San Petersburgo es un canto a la cultura

Y junto con su nombre también ha cambiado su destino: de ser la capital de uno de los imperios más grandes de la historia bajo el reinado de los zares, pasó casi al olvido durante la Segunda Guerra Mundial. Fue un remanso apartado durante la década del 90, y, finalmente, renació en este último tiempo debido a que uno de sus hijos famosos, Vladimir Putin, gobierna en el Kremlin.

San Petersburgo es llamada también la Venecia del Norte o la capital cultural de Rusia, y es una de las capitales más jóvenes de Europa. Pero ha preservado su centro histórico, tanto en estructura como en espíritu. Hace más de cien años constituía un centro cultural y científico de vanguardia, con algunos de los escritores, poetas, coreógrafos, artistas plásticos y científicos más preeminentes del mundo. La revolución bolchevique y el estalinismo cambiaron radicalmente esa tradición. Aún hoy se perciben fuerzas negativas y positivas. Y quizás esta tensión crea la energía que alimenta una rica cultura.

Hay más de una decena de importantes palacios zaristas en la ciudad y sus alrededores, como Peterhof, Tsárskoe Seló y Pávlosk; la entrada a cualquiera de los tres cuesta 8 dólares.

Los palacios de Tsárskoe Seló y Pávlosk quedan aproximadamente a 5 km, y se llega allí con el tren suburbano que parte de la estación Vitebski (la estación Pushkinskaya del metro), o en minibús partiendo de la estación Moskovski Prospekt del metro en el sur de la ciudad.

Aproximadamente a 30 km al sudeste de San Petersburgo está Peterhof. Un hidrofoil sale cada media hora del embarcadero frente al Hermitage. El costo de este paseo espectacular por el golfo de Finlandia cuesta alrededor de 10 dólares e incluye la entrada a los jardines del palacio, pero no a todo su conjunto. El Hermitage es famoso por sus Rembrandt y sus obras de arte impresionistas y posimpresionistas, al igual que por sus joyas de oro antiguas. Abre de martes a domingo, de 10.30 a 18. El valor de la entrada es de 8 dólares. El Museo de Arte Ruso alberga la colección más grande de arte ruso del mundo, desde iconos antiguos hasta obras de maestros de vanguardia como Casimir Malevich y Vasily Kandisnki.

El Museo de Dostoievski, el departamento donde el célebre escritor pasó los últimos años de su vida. Los dos pisos incluyen su estudio y copias de sus manuscritos.

Una vista inolvidable es cuando se abren los puentes levadizos, cuando el sol se recuesta en el horizonte. Hacia la 1.30, una multitud se congrega a ambas orillas del río, cerca del hotel Hermitage, para ver cómo se elevan los cuatro puentes de la ciudad, para permitir el paso de los barcos cargueros. El espectáculo termina a las 5.

En mayo se celebra el aniversario de la ciudad y todos los años las actividades al aire libre se multiplican. La principal arteria de San Petersburgo, la Nevski Prospekt, se viste de fiesta y por allí pasa el desfile hasta la plaza del Palacio. En mayo de 2003 cumplirá 300 años y ya han comenzado los preparativos para el gran acontecimiento.

Como San Petersburgo pasa gran parte del año con frío y en la oscuridad, la ciudad se libera cuando llega el breve verano con sus Noches Blancas radiantes, que van desde junio hasta principios de julio, cuando el sol desaparece por sólo dos horas. Constituyen un gran desahogo para la ciudad. Durante esos días la gente disfruta de muchos espectáculos en palacios, teatros y museos.

En avión US$ 1220
ida y vuelta, con tasas e impuestos incluidos.

Si bien es un destino apto para visitar en cualquier época del año, hay que tener en cuenta que la temperatura promedio de enero es de -8ºC, y puede bajar hasta -15º si es un día muy frío.

Embajada de Rusia - Guido 1677; 4812-1794. Atiende los martes, de 15 a 19, y los viernes, de 9 a 13.

John Varoli
(Traducción de Andrea Arko)