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 • HISTORICO

Sudáfrica diferente

Recorrido por tierra zulú para conocer la cultura de esta etnia y sus impactantes paisajes. Además, una vuelta por Johannesburgo y todas las pistas para hacer safaris




La camioneta, una pequeña combi blanca, marcha repleta de gente. Son hombres y mujeres vestidos de blanco y colores chillones. Algunos llevan vistosos peinados. Se los ve contentos. Cantan, se mueven en sus asientos y aplauden marcando el ritmo de la canción que suena a todo volumen en el interior. Es temprano a la mañana. Cualquiera puede imaginar que se trata de un grupo de amigos rumbo a alguna fiesta o celebración. Nuestra guía despeja las dudas: se trata de un bus-taxi común y corriente. Y sus ocupantes son, seguramente, desconocidos entre ellos. "A los sudafricanos les ponés un poco de música y bailan y cantan sin problemas", dice Viji, quien nos acompañará durante este paseo por la ciudad de Durban, una de las más importantes de Sudáfrica y nuestro kilómetro cero en un recorrido que incluirá playa, safaris y el disfrute de una intensa cultura.

La otra cara

Si bien Ciudad del Cabo está identificada como un destino obligado cuando se visita Sudáfrica, Durban (a una hora y diez minutos de vuelo desde Johannesburgo) puede ser un buen punto de partida para conocer otro de los lugares con alto potencial turístico y económico, y el centro neurálgico de Kwazulu-Natal, la provincia que alberga a la mítica cultura zulú.
Es la ciudad más poblada del país -con 3,5 millones de habitantes- y la segunda en el mundo que alberga a inmigrantes indios (la primera es Dubai), que llegaron a Durban en 1860 para trabajar en las plantaciones de azúcar. Hoy su influencia se evidencia tanto en la comida como en muchas construcciones y hasta en tradiciones orientales que algunos nativos abrazaron como propias. Para comprobarlo es recomendable darse una vuelta por el Mercado Victoria, parada obligada para comprar artesanías indias y zulúes, y especias de todo tipo y color. Eso sí, todas picantísimas. Y por más que le juren que alguna no lo es, pruébela y se dará cuenta qué poco acostumbrado tenemos nuestro paladar criollo a los currys como India manda.
La playa es otro de los imanes para el turismo. Toda la provincia cuenta con 340 kilómetros de costa y en Durban se puede recorrer de a pie o en simpáticos carros tirados por hombres los seis kilómetros de la Golden Mille (Milla Dorada), un paseo que bordea las costas bañadas por el océano Índico. De julio a septiembre es la temporada de los surfers, que aprovechan el mar embravecido. Otros optan por hacer buceo y sumergirse en el mar para nadar con tiburones.
Quienes viajen con chicos tienen la opción de visitar el uShaka Marine World, un gran oceanario (el quinto en tamaño del mundo), con delfines que siguen coreografías de sus entrenadores, orcas que saltan y shows con música estridente.
El centro histórico de la ciudad bien vale una caminata para conocer el correo, la biblioteca, el Ayuntamiento y los lugares que Mahatma Gandhi visitó durante los once años que vivió aquí defendiendo los derechos de sus compatriotas. Mezclado con construcciones victorianas, legado de la colonización británica, se pueden ver varios edificios modernos. Como el Moses Mabhida, el estadio construido para el Mundial de fútbol de 2010 y que hoy se puede visitar y recorrer desde las alturas por un monorriel que atraviesa su inconfundible techo corredizo.
Al atardecer, paseo obligado por Florida Road, la arteria gastronómica donde se puede dar con restós de comida india, internacional y sudafricana. Dato importante: recomiendan volver en taxi si ya es de noche. Sudáfrica cuenta con férreos controles, pero la inseguridad, como en muchas partes del mundo, puede encontrarse a la vuelta de la esquina.

Al encuentro del rey de la selva

Apenas quedan restos de luz natural. El sol se pone sobre la sabana que, a esa altura, parece interminable. La camioneta, una 4x4 preparada para trasladarse en terrenos imposibles, se detiene. Su conductor, Christian Sperka, un alemán fortachón y locuaz, pide que nos callemos. El silencio, el nuestro y el del entorno, se interrumpe con un sacudón de ramas que se aplastan cada vez con más fuerza. A poco menos de cincuenta metros se abre paso entre la vegetación un elefante de mediana estatura. Detrás suyo asoma otro. Y otro más. Y una pequeña cría que sigue a la manada. Parece un programa de la National Geographic, en vivo y en directo, pero el encanto dura poco. Del grupo se desprende una mole de seis toneladas, el jefe de la manada, que nos enfrenta con sus enormes colmillos mientras sacude la cabeza y resopla con su trompa. Se acerca y acelera el paso. Christian pone marcha atrás mientras le da el grito de alerta a Behki, su driver y copiloto. Nos damos cuenta de que caímos en una emboscada y que el espectáculo no es broma. Por detrás, otro elefante nos cierra el paso. Los dos guías golpean el auto con fuerza para espantarlos. Nuestras risas nerviosas se convierten en murmullos y hasta en gritos. Luego de varias maniobras, Christian logra liberar el paso y tranquilizarnos. "Cuando un elefante quiere atacar no hace tanto show. Se dirige a su víctima y la embiste sin más", asegura.
Estamos a 450 kilómetros al norte de Durban. Una combi nos trajo por la ruta nacional 2 hasta Thandar, una de las 15 reservas privadas de Kwazulu-Natal (en la zona hay sólo una nacional). Esta provincia, nos explican, es una de las mejores regiones para hacer safaris.
Después de la aventura con los elefantes, nos alojamos en el lujoso lodge 5 estrellas, en el corazón de las 14 mil ha de la reserva. Para quitar el frío nos ofrecen un poco de café con amarula (el famoso licor sudafricano que se prepara con la fruta del árbol de la marula) y a descansar en una de las nueve suites distribuidas en el parque sin alambrados ni rejas. Por eso nos aconsejan que, si necesitamos movernos a la noche, llamemos a recepción para que alguien nos acompañe, ya que animales peligrosos podrían estar cerca.
Adentro de la suite, la amenaza desaparece, todo es calma y mucho confort. Una cama tamaño King Size corona los 200 metros cuadrados de la habitación. Puertas afuera, un deck con jacuzzi y una terraza que termina en un gran balcón con otra cama al aire libre y toda la sabana en silencio de fondo y como único testigo de una noche perfecta.
Para aprovechar la primera luz de la mañana, nos levantamos a las 4.30 con la idea de seguir a la búsqueda de animales. Con Christian al volante, el objetivo es dar con otros de los Big Five o los Cinco Grandes (león, leopardo, rinoceronte, búfalo y elefante).
En el camino se cruza a toda velocidad un impala y, más allá, un grupo de jirafas que nos ignora al pasar. A un costado, Behki divisa una huella. La camioneta se abre paso en medio de la espesa vegetación. Se trataría de un elefante. Pero el rastro se pierde y nuestras esperanzas de ver más animales, también. Pero un llamado desde otro vehículo nos avisa que a pocos metros se encuentra una manada de leones. Christopher nos traslada hasta que damos con una chita, el animal terrestre más veloz del mundo que, con un chillido agudo y nostálgico, llama a su hermano perdido. Pasa a nuestro lado tranquilo, casi ignorándonos.
El rey de la selva aparece echado al sol, rodeado de tres hembras y cuatro cachorros. "Si nos mantenemos alejados de los cuatro círculos que marcan su propiedad no hay peligro -adelanta Christian-. Y si no bajamos ni nos movemos con brusquedad, no representamos peligro y no atacarán." Ellos descansan y hacen de cuenta de que no estamos.

Datos útiles

  • Cómo llegar

    South African Airways vuela a Johannesburgo, sin escalas, los miércoles, viernes y domingo. Regresa esos mismos días. De allí a Durban hay vuelos diarios, con frecuencias cada dos horas. En temporada baja (28 de febrero al 17 de junio y del 2 de agosto al 2 de diciembre), la tarifa ida y vuelta de Buenos Aires a Durban es de US$ 1260 dólares. En temporada alta, US$ 1420. En clase ejecutiva el valor del pasaje en ambas temporadas es de 5280 dólares.

Dónde dormir

DURBAN
  • Hotel Concierge. En el barrio Windermere, propuesta boutique con 12 habitaciones, a 125 dólares la noche en habitación doble.
  • Reserva Thanda. La noche en una habitación de lujo, con pensión completa y safaris, cuesta 500 dólares por persona. Si quiere disfrutar de su spa, las tarifas de los masajes parten desde los US$ 50, por media hora.
  • Shakaland. La habitación doble, con desayuno, cena y acceso al show cuesta 215 dólares. Pasar el día, con guía, transporte y almuerzo: 16 dólares.
JOHANNESBURGO
  • Fairlawns Boutique Hotel. Cinco estrellas en una villa con 40 habitaciones de cuatro categorías diferentes. La más económica es la suite Grande Chateaux, a US$ 510 la noche.
  • Da Vinci. En plaza Mandela. Más, en www.davincihotel.co.za. Contacto en Buenos Aires, por el 4711-3576.

Qué hacer

  • En Durban. Paseo de dos horas en barco por el estuario de Santa Lucía, con avistamiento de hipopótamos y cocodrilos, US$ 20 con servicio de guía. En un restaurante de Florida Road cuesta unos US$ 25 cada plato.
  • En Johannesburgo. Visita Museo del Apartheid, 7 dólares la entrada para adultos. Visitar la casa de Mandela cuesta cerca de US$ 6. Practicar bungee jumping en las Torres Orlando, US$ 55. Un almuerzo en un restaurante del Soweto, con degustación de platos típicos, 15 dólares.
  • Más información

    Embajada de Sudáfrica. Contacto: 4317-2997. www.sudafrica.org.ar

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