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 • HISTORICO

Tradición, arte y buen gusto bajo cero

Crónica de un paseo por Helsinki, una de las capitales más frías del mundo, en pleno invierno, para descubrir su arquitectura y costumbres, como pescar en un lago congelado o calentarse en un sauna público




HELSINKI.– El termómetro marca -15°C. Desde temprano cae nieve, o lumi en finlandés, aunque para ser precisos si es aguanieve se dice räntä, y si se convirtiera en tormenta sería myräkkä. Los finlandeses están tan familiarizados con la nieve que tienen 40 palabras para denominarla y curiosamente ninguna para el verbo nevar. Lo más cercano es sataa lunta, que significa llueve nieve, y lo dicen con frecuencia.
Helsinki es una de las capitales más frías del mundo, tiene cerca de 620.000 habitantes, y un promedio anual de 120 días con temperaturas que oscilan entre los 0 y los -30°C, según datos oficiales. Es uno de los países con más alta calidad de vida y encabeza las listas de los mejores lugares para vivir, junto con sus vecinas escandinavas Copenhague, Estocolmo y Oslo. Tiene noches blancas en verano y un sol que asoma poco en los meses más fríos. De todas formas, la gente sale de sus casas, algunos hombres pescan en los lagos congelados, y amigos o familiares se juntan para combinar el sauna con una zambullida en agua helada.
El rey sueco Gustav Vasa fundó esta capital en 1550, hasta que el territorio pasó a estar bajo el dominio de la Rusia zarista en 1809. Gracias a la revolución bolchevique de 1917, Helsinki recuperó su libertad. Por esta razón, no es un capricho que en su arquitectura coexistan estilos como el nacionalista romántico, propio de los países nórdicos, y las cúpulas de iglesias ortodoxas rusas con forma de merenguitos.
Ambas influencias también dejaron su huella en el idioma, porque aunque un 91% de la población total hable suomi –o finés–, según estadísticas de la Oficina de Turismo, el sueco es la segunda lengua oficial. A esto se suman los carteles escritos en ruso, en las publicidades de los shoppings, dirigidos a los principales turistas y consumidores.
El hombre propone, la naturaleza dispone. "La vida en Helsinki sigue al clima", eso cree Florencia Colombo, mendocina, arquitecta y la guía en este recorrido. Su primera impresión al llegar a la ciudad –hace cuatro años– fue la de estar en un entorno onírico. No por nada cuando habla sobre los lugares y las costumbres cierra los ojos como si guardara las imágenes que menciona en el interior de sus párpados.
Al costado y sobre un lago congelado camina un hombre abrigado hasta los dientes. Elige el lugar, mira alrededor y despliega un banquito. Luego con un hierro en forma de sacacorcho hace un agujero en el hielo –por donde hunde una tanza– para sentarse a pescar. "Pilkkiä es una práctica típica y representa el carácter finlandés: un hombre sentado solo, en absoluto silencio, a temperaturas bajo cero, y sin dejar de observar un agujero", opina Florencia mientras frota sus manos con fuerza, y agrega: "Es una imagen que deja una impresión profunda, heroica y desolada".
Está a la vista que existe una tradición de supervivencia entre el hombre y su contexto natural. Esa unión se basa en conocer la flora y fauna. Como ejemplo asegura Florencia que la caza es habitual, lejos de lo deportivo o del estatus social; al igual que salir al bosque en familia o con amigos, para juntar frambuesas o arándanos, cazar renos o alces y luego repartir su carne.
Otra costumbre que se organiza en grupos es la visita a los saunas. En general, cada hogar tiene uno y se suele invitar a amigos, como quien dice vení a tomarte un sauna a casa. Relacionados con la higiene y la purificación es una práctica para el cuidado de la salud. Según afirman los locales calienta los huesos. Y no es exagerada la frase, si se tiene en cuenta que la temperatura puertas adentro puede subir desde los 70°C hasta los 100°C.
Por los barrios o la costa hay varias ofertas de saunas públicos, para hombres y mujeres por separado. Las cabinas –con capacidad para entre 20 y 30 personas– tienen gradas de madera y un calentador donde arden las piedras que calefaccionan el lugar. Yrjönkatu es el más antiguo. Una edificación clasicista de 1928, en el centro de la ciudad, que sólo permanece cerrada durante los meses de verano. Aunque el nudismo está permitido hay quienes usan traje de baño o se envuelven en toallas, que finalmente sirven para secar la transpiración.
En esta época, después de 15 minutos adentro de una cabina, es común refrescarse con un chapuzón en un agujero de hielo. Es importante mantenerse hidratado y aunque no se aconseja hacerlo con alcohol, entre amigos se acostumbra tomar cerveza, tirar un poco sobre las piedras calientes y hacer un buen löyly, o vapor.

Legado ruso

En la Plaza del Senado, la catedral luterana es tan blanca que se pierde entre la nieve y el cielo nublado. Una construcción neoclásica de 1852, que antiguamente se llamó iglesia de San Nicolás en honor al zar Nicolás I, que inició su obra. Con la llegada de la independencia en 1917 comenzó a establecerse como catedral, hasta que en 1959 se fundó la diócesis de Helsinki. Hoy es uno de los íconos de la ciudad.
En el centro de la plaza está la estatua del emperador ruso Alejandro II. Lo que hace difícil sacarle una foto a la iglesia sin que aparezca el zar parado adelante y muchas veces con una paloma en la cabeza. Desde ahí, un giro de 360 grados recorre la Biblioteca Nacional, la Universidad de Helsinki y las oficinas del primer ministro. Toda la manzana está rodeada por estos edificios y por varios micros turísticos. En la calle, un tranvía verde y amarillo pasa despacio, mientras algunos recién llegados con sus cámaras buscan el ángulo que abarque la plaza completa.
A pocos metros, una construcción de ladrillos rojos y cúpulas doradas es la catedral ortodoxa Uspenski. Otra huella que dejó la historia rusa. El viento empuja los pasos y la respiración que se filtra por la boca se transforma en humo. Ahora no nieva, pero el hielo en las calles se mezcla con agua y barro, entonces los pies se hunden en lo que en finlandés se dice loska.
El Parlamento es el abanderado del clasicismo nórdico y está cerca. Tiene la forma de un bloque, adornado por columnas, ventanas en círculos, y es la famosa obra –de 1931– del finés J. S. Sirén. Muy cerca de ahí una torre con reloj y una entrada custodiada por estatuas que sostienen lámparas redondas son parte de la Estación Central de Trenes que conecta todas las regiones del país. Diseñada en 1909 por Eliel Saarinen, uno de los referentes más importantes de la arquitectura local, fue abierta en 1919.
Enseguida Florencia indica un camino que bordea el puerto, en dirección a la casa museo del héroe nacional Gustaf Mannerheim. Por momentos, a la distancia no se distingue la división entre tierra y mar. Todo es una superficie blanca. Sobre la colina de Kaivopuisto, en una casa con techos color ladrillo –ahora tapados por la nieve– vivió Mannerheim. Un político, noble y militar que defendió la autonomía de Finlandia, y llegó a ser presidente entre 1944 y 1946. En el museo se exponen documentos sobre la vida del héroe. Un buen lugar para conocer la historia de la independencia nacional.

De Angry Birds a Alvar Aalto

Personajes como los Moomins o Angry Birds, las coloridas telas de Marimekko o los vidrios de Iittala son imágenes autóctonas que se repiten en vidrieras y postales. Parecería que en este país, desde los edificios hasta los objetos cotidianos están atravesados por el buen gusto. Empresas como Nokia y Kone también son representantes de la Capital Mundial del Diseño 2012. Sin olvidar el legado de dos pioneros de la arquitectura moderna como Alvar Aalto y Eliel Saarinen.
Para aprovechar sus conocimientos sobre arte local, le pido a mi guía que hagamos un paseo por los lugares más significativos del diseño. Empezamos –en Eteläesplanadi 18– por la tienda de Artek, que parece un museo donde todo está a la venta. Adentro Florencia señala el elemento más representativo de la colección de mobiliario de Alvar Aalto: el taburete N° 60. "Es un objeto fundamental de la cultura doméstica", afirma, casi como una sentencia. Un banquito redondo de tres patas que cuesta 215 euros, aunque su versión en póster –por 18 euros– sirve de recuerdo y consuelo.
Sobre la misma calle, pero en un último piso, está el restaurante Savoy. diseñado por Alvar y su mujer, Aino Aalto. Aún mantiene el ambiente original de 1937, cuando fue fundado. Amplios ventanales, atmósfera retro y una vista sobre la ciudad. Aunque los precios son el tema a parte porque –casi como un efecto sauna– le suben la temperatura a cualquiera. Por ejemplo, el plato principal más económico –pescado asado con cetas– cuesta 42 euros.
Antes de que comience a atardecer, unos diez minutos más de camino llevan hasta el negocio de Vuokko –en Korkeavuorenkatu 4–. Vuokko Eskolin Nurmesniemi, legendaria diseñadora y directora artística de la marca Marimekko, también tiene su colección de ropa y accesorios con un estilo más clásico. A diferencia de los estampados con rayas, cuadrados y flores bien coloridas –distintivas de Marimekko–, los modelos de Vuokko son más sobrios sin dejar de lado los contrastes cromáticos.
La noche llega cerca de las 16.30. Aunque el cielo está oscuro, la luna encuentra en la nieve una cómplice para reflejar su luz. Todavía quedan más lugares para visitar, pero en el café Sucess –a pocos pasos de Vuokko– hacen unas facturas tradicionales con forma de trenza que se llaman pulla y son imperdibles. Afuera llueve nieve otra vez y lo más curioso es que nadie lleva paraguas.
En este momento nadie lo creería, pero cuando empieza la primavera un tercio de la ciudad se cubre de espacios verdes. Ahora el mar congelado tampoco deja ver que, en realidad, Helsinki es un archipiélago con más de 300 islas. Por obra de la naturaleza, después de cuatro meses oculto por el frío, el paisaje comienza a tomar color. Sólo queda esperar la próxima estación.

Datos útiles

Saunas. Cuando el frío no da tregua, estos lugares ofrecen una buena bocanada de aire caliente.
Yrjönkatu Swimming Hall. Yrjönkatu 21 b, 00120 Helsinki. /www.hel.fi/hki/liv/en/sports+facilities/swimming+halls/yrj_nkatu+swimming+hall. El guardarropa vale 5 euros y la entrada a una cabina, 5,40 euros.Hay diferentes horarios de apertura para hombres y mujeres, por eso es aconsejable chequear en la página Web antes de ir.
Kultuurisauna, Hakaniemenranta 17, 00530 Helsinki. www.kulttuurisauna.fi. Para grupos de hasta cuatro personas, la entrada cuesta 15 euros. Ubicado al lado del mar se puede nadar en agujeros de hielo. Abre de miércoles a domingo, entre las 16 y las 20, durante todo el año.
Museo. Mannerheim. Kalliolinnantie 14, 00140 Helsinki. www.mannerheim-museo.fi. La entrada vale 10 euros. Los menores de 12 años no pagan. Abre viernes, sábado y domingo, de 11 a 16.

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