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Jason Day, el golfista N°1 para superar todos los problemas
Más allá del dominio de Jordan Spieth en la temporada 2015 del PGA Tour, el australiano dejó un fuerte mensaje con una historia de vida llena de dificultades
Quedará como la frase del año en el golf mundial: "Es como si Jordan Spieth y Rory McIlroy hubieran tenido un bebé, y ése era yo. Ultimamente logré la distancia de Rory y el toque de Jordan".
La rueda de prensa del último torneo de la FedEx Cup estalló en una carcajada para festejar la ocurrencia de Jason Day , que de no haber sido por el año apabullante de Spieth, se habría convertido en el dominador del PGA Tour en 2015, gracias a la conquista de su primer Major (PGA Championship), más cuatro torneos del circuito (dos de ellos, de la FedEx Cup).
Day cristalizó este año muchos de sus sueños, porque incluso quebró una estadística trascendente al conseguir el score más bajo respecto del par en cualquier major, aquel -20 en Whistling Straits, que relegó la marca de Tiger Woods en el British Open de 2000 (-19). Este enorme salto deportivo y económico es la respuesta más contundente a una historia llena de privaciones y sufrimientos.
El relato comienza en Beaudesert, una localidad australiana del estado de Queensland que no superaba los 3000 habitantes durante la infancia de Day. Su familia vivía en una granja y se dedicaba al esquilado de ovejas, actividad que dejaba escasos dividendos. Entre la precariedad, los ojos siempre estaban atentos a un depósito de basura cercano, de donde podía aparecer ese mueble abandonado o cualquier otro elemento necesario que ayudaría a equipar la casa. Frente a la necesidad, todos los integrantes de la familia revolvían. Y entre los materiales plásticos, los escombros y los hierros retorcidos, un día salió a la luz una madera 3 que algún aficionado fastidioso había desechado.
Alvin Day tomó el palo y se lo dio a su hijo Jason, que con la pequeñez de sus tres años ejecutó un swing lleno de gracia. Enseguida, el padre giró la cabeza, miró fijo a su esposa Dening y le juró: "Este chico será un campeón".
Maravillado con el descubrimiento de ese talento golfístico, Alvin empezó a acompañar diariamente a su hijo al Beaudesert Country Club a la salida del colegio. "Ese club me ayudó a empezar a ganar torneos juniors cada vez más importantes y me volví adicto al proceso de ser cada día mejor", cuenta Jason Day.
Pero el golpe llegó cuando Alvin murió de cáncer de estómago. El actual N° 2 del mundo -fue N° 1 por una semana- tenía entonces 12 años y eligió el peor camino para asimilar la muerte de su progenitor: alternó borracheras con riñas callejeras. Su madre, emigrante filipina, sufría al ver ese repentino descarrilamiento y tomó una decisión drástica: les pidió a sus hijas Yanna y Kim que renunciaran a la facultad para pagarle a Jason la carrera en Kooralbyn International School, entidad con prestigiosos programas de golf y de donde surgieron Adam Scott y la atleta Cathy Freeman, entre otros.
En ese centro deportivo conoció a Colin Swatton, el entrenador que le cambió la vida y que lo reeducó a la búsqueda del esfuerzo y la superación constantes: "Cuando lo ví por primera vez me encontré con un chico con verdadero hambre y ambición. Jason no quería dejar caer a sus hermanas, ni a su madre, ni la imagen de su padre. Por eso decidió tomar esa oportunidad en su vida y se aplicó en cada práctica desde las 5 de la mañana".
"Yo no sería lo que soy si mi padre no hubiera muerto: su fallecimiento cerró una puerta, pero abrió otra gracias a los sacrificios de mi madre. Fue una tragedia que me cambió para mejor", explica Day hoy, a los 27 años, y después de amagar desde hace varias temporadas con dar el gran zarpazo. Lo certifican sus números: antes de consagrarse en 2015 en el último major del año, había logrado nueve top 10 en 20 participaciones en torneos grandes, incluidos tres segundos puestos.
Es un golfista muy emocional, destinado a afrontar dificultades. En el último US Open, un ataque de vértigo lo dejó desmayado sobre el green del 9 en la segunda vuelta. Terminó la jornada en el hospital, pero se recuperó y concluyó 9°. Su vida es un sinfín de altibajos: en 2013 perdió a su abuela materna y a otros siete parientes de ésta por el tifón Haiyan que asoló Filipinas. Así como también hoy disfruta de su esposa Ellie, que le dará su segundo hijo después de la llegada de Dash.
Desde la próxima temporada del PGA Tour, pleno de confianza y ya con un título de Grand Slam en su poder, será muy interesante ver cómo Day puede terciar en este duelo entre Spieth y McIlroy, sus padres postizos.ß
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