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Messi vs. Cristiano Ronaldo en Riad: ahora le dicen “sportwashing”
El duelo entre las grandes estrellas se disputará en Arabia Saudita, que acumula competencias deportivas y también quiere su propio Mundial
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Ahora, que lo hacen otros, lo llaman “sportwashing”. Es usar al deporte para lavar la imagen. Qatar lo hizo con el Mundial. Y Arabia Saudita lo hará este jueves en Riad cuando presente a Cristiano Ronaldo contra el PSG de Lionel Messi (propiedad de Qatar). Envidiosa del éxito de Qatar, Arabia Saudita también quiere su propio Mundial (en 2030). El mundo sin democracia ni sindicatos del Golfo Arábigo celebrará también este viernes en Abu Dhabi nuestra Supercopa “Internacional” entre Boca y Racing. Ya tiene la Fórmula 1, golf, tenis, lucha libre, boxeo.
Si las Federaciones deportivas se venden al mejor postor, ¿opondrá al menos algún reparo ético el ídolo deportivo que ya ganó suficientes millones y es un supuesto modelo social? Una organización humanitaria recordó a Ronaldo que 147 personas fueron ejecutadas el año pasado en Arabia Saudita. Pero CR7, que firmó contrato por 207 millones de dólares, no acertó siquiera el nombre de su nuevo patrón. Quiso agradecer a “Saudi Arabia”. Dijo “South Africa” (Sudáfrica).
Justamente Sudáfrica hacía “sportwashing”. En los ‘80, los operadores de casinos Sun City tentaban a estrellas del deporte para romper el boicot deportivo que había impulsado Naciones Unidas en repudio al apartheid. A John McEnroe, que tenía entonces 24 años, le ofrecieron una exhibición que multiplicaba por diez el premio de Wimbledon. Su respuesta fue memorable: “Tengo mejores formas de ganar un millón de dólares”.
No todas las posturas éticas, sin embargo, son recibidas igual. A los atletas John Carlos y Tommie Smith los echaron del deporte por su podio de Black Power de México 68. Y Muhammad Alí fue condenado a prisión porque se negó a combatir en Vietnam. Tampoco hubo olas de indignación estos años cuando Colin Kaepernick se arrodilló en protesta a la brutalidad policial y fue expulsado de la millonaria NFL del football americano. ¿Y los odiadores de LeBron James? A LeBron, activista intenso, le reprocharon su silencio ante China, cliente privilegiado de la NBA. A Lewis Hamilton, otro de los deportistas más valientes de estos tiempos, lo cuestionaron porque no dice nada sobre algún patrocinador polémico de Mercedes, su escudería en la F1. El refugio del deporte sirve a todos. Tabacaleras, alcohol y casas de apuestas incluidas.
Negado al ocaso, CR7 había dicho un mes antes que jamás iría a Arabia Saudita. No por cuestiones morales. Sino porque presumía que un club grande de Europa querría sus goles. En Riad, su salario dorado no lo pagará Al Nassr, un club con ingresos comerciales de 26 millones de dólares y 860.000 seguidores en las redes (con CR7 subió a más de once millones). A CR7 le pagará el gobierno de Arabia Saudita. Habrá dineros de Saudi Media Company (representante gubernamental de ventas de medios) y también de Visit Saudi, la oficina de turismo del reino que tiene a Messi como empleado y que además patrocina la Supercopa de España.
El domingo jugaron Barcelona-Real Madrid en Riad, un contrato de seis años que, según filtraciones, deja 40 millones de euros por cada edición a la Federación Española y otros cuatro millones a Kosmos, la empresa de Gerard Piqué, que era jugador cuando se firmó el acuerdo.
Los más apuntados son ahora los golfistas fichados a precio de oro por LIV, la liga rebelde de 2.000 millones de dólares creada por Arabia Saudita. Los jugadores LIV sufrirán acoso cuando jueguen en abril el Masters de Augusta, según avisó una agrupación de familias y sobrevivientes del ataque a las Torres Gemelas del 11 de setiembre de 2001. Protestas similares reclamaron en 2022 por el asesinato del periodista Jamal Kashoggi cuando Arabia compró al Newcastle. Pero el equipo abandonó los últimos lugares de la Premier League, está ahora en puestos de Champions y el estadio St James Park luce más eufórico que nunca. Las ironías en las redes se multiplican: ¿y por qué no protestan por Arsenal? El equipo sensación del fútbol inglés tiene propietarios de los Estados Unidos, el país que invadió naciones desde siempre y quiere meter preso al periodista Julian Assange.
El relativismo permanente, es cierto, podría llevar a no hacer nada. ¿No hacían sportwashing en la Guerra Fría los Estados Unidos y la URSS cuando sus atletas dopados competían por el oro olímpico? ¿Hitler con sus Juegos de Berlín 36 y Videla con su Mundial 78 (por citar solo a los casos más brutales)? No le decían sportwashing, claro, pero la manipulación de la pasión popular del deporte por parte de poderes políticos y económicos existió desde siempre.
Estaba bien que Alí peleara en los casinos de Las Vegas construidos con dinero mafioso. Pero no que lo hiciera en Zaire cuando en 1974 protagonizó su pelea histórica contra George Foreman, pagados ambos por el dictador Mobutu Sese Seko. Ayer mismo, Mohamed bin Salman, el polémico príncipe heredero que en 2017 derrocó a un primo y asumió el poder con apenas 31 años, anunció en Riad la creación de un fondo megamillonario para posicionar a Arabia Saudita como centro mundial de cultura, turismo, entretenimiento y…deportes. Capital inicial: 3.700 millones de dólares. El sportwashing comenzó hace mucho. Y puede ser ilimitado.
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