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 • HISTORICO

Singapur: gran ventana del sudeste asiático

A su próspera economía se suma la condición de puente natural de las culturas entre Oriente y Occidente; además, limpieza, orden, hospitalidad y buena cocina




SINGAPUR.- "Probablemente no haya ningún lugar en el mundo donde confluyan tantas nacionalidades ni donde uno escuche tantos idiomas diferentes." La frase aparece en una guía turística de Singapur de 1908, pero conserva la más absoluta actualidad. Porque esa pequeña isla de 692 kilómetros cuadrados enclavada en el extremo sur de la península malaya ha sido considerada, desde siempre, un puente natural entre Oriente y Occidente, por su estratégica ubicación geográfica.
Claro está que Singapur es mucho más que esa combinación cultural fascinante. Es un polo de desarrollo económico envidiable, un paraíso de la limpieza y el orden, una cocina especiada y deliciosa, y una población amable y sonriente. Y por su calor tropical los 365 días del año, un destino con atractivos suficientes como para aprovecharlo al máximo, y que pugna por ser reconocido como un eslabón único en el exótico circuito turístico del sudeste asiático y no tan sólo un lugar de paso efímero.
Un buen punto de partida para la experiencia singapurense es el centro colonial, cuya arquitectura refleja la influencia británica, especialmente en el Club de Criquet, tras lo cual se hace imperioso un paseo por el muelle. Antiguamente repleto de piratas, sir Thomas Stamford Raffles recaló allí en 1819 y decidió crear un puerto comercial, necesario en virtud del abundante intercambio de mercancías que existía entre Gran Bretaña y China.
Ahora, lejos de caras amenazantes con parches en los ojos hay hordas de visitantes que recorren los restaurantes al aire libre, los comercios y los embarcaderos Clarke y Boat Quay, desde donde pueden tomarse los bumboats, botes tradicionales que dan la vuelta a la isla para contemplar, entre otros sitios de interés, el Merlion, la estatua del león con cuerpo de pez que constituye el símbolo nacional, emplazado en la desembocadura del río Singapur.
El recorrido puede continuar en los barrios étnicos. Uno de ellos es Little India, en cuya calle principal, Serangoon Road, el febril paso de los comerciantes se confunde con la parsimonia de los adivinos y astrólogos que ofrecen sus servicios por pocas monedas. Allí, el perfume de los sahumerios de los bazares cede paso, pocos metros más adelante, al olor de las especias y los picantes de los puestos de venta de comida tradicional, o el de frutas, verduras y pescados que atiborran el típico mercado Tekka. Y desde las vidrieras sorprende el brillo de las joyas o el color de las flores.
La siguiente escala étnica es Chinatown, espejo de la inmigración de las postrimerías del siglo XIX, que puede atravesarse en los triciclos trishaw -medio de locomoción óptimo para recorrer la calle Telok Ayer-, ver el templo Thian Hock Keng (De la Felicidad Celestial) al que acudían los primeros chinos para agradecer haber llegado a salvo a destino, la mezquita Al Abrar o el templo hindú Sri Mariamman, de 1843.
El paseo por el centro de la ciudad no estará completo sin un recorrido por Orchard Road, un paraíso para el consumidor voraz, con modernísimos shoppings, de arquitectura colosal.
Ya fuera del radio céntrico hay dos visitas ineludibles: durante el día, el Parque de Pájaros Jurong, el más importante de la región, visitado anualmente por un millón de personas, y que puede explorarse a pie o en un modernísimo monorriel. Alberga unos 8000 ejemplares e incluye, entre otras atracciones, un hábitat similar al del Polo Sur donde se exhiben pingüinos y un sector en el que todos los días, a la misma hora, se simula una tormenta tropical.

De noche espera el zoológico

Por la noche, el safari nocturno, primer zoológico del mundo que abre sus puertas cuando los demás las cierran, constituye una experiencia única. A media hora de automóvil del centro, bajo una iluminación artificial que reproduce el fulgor de la luna, las 40 hectáreas del parque albergan unos 1200 animales, entre ellos buitres, lobos, jirafas, hipopótamos, hienas, tigres, elefantes asiáticos, tapires, leones, búfalos y chacales. Hay senderos para recorrer el paseo a pie y otros para hacerlo en un simpático vehículo con guía incluido.
Un consejo: si quiere terminar una noche a lo grande, reserve una mesa en el Equinox, complejo de bares y restaurantes situado entre los pisos 68 y 72 del Raffles City. El brillo de las luces de la ciudad es una imagen impactante que vale como broche final.
Por Patricio Bernabé
Enviado especial

Isla Sentosa, la favorita

Considerada la joya de la corona, la diminuta isla de Sentosa, al sur de Singapur, es la apuesta más fuerte en materia turística, con inversiones que trepan hasta los 4100 millones de dólares para los próximos diez años. Se accede en un servicio de funicular que permite ver desde el aire el siempre activo puerto de Singapur, con un promedio diario de 400 barcos anclados. El principal atractivo de la isla lo constituye el Mundo Submarino, que posee un gigantesco acuario que puede atravesarse gracias a un túnel subacuático de 100 metros de largo, lo que permite al visitante observar hacia los costados y desde abajo tiburones, rayas, barracudas, medusas, manatíes, pulpos y todo tipo de criatura marina.

Raffles, entre fama, lujo e historia

Fundado en 1887, el hotel Raffles es uno de los pocos del siglo XIX que sigue en pie en el mundo. Y luce como nuevo, para revelar todo su esplendor, el mismo que le hizo valer el apodo de La vieja dama del Este.
Por sus lujosas habitaciones pasaron, entre otros, Joseph Conrad, Rudyard Kipling, Charles Chaplin, Noel Coward, Ava Gardner, James Michener, André Malraux, Pablo Neruda y, por supuesto, William Somerset Maugham, que escribió su primera colección de cuentos cortos mientras estaba alojado en el hotel y cuya prosa reflejó el esplendor colonial de la península de Malaca. Y fue allí donde los británicos eligieron rendirse en 1942 ante el avance japonés, a su modo, mientras entonaban "There´ll always be an England".
Tras años de decadencia y deterioro, en 1989 se decidió cerrar el Raffles por 30 meses para realizar una restauración completa, a un costo de 94,5 millones de dólares. Y la espera valió la pena. El trabajo incluyó, entre otras cosas, el rescate de 400 muebles, 8000 piezas de plata y porcelana; la instalación de alfombras persas sobre los estupendos pisos de madera de las 103 suites, y la renovación tecnológica de los servicios, con lo que se combinó lo mejor del presente con el refinamiento y la elegancia del pasado.
El Raffles cuenta con restaurantes de distintas cocinas del mundo, bares, una galería comercial con 50 locales, museo, teatro con 380 butacas, sala para congresos, escuela de gastronomía, jardines tropicales con 50.000 plantas, spa y pileta de natación, entre otras comodidades.
"No sólo el lugar es especial, el trato también lo es, porque nosotros consideramos que tenemos residentes, no huéspedes", comenta Javier Rosenberg, un argentino que ocupó cargos en varios hoteles internacionales y que se desempeña como gerente general del Raffles.

Datos útiles

Cómo llegar

En avión US$ 1800
Hasta Singapur, ida y vuelta, con tasas e impuestos.

Alojamiento

Hay aproximadamente 35.000 habitaciones en hoteles de todas las categorías para elegir. Los más económicos tienen un precio de alrededor de 50 dólares. Los de categoría media, entre 60 y 120 dólares, y los más lujosos superan los 200 dólares.

Traslados

Hay un pase para turistas para los medios de transporte urbanos (tren y ómnibus) que permite 12 viajes en el día; cuesta 6 dólares. Un viaje en taxi de 30 minutos, alrededor de 12 dólares.

Paseos

Una vuelta en trishaw de media hora por el centro cuesta 15 dólares, para tres personas. Paseo en barco nocturno, de tres horas y media, 25 dólares por persona. La entrada al Zoo es de 8 dólares. Para el Night Safari, 15 dólares.

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