, que está en vías de extinción y es tímida por lo que se muestra poco. Es la más grande de las cigüeñas. La garza pechicastaña, que tiene siete colores en el plumaje y odia el ruido del motor de las embarcaciones.
Caño Negro, ideal para la observación de aves y animales

Caño Negro, ideal para la observación de aves y animales - Créditos: Andrea Ventura

El gavilán de ciénaga, que es residente de Caño Negro y es el lugar de Costa Rica más fácil para verlo.
El martín pescador verdirufo, muy difícil de ver, la polluela pechiamarillay el soterrey pechimoteado.
A pesar del calor está prohibido bañarse en canales y lagunas. Los caimanes o guajipales, como se los llama en la lengua autóctona, no lo permiten, es su territorio y hay que respetarlo.
"A mi nene lo mordió un caimán, pero la culpa fue de mi hijo. Jugaba en la orilla de la laguna, se resbaló y pisó a uno, que lo mordió", cuenta Rosi, como si fuera lo más normal del mundo. Más de una docena de puntos, vacunas y cuidados hicieron que la mordida sea sólo una anécdota, pero vale como buen testimonio para tenerles respeto a estos animales que se pasan buena parte del día echados al sol y con la boca abierta, mostrando los dientes, para regular la temperatura.
Los habitantes de a poco se suman a la actividad turística. Como la posada Poponjoche, atendida por sus dueños, Xinia y Duglas García. Abrieron hace cinco años, un poco por casualidad. "Compramos las tierras y empezamos a construir, venían amigos, se quedaban y se nos ocurrió también recibir pasajeros", recuerda Douglas, que es maestro de la escuela primaria de la zona, que tienen apenas 37 alumnos.
Las habitaciones de las posadas tienen lo justo: baño, camas, una tele y ventiladores para combatir los 40 grados que hacen a diario.
A los restaurantes los llaman soda, como La Palmera, con pocas mesas y comida casera. Un buen lugar para probar guapón, un pez típico del río Frío. También hay minimercados, algunos hoteles más y hasta un pequeño centro de reciclaje de papel, organizado por mujeres que venden tarjetas artesanales y no mucho más. Aquí ni siquiera llega el Wi-Fi.
Rancho Santiago es otro de los lugares recomendados para comer. Está a orillas del río y se llega en barco. Doña Mary, que aprendió a cocinar de la abuela, abrió hace cinco años. Hace todo en horno de leña. Imperdible el gallo pinto, el desayuno tradicional de Costa Rica. Arroz con frijoles que se acompañan con huevos revueltos y unas tortillas de maíz exquisitas.

Los maleku cuentan su vida

Los pocos pueblos originarios que quedan en Costa Rica luchan por preservar sus tradiciones, idioma y sangre aborigen. Una buena manera que encontraron para generar recursos es abrirse al turismo, ofrecer sus artesanías, platos típicos y contar su historia, como la comunidad maleku. En una zona rural de Guatuso, en el norte del país, su tierra original, Alfredo Acosta Blanco es uno de los encargados de recibir turistas y darles un tour maleku, que dura cerca de cuatro horas e incluye almuerzo.
Los rituales de la comunidad maleku

Los rituales de la comunidad maleku - Créditos: Andrea Ventura

Hay tres comunidades maleku en la zona, que suman 700 habitantes. Hace unos años recuperaron las tierras, aunque sólo 314 hectáreas, donde viven y trabajan.
"Somos pocos los maleku, pero queremos que trascienda que todavía existimos y que hablamos el idioma y que tenemos escuelas en maleku para nuestros hijos", cuenta.
La primera escala del tour es en una tienda de artesanías. Doña Elizabeth, que también habla en maleku, explica que para las artesanías utilizan jicara, un fruto de la zona pulposo y con la corteza leñosa y dura, que se usa para confeccionar vasijas y máscaras. "Antes con este fruto se hacían platos, vasos, cucharas, era lo único que teníamos", recuerda. También habla de la vestimenta típica que ya no usan, de un instrumento musical hecho con piel de iguana y de lo difícil que les resulta mantener la exogamia (están prohibidas las uniones entre primos) y preservar la sangre aborigen. "Para los casamientos buscamos integrantes de algunas de las otras siete etnias aborígenes que hay en Costa Rica", explica.
Luego caminamos por un barrio donde en las casas exhiben otras artesanías, en este caso hechas con madera balsa hasta llegar hasta Palenque Margarita, un pequeño restaurante con un jardín de plantas medicinales donde sirven el almuerzo.
De entrada, ensalada de palmito de pejibaye, una planta de la zona. De plato principal llega una tilapia de río envuelta en hoja de pimienta y acompañado con puré de yuca. Y para beber, fresco de maíz. Sabores nuevos, diferentes, bien maleku.
Después de comer, Alfredo explica sobre los usos que les daban a las plantas medicinales, según la dolencia, varias chicas de la comunidad muestran los bailes típicos y hasta se puede probar puntería con un arco y flecha. Tours, allymaleku@gmail.com.

Bijagua, el misterio del color flúo del río Celeste

Me espera una caminata de seis kilómetros por el Parque Nacional Volcán Tenorio, que protege al impactante río Celeste, a media hora del pueblo de Bijagua, en el norte del país. No por nada lleva ese nombre. El color del agua, brillante y bien celeste parece creado con témperas flúo.
El destino del trekking es hacia una gran cascada que forma el río y hacia una zona llamada el Teñidero.
Cascada del río Celeste, en el Parque Nacional Volcán Tenorio

Cascada del río Celeste, en el Parque Nacional Volcán Tenorio - Créditos: Andrea Ventura

"Hoy está el sol, es casi un milagro, acá llueve todos los días, están en su día de suerte", comenta Ronal Chaves, el guía, que acompaña en el recorrido, aunque el parque se puede visitar de manera individual, sin ningún riesgo porque está muy bien señalizado. Es el lugar más lluvioso de Costa Rica, con casi 4000 ml por año.
No bien se mira con detenimiento el ambiente se entiende el porqué de las lluvias: un camino angosto se interna por una especie de selva exuberante, bien tupida, con 1800 especies de orquídeas y helechos prehistóricos, que requiere litros y litros de agua de lluvia para crecer de esa manera.
Pero hoy está el sol y hay que aprovecharlo, de lo contrario volveríamos con barro hasta las orejas y sería casi imprescindible un calzado apropiado. El parque es un micromundo y la caminata mucho más que un medio para llegar a los dos sitios destacados. Realmente nunca mejor dicho el ¡pura vida!
Ronal cuenta que viven 540 especies de aves, 72 de animales, como tapires, jaguares y pumas, y 27 de serpientes, algunas venenosas, pero aclara que no atacan si no se las molesta y que además es bastante difícil verlas.
Cuesta creer que es un parque en recuperación, que durante muchos años fue usado para ganado, hasta que lo compró una fundación y se decidió preservarlo. Hoy lo visitan más de 100.000 personas por año.
La caminata al principio es por terreno llano y de lo más agradable, siempre a la sombra de los árboles. De lo contrario, con el sol y el calor agobiante sería casi imposible andar con energía.
Se cruzan puentes colgantes, se saltan algunas piedras, hasta que comienza el suave ascenso por escaleras y caminos angostos hasta el Teñidero.
Allí se descubre el misterio del río Celeste, con ese color tan poco natural que resulta increíble. El color se forma cuando se mezclan dos afluentes: el río Buanvista y la Quebrada Agria y mágicamente aparece el agua celeste. Una pequeña clase de físico-química de Ronal aclara un poco el tema. "Es un cambio físico químico parecido al arco iris producido por el aluminiosilicato, un mineral presente en el agua de uno de los ríos, que se transforma."
El cambio de pH en el punto de mezcla genera que una familia de este mineral en las aguas del río Buenavista aumente su tamaño. Las partículas suspendidas en la superficie dispersan la luz solar y por el tamaño de los aluminiosilicatos sólo se dispersan los tonos azules de la luz.
Para el final queda los mejor y más exigente del recorrido: una gran cascada de 30 metros que para ver de cerca hay que bajar (y luego subir) una empinadísima escalera con más de 200 escalones y luego emprender el camino de regreso, otros tres kilómetros.
El recorrido total lleva más de tres horas y la recomendación es empezar temprano a la mañana, cuando hay menos probabilidades de lluvia.
Desde Bijagua, un pequeño pueblo de montaña, que regala una noche fresca, también se pueden organizar salidas de aventura, como cabalgatas y bajadas en tubing, con unos gomones individuales, por el río Celeste (Onca Tours. Cuesta US$ 50 e incluye almuerzo). Una buena alternativa gastronómica es visitar un típico rancho donde producen licor de caña de azúcar y ofrecen almuerzo autóctono que incluye chifrijo (sopa con carne y frijoles) y pescado por US$ 10. Reservas, rchavessanabria@gmail.com

Datos útiles

Cómo llegar

Se puede llegar a San José vía Bogotá con Avianca o vía Panamá, con Copa. Tarifas desde $ 13.500.

Traslados

Un taxi del aeropuerto al centro cuesta entre 25 y 30 dólares.
También se puede ir al centro en ómnibus, que pasa a 100 metros de la salida del aeropuerto. Cuesta un dólar por persona.

Cambio

La moneda es el colón. Cotiza entre 475 y 560 por dólar, según dónde se cambie.

Caño Negro

Cómo llegar. Se accede desde Los Chiles o Upala en taxi o auto, no hay transporte público.
Alojamiento. Posada Poponjoche. Habitación doble sin desayuno desde US$ 30 para dos personas. www.poponjochelodge.com
Paseos. Salida de observación de aves US$ 75, de 2 a 4 personas. Duran 3 horas. paraisotropicalcn@hotmail.com
Comidas. Soda La Palmera. Una comida cuesta US$ 7.
Rancho Santiago. A 3 km del centro de Caño Negro. Una comida cuesta US$ 16.

Bijagua

Cómo llegar. Desde San José hasta Upala, en ómnibus demora 5 horas. Desde ahí en transporte privado hacia Bijagua.
Alojameinto. Hotel Cacao: una pequeña posada muy cerca de la calle principal, con servicios básicos. Para 2 personas, con desayuno, US$ 75.
Casitas Tenorio. Alejado del centro de Bijagua, un complejo de posadas con todas las comodidades. Desde US$ 85 por noche más impuestos; desayuno, estacionamiento y Wi-Fi, incluido. www.casitastenorio.com
Paseos. Parque Nacional Volcán Tenorio, entrada, US$ 12; niños 5. Ingreso al parque, de 8 a 14. Desde Bijagua llega en taxi o excursión, no hay transporte público. El viaje demora 30 minutos.
Comidas. Soda Las Tinajas: desayunos y comidas típicas, sobre la calle principal del pueblo. Tarifa por persona, alrededor de US$ 10.

San José, el caos de tránsito inesperado

Impensado, peor que San Pablo, que Calcuta y que el DF. Cuando salimos del aeropuerto de San José, capital de Costa Rica, a apenas 8 km del hotel, ubicado en la zona de Santa Ana, el guía dice: “Si tenemos un poco de suerte, en una hora y media llegamos”. El tránsito en San José es caótico, con horas pico que se vuelven intransitables.
La culpa de los últimos grandes embotellamientos lo tiene la Platina, el puente que se está ampliando con más carriles para entrar y salir de la capital. Pero las rutas de acceso a la ciudad, como las de todo el país, son angostas y quedaron chicas hace tiempo. El buen nivel de vida hace que el parque automotor sea grande y los caminos quedaron chicos hace años, la gran asignatura pendiente en Costa Rica.
De todas maneras, después de quedarse empantanado en el caos de tránsito y antes de internarse en la naturaleza vale la pena dedicarle un día a San José, aunque muchos la consideren una ciudad prescindible.
El tour básico incluye la visitas al Museo del Oro y Museo del Jade, al Teatro Nacional y una caminata por la peatonal Avenida Central y una vuelta por el Mercado Central, fundado en 1880 donde venden pescados, flores, especias y recuerdos.

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