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 • HISTORICO

Pushkin y Eugene Onegin, guías de lujo

Por las calles y plazas de San Petersburgo se puede seguir las huellas del gran escritor ruso y también de los protagonistas de sus libros




SAN PETERSBURGO (The New York Times).- En la entrada del elegante Café Literario, sobre la avenida Nevski, Alexander Pushkin está sentado a una mesa junto a la ventana. En el salón comedor de la planta alta, el tintineo de tazas de porcelana hace contrapunto con una sonata de Mozart, pero Pushkin no está escuchando. Vestido con su mejor traje y con la mirada fija en el espacio, el poeta -al menos su esfinge de cera- reflexiona acerca del misterio amargo del amor y el cierre dulce de la venganza.
Como todo ruso bien sabe, este ingenioso maniquí, terminado con abundantes rulos negros y grandes patillas, está junto a una ventana que da a la avenida Nevski, al lado del café KFC, porque allí fue el sitio donde Pushkin hizo su última comida antes de su duelo mortal, en 1837.
Acérquese a alguno de las personas que comen torta y escuchará la historia completa de cómo Pushkin desafío al gallardo guardia Georges d´Anthès por cortejar descaradamente a su mujer, Natalia; de cómo el francés insolente disparó primero y perforó el abdomen del poeta; cómo el héroe herido vivió dos días terribles antes de morir, a los 38 años. También podrá obtener un soneto o algunos renglones de la novela en verso Eugene Onegin, obra maestra de Pushkin, recitada con la mirada elevada y el pecho henchido de orgullo.
Para un extranjero, el culto ruso a Pushkin es un tanto desconcertante. A pesar de que viajé a San Petersburgo expresamente a rendir homenaje a aquellos lugares sagrados para el poeta -desde los paseos sombreados por los tilos del Jardín de Verano, por donde el joven Eugene Onegin caminaba con su tutor francés, hasta el salón de baile del Palacio de Mármol, donde el aburrido donjuán bailaba la mazurca con la crema de la sociedad de San Petersburgo- me sorprendí ante el alcance y el fervor del culto que Rusia le brinda a Pushkin. A Tolstoi, Dostoievski, Chéjov -más conocidos y leídos-, se los conmemora en su tierra natal con la excursión o placa habitual, pero Pushkin está en todas partes, sobre todo en la antigua capital.

Un héroe improbable

Su imagen saluda en grandes plazas públicas, museos y carteles en las esquinas. En su habitación en el liceo -y aun la porción de suelo donde la bala lo derribó- todo se han conservado con cariño.
Este héroe bastante improbable -un artista que fusionó la gracia de Mozart con la ironía de Byron, un rebelde político adicto al consumo? y al duelo- ha sido una superestrella desde que aparecieron sus primeros poemas. Al parecer, el día de su funeral, los asistentes de toda la ciudad se tomaban una carroza y gritaban: "¡A Pushkin!" Los conductores los llevaban a la iglesia donde se encontraba de cuerpo presente, ésa era la fama del poeta. En Rusia, es Shakespeare, Thomas Jefferson y Bob Dylan en uno.
"En la literatura rusa, Moscú es una ciudad calma, pero San Petersburgo es el lugar donde ocurre todo lo malo", comenta Frank J. Miller, profesor de lenguas eslavas de la Universidad de Columbia. Pushkin comenzó con este tema de la locura de San Petersburgo con La dama de pique. Hermann, el héroe de sangre fría de ese relato, enloquece por una obsesión con un secreto del juego, pero casi todos los moradores de la loca capital de Pushkin se dedican noche y día al juego, la bebida, el duelo, la fiesta, el teatro y a endeudarse.
En una confusión de burbujas de champagne y perfume francés, Pushkin hace aparecer un escenario aristocrático de teatro y palacio, restaurante y salón de baile que permanece sorprendentemente intacto. Pushkin prefería dejar las escenas de la vida urbana relampaguear a través de las ventanillas de carruajes que van a toda velocidad.

Como un héroe

Una tarde logré seguir los pasos del héroe de Pushkin hasta la plataforma de granito en el terraplén del Neva, donde inmerso en la meditación oí el sonido de los cascos de los caballos golpetear sobre el pavimento de Millionnaya, la calle de mansiones millonarias que se extienden desde el Ermitage hasta el Campo de Marte. Me recliné sobre la misma plataforma de granito, flanqueado por largas y bajas fachadas imperiales.
En el momento justo me refugié bajo el arco del Canal de Invierno, que se extiende a lo largo de un cañón de edificios entre el Gran Ermitage y el Teatro Ermitage.
Cuando cayó la noche concluí el paseo bajo la estatua ecuestre de Pedro el Grande al que Pushkin bautizó el Jinete de Bronce en su gran poema narrativo. El Jinete de Bronce se abre paso triunfante a la ventana que Pedro abrió en Europa, pero termina en desaliento y locura. Enloquecido por el dolor después de la muerte de su amada en la gran inundación del Neva en 1824, el héroe imagina al terrible emperador escapar con su caballo del pedestal de granito y correrlo por las calles de la ciudad.
El museo del departamento de Pushkin, a la vera del canal Moika, cinco minutos a pie del Palacio de Invierno, es el santuario más sagrado del circuito Pushkin.
Era típico en el escritor elegir el recodo más pintoresco del canal para vivir, pero para el peregrino literario la atmósfera se ve empañada por el triste final de sus días. En la entrada del museo, habitaciones contiguas muestran las zapatillas de baile de Natalia y las pistolas de duelo de Pushkin, guardadas como si fueran ornamentos navideños.
Las habitaciones que dan al Moika son tan elegantes como cualquier aristócrata literato pudo haber deseado: ventanas y techos altos, alfombras rojas y doradas. Alrededor de cuatro mil volúmenes cubren las paredes del estudio de Pushkin con el característico marrón y dorado del cuero estampado; su precioso bastón y sable turco están a mano; una luz tenue de las tres ventanas que dan al patio cae en los papeles y libros del enorme escritorio gastado. En la profundidad de las sombras, debajo de las bibliotecas está el sofá de nogal donde el poeta se desangró mientras soñaba que ascendía por los libros.
David Laskin
Traducción: Andrea Arko

Datos útiles

Cómo llegar

En avión US$ 1300
Hasta St. Petersburgo, de ida y vuelta, con impuestos.

Dónde alojarse

Hotel Astoria, Bolshaya Morskaya Ulitsa, www.astoria.spb.ru , a una cuadra del Monumento a Pedro el Grande, con habitaciones para dos desde 390 dólares.
Kempinski Hotel, Moika, www.kempinski.com , frente al Ermitage. Dobles desde 387 dólares.

Dónde comer

Café Literario, Nevsky Prospekt 18. Un almuerzo para dos, sin vino, ronda los 40 dólares.
Kavkaz Bar, Karavannaya Ulitsa 18. A unos pasos del Monumento a Pushkin, en la Plaza de las Artes, sirve especialidades georgianas y un almuerzo para dos sin alcohol ronda los 60 dólares.

Recorrido Pushkin

Museo del Departamento de Pushkin, 12 canal Moika. Cerrado los martes y los últimos viernes de cada mes. Entrada 7 dólares, a 29 rublos el dólar.
El Jinete de Bronce es la estatua de Pedro el Grande, en la Plaza de los Decembristas.
El Liceo, institución educativa donde vivió y estudió Pushkin, está en la ciudad de Tsarskoe Selo, a 24 km de San Petersburgo. Cerrado los martes, entrada 7 dólares. Ubicado al lado del Palacio de Catalina, cuya entrada cuesta 3,50 dólares.
A tres cuadras del complejo del Palacio está la Dacha de Pushkin, donde el poeta pasó cuatro meses luego de su casamiento. Se conserva el sofá donde escribió las últimas líneas de Eugene Onegin. Admisión, 1,70 dólares.

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