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 • HISTORICO

Ruta 1: de San Francisco a Los Angeles

El trayecto por la costa californiana se destaca por sus paisajes de postal, mansiones, viñedos, ciudades célebres y no tanto, y un sinfín de curiosidades




Por momentos, en alguna de las dóciles curvas de la ruta 1, el conductor se olvida de dónde viene y adónde va. El trayecto pasa a ser el destino. El trayecto, y esos paisajes de mar azul, montaña, bosques que se elevan hasta donde la vista no llega. El auto se incorpora al zigzag del pavimento y el conductor no tiene más que bajar la ventanilla, sentir la brisa, respirar hondo, y pensar que si algún día California se hunde, como predicen algunos estudios geográficos, al menos lo hará en un lugar perfecto.
Las rutas y pueblos que bordean la costa californiana entre San Francisco y Los Angeles hacen de esos 550 km uno de los paseos predilectos de aquellos que salen con el auto a recorrer Estados Unidos. El trayecto se puede cubrir en una semana o en un día. Vistas marítimas, bosques de árboles gigantes, pueblos amigables, mansiones de lujo, hoteles increíbles, castillos… sobran motivos que ameritan parar seguido y tomarse el viaje con calma.
La 1 es una ruta estatal y contiene el tramo más famoso y transitado de la zona: las 90 millas (144 km) que unen la zona de Big Sur con la ciudad de San Luis Obispo. Pero al norte y al sur de ese trecho, entrecruzándose con la autopista nacional 101, hay otros puntos en los que interesa detenerse.
  • Santa Cruz. Saliendo de San Francisco, 100 km hacia el Sur, el primer atractivo es la ciudad de Santa Cruz, que lo único que tiene en común con la provincia argentina es su nombre y la temperatura del agua que baña sus playas. Una ciudad de estudiantes, donde se puede ver los últimos rastros del hippismo californiano. Es además una de las cunas del surf, y hasta tiene un museo dedicado al deporte que adoraban los Beach Boys. Los alrededores también tienen puntos de atracción que justifican pasar una noche en la ciudad. Uno de los más célebres y bizarros es el Mistery Spot, una ladera de montaña donde ocurren extraños fenómenos físicos: los objetos ruedan cuesta arriba, los niños parecen más altos que los adultos y uno camina torcido, como sostenido por el aire. El tour dura 45 minutos y cuesta US$ 5.
  • Castroville. Un pueblito que no tendría ninguna relevancia si no fuera porque fue allí donde una joven Marilyn Monroe generó sus primeros suspiros, cuando fue coronada Reina del Alcaucil en 1948. El pueblo se autoproclama, de hecho, “el centro mundial de los alcauciles” y exhibe el alcaucil artificial más grande del mundo.
  • Carmel y Monterey. Dos pueblos simpáticos, prolijos y de los favoritos entre los viajeros de la costa californiana. Pero antes de parar en alguno de ellos, hay un desvío obligado: el 17 Mile Drive, un tramo de ruta privado, por el que se pagan US$ 9 por auto y que, como su nombre lo dice, tiene 17 millas. El camino bordea la costa de la península y atraviesa Pebble Beach, uno de los barrios más caros y lujosos de Estados Unidos, donde se juegan algunos de los más importantes torneos de golf del mundo. El 17 Mile Drive termina a mitad de camino entre Monterey y Carmel, cuyo nombre verdadero es Carmelby-the-Sea, una ciudad similar a Cariló: amable, con playas anchas y un pequeño boulevard comercial. Carmel también es famosa por ser una de las más dogfriendly (amiga de los perros) del país. En las veredas, se ven cada 20 metros platos de agua para los perros. Además es recordada por haber tenido nada menos que a Clint Eastwood como intendente en la década del 80. Un poco más grande y no tan acogedora, Monterey es famosa por su acuario, considerado uno de los mejores del mundo.
  • Big Sur. La zona de Big Sur representa el lado boscoso de la 1. Durante casi 140 km, el sol desaparece tras los árboles enormes que se erigen como granaderos escoltando el camino. Es esa desolación de hojas y ramas la que tentó a escritores como Jack Kerouac y Henry Miller a refugiarse para escribir sus novelas. Y justamente Miller tuvo que ver con la historia de Nepenthe, el bar más famoso de la ruta, casi donde termina Big Sur. Se dice que el autor de Trópico de Capricornio vivió en ese lugar, que tiene una vista perfecta del Pacífico. Los rumores también dicen que Rita Hayworth y Orson Wells fueron los primeros dueños de esa cabaña, que luego se transformó en el célebre bar. Almorzar allí puede rondar los US$ 25 per cápita.
  • 90 millas en la ruta 1. No hay un lugar específico donde parar. Este es el tramo más famoso del camino, repleto de miradores para bajar del auto, contemplar la vista y sacar fotos.
  • San Simeon-Hearst CastleWilliam. Randolph Hearst fue el multimillonario empresario de los medios que inspiró a Orson Welles para su película Citizen Kane. El impresionante castillo que mandó a construir en las colinas de San Simeon es hoy la segunda máxima atracción de California, después de Disneylandia. La única forma de conocer la mansión por dentro es a través de cuatro tours guiados, cada uno se ocupa de un sector de la propiedad. Duran 1.45 h y cuestan US$ 24, incluyendo una entrada a un cine Imax donde se proyecta una película realizada por National Geographic sobre Hearst y su castillo.
  • San Luis Obispo-Madonna Inn. San Luis Obispo es uno de esos lugares en los que nadie pararía si no fuera porque hay un excelente lugar para quedarse. Ese lugar es un hotel llamado Madonna Inn., casi único en su especie. Tiene 109 habitaciones, todas diferentes. Su nombre no tiene nada que ver con la reina del pop: fue construido en 1958 por Alex Madonna, un excéntrico y millonario arquitecto. Algunas de las habitaciones más famosas son la del Hombre de las Cavernas, una gran caverna con paredes de piedra, o La Jungla, con árboles, una ducha en forma de cascada y frazadas imitación piel de cebra. Todo es excesivamente kitsch, hasta el punto de lo cómico. Las habitaciones cuestan, aproximadamente, de US$ 110 a 250. El baño de hombres del restaurante es también famoso: el mingitorio es una cascada de dos metros de ancho.
  • Santa Barbara. El último punto saliente antes de llegar a San Francisco es Santa Bárbara, otra de las misiones fundadas por los españoles en California, reconstruida luego del terremoto que destruyó buena parte de la ciudad en 1925. La arquitectura de Santa Bárbara muestra una clara influencia española. Pero uno de los puntos más atractivos de la ciudad son sus alrededores, con cerca de 100 viñedos, muchos de los cuales abren sus puertas a los visitantes. El precio de la botella de vino ronda los US$ 25, aunque puede variar mucho, dependiendo de la calidad. Otra opción es quedarse en los salones de cata y hacer un tasting, unos US$ 10; o sea, probar un poco de cada uno de los vinos de la bodega, como hacían Miles y Jack, los personajes de Entre copas .
  • Solvang. Este pueblo, a unos 10 minutos de Santa Bárbara, es una colonia danesa fundada en 1911 y hoy un punto ciento por ciento turístico. Todo, desde la arquitectura hasta los molinos y las galletas de manteca, busca emular la estética de Dinamarca.
C. W.

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