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El VAR arrancó bien en el fútbol argentino aunque... los árbitros no deben perder la sensibilidad
El aporte de la tecnología, en las primeras tres fechas, fue bastante positivo, más de lo que se esperaba
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Hace tres fechas, cuando el VAR comenzó a aplicarse en el fútbol argentino, había temor en dirigentes, entrenadores, jugadores e hinchas sobre cuál sería su aplicación e influencia en los resultados. Lo cierto es que (hasta el momento, y habiendo muchas cosas para mejorar), el apoyo de la tecnología les aportó soluciones a los árbitros, casi que –aunque sea subjetivo y opinable, obvio- se lo puede calificar con un 8 sobre 10. Modificó fallos erróneos, colaboró en observar un fútbol más justo. Las polémicas se ven en todas partes del mundo, pero se pueden dar pasos hacia adelante.
Las controversias seguirán existiendo porque los mismos árbitros que “podían equivocarse” porque “eran humanos”, son los mismos que hoy pueden seguir equivocándose porque son los mismos seres humanos los que reciben la asistencia de la tecnología. Pero hay puntos de apoyo para analizar las manos: ¿la pelota iba al arco? ¿pegó directo en la mano o primero le dio en el muslo? ¿modificó la trayectoria de la pelota? ¿el defensor amplió el radio de acción? Variables que buscan tener apoyo en el sentido común antes que en la imagen congelada o analizada en cámara lenta.
Ya no tardan diez minutos en sancionar o no un gol, como aquel de Lucas Pratto a Lanús, y no todas las manos se cobran, aunque la que le sancionaron a Franco Quinteros, de Banfield, atenta contra la “sensibilidad” del deporte. En la última fecha, también se vio la ‘patada karateca’ de Adonis Frías a Gabriel Risso Patrón (Atlético Tucumán), que finalizó en apenas una tarjeta amarilla para el central de Defensa y Justicia. Y el VAR ni se mosqueó en comentarle al árbitro que “vea una posible tarjeta roja”. Incluso el jugador del Halcón pidió ser reemplazado apenas cuatro minutos después… porque ya había quedado marcado por su propia vehemencia y acción imprudente, antes que por el juez y el VAR.
Más que haber jugado al fútbol, lo que más tiene que movilizar a los árbitros es volver a la esencia sobre lo que antes, con o sin monitor, ellos mismos no hubieran sancionado nunca. Puede ser un penal, una expulsión o una infracción de último recurso.
Así como no todo roce es infracción (en cualquier lugar del campo), no toda mano es sancionable como penal. Los mismos criterios que suelen evaluar los árbitros para que una mano no la consideran penal son los que a veces dan vueltas y se contradicen con el mismo árbitro o con una acción similar en otro partido u otra fecha. Porque, en el fondo, el corazón del árbitro, su “sensibilidad futbolística”, debe influir tanto como la tecnología.
El hallazgo (hasta el momento) del VAR en el fútbol argentino fue lo vivido en Huracán vs. Barracas Central. Darío Herrera, ahora cuestionado porque fue el que lo llamó (mal) a Pablo Echavarría en Banfield - River para la mano de Quinteros, fue muy bien asistido por Ariel Penel en Parque Patricios, por la fecha 9. Se pasó del gol de Cóccaro para el Globo al tiro libre en forma de penal para el Guapo.
Del gol de Cóccaro... al tiro libre (gol) de Tapia
La ecuación iba a cambiar con un contragolpe ejecutado rápidamente por el arquero Marcos Díaz -que al lanzar su pelota con la mano pasó el límite del área - cayó en los pies de Jhonatan Candia y éste, con un centro, habilitó a Matías Cóccaro para el 2-1. Hasta ese momento, los hinchas festejaban; pero el árbitro Darío Herrera fue avisado desde la cabina VOR por la acción de Díaz. Por lo tanto, se anuló el tanto y Barracas, con un tiro libre concedido por la infracción del guardameta, convirtió el 2-1 con el remate de Iván Tapia. Seguro les dio bronca a todos los hinchas y jugadores de Huracán, pero fue un acierto del VAR.
La atmósfera también se modificó porque el jugador y los entrenadores siempre suelen protestar, pero ahora la protestar apunta a la revisión, a “llevar al árbitro principal al monitor”. Pero esa es otra batalla que deben ganar los árbitros. El VAR puede llamar y el juez principal acceder al pedido e ir a observar, pero eso no implica ser condicionado por lo que los de arriba (o los de Ezeiza) intentan que vea el de abajo (el juez de campo). ¿Por qué está tan mal visto que un árbitro, tras ir al VAR, se mantenga igual en su primer vistazo y diga: “gracias, pero no”?
Hay cosas para ajustar, pero el VAR arrancó mucho mejor de lo que se esperaba. De todas formas, en el fondo los árbitros deben guardarse un toque emocional, de sensibilidad intuitiva, de lo que fue su primer vistazo. No siempre el monitor esclarece lo que la vista humana captó en su primer pantallazo. Las cámaras pueden ayudar, pero también pueden jugar malas pasadas. El VAR debe ser un complemento entre la apreciación y la revisión. Pero la revisión sola, de por sí, no debería definir nada. O no debería ser suficiente para definir nada. Al fin y al cabo, muchas veces el acierto pasa por la primera impresión. En el fútbol como en la vida.
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