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 • HISTORICO

Solas en el camino

Las edades, los medios de transporte y los destinos son diferentes. Pero estas mujeres comparten ese impulso viajero que les impide quedarse quietas y las lleva a recorrer el mundo por caminos alternativos, al margen de los estereotipos y con la mente, el corazón y los ojos bien abiertos




En moto de Ushuaia a Alaska

Es mujer y viaja en moto sola. Guadalupe Araoz, de 34 años, se animó a romper el estereotipo de que las motos son para los hombres y ahora recorre el mundo en dos ruedas con el viento en la cara
Esta economista que hace cuatro años dejó su trabajo en una multinacional del mercado de capitales, se subió por primera vez a una motocicleta en un viaje por el sudeste asiático y desde entonces la adoptó como su gran e inseparable compañera de ruta. Ya recorrió algunos países asiáticos y toda América, de Ushuaia a Alaska. Ahora está por comenzar un viaje épico de dos años por África, desde Marruecos a Sudáfrica por caminos secundarios y sigue con la idea fija de recorrer cada país del mundo con un presupuesto mínimo. Saca fotos, escribe sobre viajes para varias publicaciones y en su blog hastaprontocatalina.com, dedicado a su gata Catalina, que la espera en Buenos Aires.
En Bali, se animó a probar la moto sola porque se lastimó un pie y no podía caminar bien. "Era aprender o aprender. Lo que no me imaginaba era el disfrute y la conexión con la tierra que me traería. El viento te acaricia la cara y te sentís viva. Allá podés manejar como a mí me gusta: lento, en sincronía con lo que te rodea. Casi no hay autos ni camiones: las motos son mayoría. Fue amor a primera vista o a primera subida", recuerda.
Guadalupe Araoz, la chica de la moto

Guadalupe Araoz, la chica de la moto

Sus viajes son lo más gasoleros posible: viaja con la carpa para acampar y cocinarse, hace couchsurfing, la comunidad que le permite dormir en casas de locales sin pagar y maneja un presupuesto de apenas 300 dólares por mes.
Apenas comenzó el viaje se le hizo duro. Cada mes se preguntaba si estaba tomando la decisión correcta, si en realidad era una locura del momento a la que le tenía que poner un freno, pero siguió porque viajar es su nuevo modo de vida.

Un mundo de hombres

No es una improvisada: algo de mecánica sabe y quiere seguir aprendiendo. Puede cambiar la cadena y arreglar el carburador y por ahora no le pasó nada complicado.
"Por un lado, ser mujer y viajar sola es más fácil en la ruta porque la gente para el auto si la moto está descompuesta, sienten menos desconfianza. La gente en general te trata de ayudar. Pero el mundo del motociclismo es de hombres. Si bien en el último tiempo las mujeres están comenzando a abrirse paso, el proceso es lento".
Aunque viajó un mes con una amiga bloggera por Paraguay, hace culto del viaje en soledad: "En general no puedo viajar con quien sea. Es algo muy íntimo, ambos tienen que tener un ritmo parecido, trabajar durante el viaje en algo itinerante y respetarse los momentos de soledad. Me encantaría viajar de a dos pero sólo si nos suma a ambos. No es una necesidad, sola estoy bien y soy feliz."
Así que, en unos meses, después de comprarse una nueva moto en España comenzará a desentrañar el Continente Negro. "Soy consciente de las guerras internas, de los riesgos de estar sola siendo mujer. Aún así me propuse ir."

Una mochilera de 82 años

Un viaje que duró nueve meses le hizo "ver el mundo de una manera distinta". Con su mochila a cuestas visitó 46 países y comenzó a cumplir su sueño de dar la vuelta al planeta. La española Kandy García Santos, más conocida como la Abuelita Mochilera, tiene 82 años y su viaje aún no ha terminado. "Desde que me jubilé y di la primera vuelta al mundo no he dejado de viajar, repitiendo países y lugares que más me llamaron la atención", le cuenta a la nacion.
Después de muchos años ejerciendo como abogada, especializada en derecho penal y civil, esta oriunda de San Sebastián decidió salir con una sola compañía: su mochila. "Ese día me sentí feliz porque durante largos años soñé con el momento de emprender mi viaje en solitario", dice Kandy.
Kandy García Santos, la jubilada nómada que sigue girando

Kandy García Santos, la jubilada nómada que sigue girando - Créditos: Shutterstock

Entonces su rutina cambió para siempre. "Voy a un país y lo recorro entero, tomo autobuses locales, voy de norte a sur, de este a oeste, y cuando ya lo conozco, me marcho a otro lugar". Argentina, Estados Unidos, Australia, Hong Kong, Nepal, Tailandia son algunos de los lugares que visitó en solitario y actualmente se encuentra en el sur de la India para continuar por Laos y Vietnam.
Las reacciones de los viajeros que se cruzan en su camino son de sorpresa y admiración. "Suelen ser jóvenes mochileros porque siempre me hospedo en hostels. Al ver a una persona tan mayor con mochila, se extrañan bastante -reconoce- Pero nunca me sentí juzgada. Creo que simplemente no ven muy normal que una abuela viaje sola".
Nunca dudó en emprender el recorrido y sus miedos se disiparon apenas entró en contacto con los primeros destinos. "Siempre se teme un poco a lo desconocido. Pero eso no duró mucho: a los pocos días de darme cuenta lo que realmente había empezado a hacer, mis temores se transformaron en ilusión y deseo de continuar el viaje".
Sin embargo, admite que hubo algunos momentos no tan felices: "En Hong Kong fui víctima de chantaje y me arrestaron. En Colombia un encapuchado subió al autobús donde yo viajaba. Buscaba secuestrar turistas para luego pedir rescate a las familias".
Incluso con esas malas experiencias, Kandy continúa eligiendo destinos y sellando su pasaporte. "Cuando descubrí todos esos mundos pensé que era imposible volver a lo de antes. Mi mentalidad cambió por completo después de vivir cada día una sorpresa y al comprender que no necesitaba nada más para vivir que lo que me cabía en una mochila de cinco kilos".
Desde hace años eligió ser una viajera solitaria y hoy confirma que es la mejor manera de hacerlo: "Puedo ir adonde quiero, estoy el tiempo que me parece oportuno y visito los lugares que sólo yo deseo ". En 2014 realizó su único viaje acompañada: logró que diez amigas tomaran sus mochilas y salieran -por primera vez- de España para embarcarse en una aventura por la India.
Así como lo hizo con sus amigas, Kandy siempre intenta alentar a los mayores a que se animen a hacer a aquellas cosas que se suponen sólo aptas para gente joven. "Quiero decirle a la gente mayor que el mundo no acaba cuando se jubilan, sino que empieza. Y que es mejor cansarse que oxidarse".
abuelitamochilera.com

Viajar como modo de vida

Ángeles D'Errico, de 29 años, es una viajera solitaria, que recorre el mundo desde hace casi cinco años y tiene por delante más planes por medio planeta. "Me gusta tener la libertad de decidir, de irme o quedarme en un lugar el tiempo que quiera sin tener que consultarlo con nadie. Me acostumbré a viajar sola y me sería muy difícil tener que ponerme de acuerdo en lo que quiero hacer", afirma desde su casa en Junín, en un alto en su viaje para escribir un libro sobre sus experiencias, una ampliación de su blog http: titinroundtheworld.com, donde se la puede seguir a diario.
En 2012 empezó viajando con su pareja de entonces por Nueva Zelanda, pero enseguida, después de unos meses, cada uno tomó rumbos diferentes. Él volvió a su trabajo y ella decidió que su vida continuaría en el camino, de país en país, de cultura en cultura.
A pesar de haberse recibido de traductora, dejó su profesión, su vida rutinaria y hasta le hizo frente a su familia, que no estaba para nada de acuerdo con que viaje sola.
Ángeles D’Errico, en plena vuelta al mundo

Ángeles D’Errico, en plena vuelta al mundo

"¿Cómo te vas a ir sola?, me decían. Pero ahora se acostumbraron. Creo que los miedos son por desconocimiento. En la tele siempre se ven las cosas malas, no las buenas, pero la realidad es que más del 90% de las personas de cualquier país son buenas y siempre, cuando me ven sola me tratan de ayudar, de proteger y de defender si es necesario. Encontré mucha solidaridad. Hay que estar atentos para esquivar a ese 10% de gente mala".
Como en el aeropuerto de Mongolia, que mientras tomaba un café, un vendedor ambulante se puso violento porque Ángeles no le compró y enseguida un grupo de mujeres mongolas que no la conocían saltó a defenderla, y hasta se ofrecieron a llevarla en auto al hostel que tenía reservado.

De Corea a Rusia

Como viajera solitaria, Ángeles toma recaudos: averigua sobre sitios peligrosos antes de viajar, consulta y pide consejos en el grupo de Facebook Soy Viajera, integrada por mujeres y no hace dedo. Como alojamiento utiliza mucho la comunidad Couchsurfing, para alojarse de manera gratuita en casas de locales, pero siempre evita ir a propiedades donde viva un hombre solo.
Después de haber recorrido Australia y Nueva Zelanda donde trabajó en los programas de Work & Holiday que le permitieron ahorrar lo suficiente como para seguir viajando sin apremios económicos un tiempo, se instaló en Corea del Sur un año.
En este caso, luego de mucho buscar logró que la contraten para trabajar en un hostel a cambio de alojamiento y comida y hasta aprendió a hablar coreano. "Recuerdo que al principio había trabajos que no me los dejaban hacer por ser mujer, pero como me enojaba, de a poco fui haciendo cosas que antes estaban reservadas a los hombres". Su última gran aventura fue hacer el Transiberiano, su mejor viaje y donde se sintió por primera vez realmente sola por no poder intercambiar ni una palabra con nadie. Era la única extranjera en un mundo de alfabeto cirílico y palabras incomprensibles. Nadie hablaba inglés, pero de todas maneras, le convidaban vodka, y hasta se sacaban fotos con ella por ser exótica. Así, en la más absoluta soledad por Siberia, considera que fue la mejor experiencia.

La navegante que cruzó el Atlántico

La navegante récord Aurora Canessa

La navegante récord Aurora Canessa

El 3 de julio de 2011 Aurora Canessa llegó con su velero Shipping a la Marina Cascais, en Portugal. Dos meses después de zarpar de la isla caribeña de Sint Maarten, se convertía así en la primera argentina en atravesar el océano Atlántico en solitario, como única tripulante del velero Shipping, sobreviviendo a tormentas, falta de comida, agotamiento y otras vicisitudes. Un detalle: Aurora tenía entonces 66 años.
Marzo de 2017, la navegante está en tierra firme. Más precisamente, en un departamento que mira al puerto de Piriápolis, en Uruguay. "El 1° de abril me voy a buscar mi barco, que está en Venecia, y vuelvo a navegar. Después de prepararlo, algo que lleva tiempo y esfuerzo, haré todo Grecia y Turquía. ¡Cuatro meses!", cuenta, ansiosa, desde donde vive hace diez años. Bueno, donde pasa las pocas semanas en que no navega.
Desde el cruce del Atlántico, Canessa navega durante la mayor parte del año a bordo del Shipping, un velero de 32 pies de eslora (más de 9 metros), "un diseño de Pandora, que se portó muy bien".
"Casi siempre estoy sola. Si en alguna etapa viene alguien, porque siempre hay un familiar o un amigo o mi maestra de reiki, me encanta; amo compartir, no es que sea una militante de la soledad. Pero lo único que tengo confirmado es que... yo voy. Después, no sé."
Canessa comenzó a navegar a los 40, después de divorciarse. Su primer hito con cobertura mediática fue navegar (con tripulación) a las islas Malvinas en 1992, justo a diez años de la guerra. En 2005 ganó la regata de las 500 millas del Río de la Plata y en 2011 recorrió 6500 kilómetros sola, superando una rotura de motor y dos huracanes.
En su constante paso por puertos europeos, dice que jamás se cruzó con otra navegante solitaria. "Nunca. Casi no hay. Somos muy pocas, unos bichos raros. Los hombres también, claro. Pero las mujeres más, por eso me reciben tan bien en todos lados. En Italia, por ejemplo, que la recorrí toda, de punta a punta, la Liga Naval me otorgó un nombramiento honorario por el que no pago nada en ningún puerto. Hace cuatro años, convoqué vía Facebook a todas las navegantes del mundo a acompañarme por el Mediterráneo y vinieron siete."
A partir de su experiencia, Aurora suele dar charlas inspiradores para otras mujeres. "Me gusta esa parte también. Porque, aunque navego mucho sola, como verás... ¡hablar no me cuesta nada! Y a muchas mujeres les sirve. Tengo 72 años. A mi edad, muchísimas mujeres ya están esperando la muerte. Y de pronto se encuentran con alguien que a los 66 años cruzó el Atlántico sola, que a los 72 anda dando la vuelta por Europa. Me interesa dejar el testimonio de que se puede."
Ahora, Canessa planea volver a enfrentar el Atlántico. "La idea era hacerlo a diez años del primer viaje, pero lo veo más para 2020", dice esta vecina de Piriápolis que eligió ese lugar sin conocerlo, a partir de un sueño. "A veces tengo sueños premonitorios. Y en este caso vi un cartel que decía Piriápolis. Me vine una semana con mi barco y supe que éste era mi lugar en el mundo".

Pionera de los viajes de aventura

Ser mujer y viajar sola no es algo del siglo XXI. Hubo muchas audaces a las que no les importó que las miren mal en tiempos en que las mujeres no iban solas demasiado lejos.
Una de ellas es la escritora, periodista y maestra Ada María Elflein (1880-1919), que dedicó varios años de su vida a viajar por el país, Chile y Uruguay, fue una precursora del turismo aventura e incentivó a las mujeres a viajar.
Escribió crónicas de viaje en el diario La Prensa. En uno de esos artículos, de 1918, alentaba a las mujeres: “¡Cuántas señoras y niñas pasan el verano tristemente en sus casas por no tener un padre, un hermano o un esposo para acompañarlas! Pienso que si se reuniesen, formasen pequeños grupos o grandes comitivas, prescindiesen de las tradiciones moriscas y salieran a gozar de las bellezas de nuestra tierra, pronto adquirirían la convicción de que en todo momento las rodeaba la exquisita cultura argentina.”
Después de uno de sus viajes escribió: “Me guiaba en este viaje –como en los anteriores– el interés de animar a nuestras mujeres a deponer sus temores y lanzarse a viajar, no diré solas, pero de a dos o tres, o cuatro, independientes y movedizas, olvidadas de prejuicios y falsos escrúpulos, valientes, briosas y alegres.”
Viajó en trenes pintorescos apretujada entre pasajeros y equipajes, en automóviles compartidos , navegó en barco a remo por los lagos del sur y cruzó en balsa a polea el río Neuquén.

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