En el cine, la belleza parece expandirse fuera de la pantalla. La arena finita, el agua turquesa, la bahía cerrada. Una playa perfecta, íntima, soñada. El personaje de Leonardo DiCaprio en The Beach siente lo mismo cuando la descubre, y la contempla embobado.
En la realidad y por el momento, hay que imaginar esa postal, porque se atestó tanto de turistas, que el gobierno de Tailandia decidió cerrar Maya Bay por cuatro meses para preservar sus recursos naturales. Pero pronto podrá volver a ser admirada en vivo: reabre el 1° de octubre.
Parece un decorado. Pero este escenario es real como el sol que lo abrasa y se encuentra en la provincia de Krabi, más precisamente en el archipiélago Phi Phi, al sur de Tailandia, conformado por seis islas en su mayoría inhabitadas.
Para pasar el día tirado sobre la misma arena que pisaron decenas de estrellas de Hollywood, hay que invertir una hora de viaje en lancha desde el continente y llegar al archipiélago de Phi Phi, ubicado dentro del Hat Noppharat Thara-Mu Koh Phi Phi National Park. De las seis islas que lo componen, sólo la más grande (Phi Phi Don) tiene resorts. La otra isla emblemática de este conjunto es Phi Phi Leh, pero justamente por ser la que alberga a Maya Bay.
La playa elegida para este film estrenado en el año 2000 queda a orillas del mar de Andamán, a unos 800 kilómetros de Bangkok, la capital de Tailandia, y 165 al este de la bulliciosa Phuket, meca hasta ahora de los turistas argentinos que visitan ese país.
El agua es tibia, turquesa y poco profunda (es una bahía muy cerrada por murallones de piedra altísimos) y tiene un frente de arena de unos 300 metros sin nada de sombra. Los que están a punto de insolarse buscan refugio en los laterales, debajo de los acantilados. Se la puede cruzar caminando apenas unos 200 metros por un sendero selvático, y esta vez sí sombreado, hasta desembocar en una cueva que resulta ideal para bucear. En el centro de la isla hay un barcito que además de bebidas ofrece helados y snacks.
A menos que se llegue a primerísima hora de la mañana, es imposible enganchar señal de wifi por la cantidad de gente que se apiña en la arena, así que hay que controlar la ansiedad por contar que se está en la playa de DiCaprio hasta que la lancha se acerque un poco al continente.
Toda la zona fue set de varias películas: escenas de Star Wars, algunas de las aventuras de James Bond y un montón de films sobre piratas. Hay motivos para elegir estos paisajes. Por un lado, la majestuosidad de las vistas; por otro, las particularidades de un destino en el que hay excentricidades como los nidos comestibles de golondrinas. Les adjudican poderes medicinales (especialmente para los pulmones) y los recogen con bastante dificultad de recovecos en cuevas y acantilados junto al mar, en épocas en las que ya las crías los han abandonado. La albúmina con la que estas aves los construyen es aprovechada en sopas que, según explican, termina teniendo gusto a caldo de pollo.
La meca de los escaladores es Rai Le Beach, con acantilados que ofrecen más de 700 rutas de trepada. Estas formaciones rocosas arman paredones que se cierran como pórticos y dan origen a bahías por las que pasa apenas un barquito por vez.
Por una de esas entraditas es posible asomarse con la lancha a una bahía en la que no hay arena, sólo paredones de piedra, así que para darse un chapuzón no queda otra que saltar. El bote echa el ancla en Phi Phi Leh, en un espacio conocido como Pileh Lagoon que es una cruza de playa de estacionamiento con piscina. Allí, junto a cada una de las embarcaciones, se apiñan decenas de turistas chinos que usan chaleco inflable y salvavidas (sí, las dos cosas juntas) y algunas mujeres suman una cofia en la cabeza.
En 2004 un tsunami arrasó Phi Phi (y otras ciudades fuera de Tailandia) y en estas islas causó más de 1000 muertos, muchos de los cuales eran turistas. Hubo olas de 12 metros y agua que embistió con una fuerza de 800 km por hora. En ese momento, el país no tenía experiencia en este tipo de catástrofes. Hoy cuenta con un sistema nacional de alertas que avisa de cualquier anomalía con horas de anticipación y protocolos de evacuación (hay carteles en cada isla indicando la ruta más apropiada, montaña arriba), y el triste episodio se conmemora con un memorial para las víctimas, ubicado en Koh Hong.