Aunque Saint Martin/Sint Maarten es francesa y holandesa, el origen de su población es aún más diverso. En las calles de Philipsburg y de Marigot, en los barcitos de alguna playa apartada, en la recepción de un hotel, se puede encontrar gente de cualquier rincón del mundo. Incluso de la Argentina, aunque si se escucha hablar español probablemente se trate de dominicanos, que representan alrededor del 6 por ciento de los habitantes.
Las historias se repiten: vine por una semana y me quedé veinte años, es uno de los guiones más recurrentes, con distintas variables temporales. Y mientras a uno le cuentan una nueva anécdota inmigrante parecida a todas, con semejantes playas de fondo por alguna razón todo suena perfectamente lógico.
"Me trajo el viento", dice el argentino Juan Pablo Piscione, que, recién recibido de economista en Buenos Aires, se topó con Saint Martin navegando por el Caribe hace 24 años y nunca más se fue. "Todos los que me conocían sabían que iba a terminar así", dice el ex alumno del San Martín de Tours, que siempre fue deportista y viajero. Hoy gerencia, en la isla, TriSport, una empresa de venta y alquiler de bicicletas y de tours activos, pedaleando, en kayak y en plan trekking.
El abogado norteamericano John Berglund pasó varias vacaciones en Saint Martin hasta que decidió invertir las cosas: viviría en la isla y, en todo caso, iría cada tanto unos días a Estados Unidos. Fanático de los perfumes, cambió su estudio por Tijon, un emprendimiento acaso más esperable en la Provence francesa. Muy cerca del pequeño aeropuerto de la parte francesa de la isla, Tijon no sólo es una boutique de perfumes, jabones y otros productos, sino que cuenta con un laboratorio donde los visitantes pueden ponerse un delantal y diseñar sus propias esencias, embotellarlas y etiquetarlas con el nombre que gusten, con la paciente guía de John y su mujer, Cindy. La excursión es un hit.
En Front Street, la calle principal de Philipsburg (capital de la holandesa Sint Maarten), entre negocios de souvenirs y boutiques hay un local que recuerda a las casas de la aldea en el desierto del joven... Luke Skywalker, en La guerra de las galaxias. Basta con atravesar la puerta de entrada para confirmar la hipótesis en cuanto se escucha la música de la saga.
Si la Fuerza acompaña, entonces se puede subir la escalera, pasar junto a un stormtrooper (un cartel propone tomarse una foto con él por 7 dólares) y conocer al Yoda Guy, claramente uno de los personajes más extraños que se puedan detectar entre los expatriados de Sint Maarten, Saint Martin, Anguila, Saba, Saint Barth, Puerto Rico y más allá. Se trata del inglés Nick Maley, artista de los efectos especiales que aportó máscaras (como la del maestro Yoda, claro), miniaturas y escenografías para varios episodios de Star Wars y hoy tiene un pequeño museo temático en esta increíble isla.ß
ENTRETENIMIENTODE A BORDO
Francisco. Más de 6,6 millones de personas presenciaron las apariciones públicas del Papa en el Vaticano, desde su elección en marzo último. Una cifra de visitantes que triplica a la de 2012.
Tiburones. En Australia Occidental se colocaron transmisores de alerta temprana a 320 tiburones para que cuando estén a menos de un kilómetro de la playa emitan una señal que se convierte en mensaje de Twitter. La batería dura 10 años.
Hostel sobre ruedas. Con antiguas combis, trailers y dos vagones de tren, el flamante Base Camp Bonn Young Hostel, de Bonn, Alemania, ofrece alojamiento para unos 120 huéspedes en sus 19 vehículos reciclados.
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