En 1914-1915, una publicidad invitaba a todos los que quisieran aprovechar el aire puro y reconfortante del océano a acercarse a la playa de Ostende, la más hermosa de América del Sur .
Según los archivos de la Dirección de Turismo de Pinamar, sobre los campos de Manuel Guerrero había comenzado la aventura urbanística en 1909. Pretendió ser un pueblo mucho más extenso e importante que Colonia Divisadero, hoy General Madariaga, con la proyección de amplias avenidas y diagonales, plazas y servicios turísticos.
El acceso se hacía desde la estación Juancho en vehículos de tracción animal y, al llegar a la zona de las dunas, se transbordaba a un pequeño trencito para llegar hasta la playa.
La empresa ejecutora del ambicioso proyecto comenzó con las obras, pero la falta de sentido urbanístico por un lado y la ausencia de un plan de forestación por el otro hicieron del plano trazado una utopía sin base de realidad.
En 1930, el paraje era conocido gracias al hotel Ostende, que junto con otra edificación ahogada por los médanos continuaba funcionando en virtud de la labor de Eugenio y Juan Pallavidini. El hotel fue el elegido por el escritor Antoine de Saint-Exupéry para escribir El Principito . Hoy, en Biarritz esquina Cairó, el hotel se alza como entonces, en la playa más hermosa de América del Sur .