Vilna, un viaje de ensueño a tierras ancestrales

Hice reservas en un hotel en el precioso casco antiguo de Vilna, capital fundada en 1323 y que es el mayor casco barroco de Europa del Este (fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad), con la intención de tenerlo a mano y caminarlo varias veces. Recorrí las calles sinuosas y adoquinadas con veredas angostas, cantidades de iglesias, patios misteriosos, edificios de menos de cinco plantas, espacios hechos a escala humana, sin grandilocuencias, sintiéndome muy a gusto, rodeado de una atmósfera con cierto romanticismo, en medio de una extraordinaria mezcla entre lo antiguo y lo moderno.

Me impresionó el excelente estado de conservación de las calles, los edificios, las plazas. El orden y la limpieza se destacan en todos los rincones, hasta en la estación de autobuses, donde vi gente comiendo, tomando y fumando, pero ningún papel o colilla de cigarrillo en el suelo, sólo en los cestos de residuos. Me sorprendió la tranquilidad y el silencio en las calles. Los autos no hacen ruido y mucho menos el transporte público, que funciona a electricidad. Los conductores no tocan bocina, la gente no habla a los gritos ni siquiera cuando utiliza los teléfonos celulares de última generación.

La mayoría de las personas son rubias, altas, con ojos claros y muy amables. Se las ve llenando bares y cafeterías. Hay muchas tiendas, boutiques y negocios que exhiben piezas de ámbar, tradicionalmente llamado el oro de Lituania , que es en realidad una resina vegetal fosilizada de los pinos que existieron en la región antes del período glacial.

El resto de la ciudad muestra una diversidad arquitectónica destacable, combinando rascacielos, centros comerciales, castillos, museos, edificios muy viejos y muy nuevos, y mucha construcción.

Un paseo imperdible fue visitar el castillo de Trakai, en una zona de lagos, a sólo 28 km de la capital, construido con ladrillos rojos en una pequeña isla, donde para acceder tuve que atravesar una pasarela de madera sobre el lago. Realmente parecía un sueño; un sueño como lo fue todo el viaje por la tierra de mis abuelos.