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 • HISTORICO

Una mañana a bordo del Capitán Miranda

El buque escuela de Uruguay, que está fondeado cerca del puerto, navegó a la isla de Lobos antes de zarpar, en breve, a recorrer el mundo por siete meses




PUNTA DEL ESTE.- Esta crónica no tiene nada que ver con burdeles (al menos, no directamente), pero al Capitán Miranda lo esperan muchas piernas. La primera será larga y difícil, de 17 días. La segunda viene más tranquila, unos ocho si hay buen tiempo.
En lenguaje marinero, una pierna es un tramo del derrotero y el Capitán Miranda es un viejo lobo de mar que pronto zarpará a recorrer el mundo por siete meses.
Los que corren por la rambla -y también los que pasean de la mano al atardecer- seguro que lo vieron. El gran buque escuela de Uruguay, que el año último festejó sus 75 años, está fondeado entre el puerto y la isla Gorriti. En la proa flamea la bandera uruguaya y cuando cae la noche lo llenan de lucecitas, estilo árbol de Navidad. La goleta pertenece a la categoría tall ships y es una de las diez más antiguas todavía navegando.
Hoy salió de paseo. Va hasta la isla de Lobos con el mar picadísimo y, entre otras personalidades, lleva al ministro de Turismo de Uruguay, Héctor Lescano, a bordo, que en este momento le confiesa a esta cronista:
-Tengo pánico de volar en avión y de navegar, pero desde que voy al psiquiatra por lo menos puedo contarlo.
El funcionario muestra una sonrisa de circunstancia y la cara pálida. Pero a medida que la nave va, el hombre está de lo más entero. De hecho, cuando termine la travesía será uno de los pocos que no habrá transitado los turbios y nebulosos tambaleos que produce el mareo.
La travesía es corta. Una meta mínima comparada con los meses de altamar que le esperan al Miranda. El mar está bravo y por ahora el buque va a diesel. Dicen que en un rato se desplegarán las velas.
El barco fue construido en los astilleros de Matagorda, en Cádiz, en 1930. Nació como buque hidrográfico, pero a fines de los años 70 se acondicionó como velero de instrucción. En sus comienzos se usaba para relevar las profundidades, hacer investigaciones oceanográficas, y confeccionar cartas náuticas.
Como buque escuela tiene en su bitácora más de 25 viajes de instrucción y una vuelta al mundo en 355 días, la primera que concretó la armada uruguaya, en 1987.
En la próxima travesía serán 88 tripulantes, de los cuales 28 vienen de graduarse como guardiamarinas Entre todos, hay una chica, Valeria Rodríguez, la única mujer.
-Antes no se aceptaban mujeres en la escuela naval. La primera se recibió en 2000. Yo soy la cuarta -dice, orgullosa.
Valeria Rodríguez es alta, tiene espalda grande y lleva el pelo atado. Está vestida con estilo marinero y no parece mareada.
-Mareada, nada. Estoy olímpica.
- ¿Olímpica?
-Sí, que me siento muy bien.
La única chica tiene 24 años y finalmente no será la única chica. Hace unos años el Miranda lleva en su recorrido a tres o cuatro estudiantes mujeres.
-Cuando cruzás el Ecuador, te bautizan. Los chicos se cortan el pelo entre ellos y bueno, yo voy a dejar que me corten un poco... ¡pero poco! Es la bienvenida al mar.
Mientras habla mira el cielo nublado y ya está viajando. Se ve en sus ojos brillantes.
Una de las piernas más temidas y a la vez más esperadas es el cruce del Atlántico. Cuenta Carlos Martín, el comandante, desde su despacho, con un retrato de Francisco Miranda y una bandera de Peñarol:
-El cruce dura algo más de treinta días, pero hacemos una parada en las Azores.
Abajo, donde están los camarotes de madera, parece que hay menos aire y todo se mueve más. La tripulación duerme en camarotes de a dos y también de a tres. Gustavo Flores, jefe de instrucción y alférez de navío, dice que a veces el barco va escorado (doblado hacia babor o estribor) durante días y tienen que usar frazadas como contención para no salir rodando cuesta abajo mientras duermen.
Este Capitán, un particular ministro de relaciones exteriores uruguayo, tiene compromisos, con fecha y hora, y debe llegar puntual. Uno de los más importantes de los meses que vienen: el 50° aniversario de la armada alemana y una exposición de buques en Cartagena de Indias.
Además de la tripulación, el buque lleva postales y folletos de Uruguay Natural. Para el próximo viaje ya están listos los nuevos ("Uruguay, país del Tannat") que oficializan la cepa emblemática. También lleva productos para difundir la cultura y promocionar el país en cada puerto.
Ahora sí, el Miranda desplegó las velas -incluida una muy colorida pintada por Carlos Páez Vilaró- y cabalga las olas. La isla de Lobos está cerca, amarillenta y vacía. Sólo quedan los restos de una antigua planta faenadora de lobos y el faro.
El barco avanza y se distinguen miles de lobos, como puntos negros que descansan o reptan o bostezan en las rocas. Son lobos marinos de uno y dos pelos. Los mismos que hasta 1991 eran muertos a palos para después usar el aceite y la piel. Cuando se prohibió su matanza, la zona se convirtió en el hábitat de una de las colonias de lobos más numerosa del mundo.
En los corrales donde antiguamente los encerraban para matarlos, hoy los científicos estudian sus hábitos. El cambio fue polémico y hasta hoy hay quienes dicen que se está hablando de volver a la zafra de lobos.
No está permitido bajar en la isla, así que el Miranda mira todo de lejos y pega la vuelta, con viento en popa y varios mareados, hacia Punta del Este.

Viejo lobo de mar

El nombre del buque es un homenaje al capitán de navío Francisco Prudencio. Miranda, ilustre marino uruguayo que vivió entre 1869 y 1925. Además de sus funciones docentes y de investigación sobre temas de mar, durante su vida Miranda navegó 55.000 millas y estuvo embarcado 17 años. Para saber más: www.capitanmiranda.org.uy

Una isla, un faro y lobos

Las islas de Lobos y Gorriti están cerca, pero no tienen mucho que ver. Lobos es rocosa y desértica, queda más lejos y cuenta con uno de los faros más potentes de América del Sur. Gorriti es pequeña, está repleta de pinos y la visitan veleros de paseo. En Lobos no se puede bajar. El faro, de 59 m, se construyó a principios de 1900 y es muy tenido en cuenta por los barcos que viajan hacia Buenos Aires. Emite un destello cada cinco segundos.
Por Carolina Reymúndez
Enviada especial

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