Taberna de un hombre sin límite

Autor de novelas como Miedo y asco en Las Vegas y creador del periodismo bonzo, que buscaba experiencias íntimas y radicales para narrar a los lectores, Thompson vivió sus últimos años -hasta 2005, cuando se suicidó- en Woody Creek, a 15 kilómetros de Aspen, en una casa donde recibía a sus huéspedes con disparos. Pero gran parte de su tiempo lo pasaba cerca de su casa, en Woody Creek Tavern, una curiosa cantina que si bien cambió de dueños se mantiene intacta.

Con cientos de polaroids en sus paredes, además de recortes de diarios, banderas coloridas (Thompson for President, dice una), adornos kitch y la gran cabeza de un búfalo, el lugar recibe comensales a toda hora, con menú mexicano, pero estilo bien estadounidense, hasta tal punto que se encuentra dentro de un parque de casas rodantes. Las camareras, además, llaman a todos honey.

Si uno busca un bar típico de road-movie, éste es el lugar indicado. Incluso se ofrece como locación: "Con su decorado particular, ¿quién necesita un director de arte?", se preguntan en Aspenvalleyfilm.com

Si cada bar y hotel que tuvo a Ernest Hemingway como habitué se convirtió en una mina de oro turística, este lugar, a menor escala, ¿por qué no puede seguir la tendencia? Después de todo, Thompson también era extremo en su menú: desayunaba vodka con hamburguesas. Además de amigo del dueño, George Stranahan, fue su principal cliente y convirtió al sitio en un símil santuario. Cada vez se acercan más turistas, incluso celebridades. Por eso las remeras que se venden como souvenirs advierten del espíritu chismoso del lugar: "Lo que se habla en Woody Creek Tavern nunca queda aquí", aseguran.

Pasaron por aquí algunos de los famosos que asistieron al excéntrico funeral del periodista, que había pedido que sus cenizas se lanzaran en un cohete, y así se hizo. Desde una torre de 47 metros, las mismas volaron entre fuegos artificiales, un sábado por la noche, ante la presencia de amigos como Sean Penn y Johnny Depp, que encarnó al escritor en el cine.

La taberna ( www.woodycreektavern.com ) es también un símbolo veraniego de la región, ya que es parada obligada de uno de los principales circuitos para disfrutar en dos ruedas. Por eso hay en su entrada decenas de bicicletas cada mediodía, bien vigiladas por la escultura de un cerdo que se asoma desde la terraza.