Un campo esperanzador
Concluyó la más exitosa edición en la historia de Expoagro, en un clima de mejora en las expectativas del sector agroindustrial
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No pudo ser más conciso y acertado el lema adoptado por los organizadores de Expoagro para la edición que se realizó esta semana en el predio ferial de San Nicolás, a la vera de la autopista que une desde hace tantos años Buenos Aires con Santa Fe: “Es por acá”.
Ha sido, en efecto, por el camino diseñado por los productores y las industrias asociadas a sus actividades que este renglón de la economía nacional ha alcanzado el mayor índice de productividad en el país. Se ha convertido, de tal manera, en un modelo aspiracional para sectores homólogos de otros países.
El miércoles, por la tarde, el gentío que llenaba stands, calles y avenidas de ese inmenso espacio rural, que el resto del año sirve como autódromo municipal, batía la marca histórica de asistentes entre las muestras realizadas: eran, en un momento, 60.000 personas. Y volvió a batirla el jueves, con 70.000 visitantes. La proyección de la riqueza y de la innovación, creatividad y perseverancia en el trabajo agropecuario estaba también a la vista fuera de los lindes de la gran exposición.
Estaba en los campos que la rodean y se extienden más allá del núcleo de la zona agrícola central de la Argentina, beneficiarios todos de la aplicación científica al desarrollo de los cultivos.
Las lluvias, que tanto habían retaceado su contribución al crecimiento y a la madurez de las plantas en el ciclo 2022/23, en los últimos meses se comportaron como lo que históricamente son: el soporte esencial, con la adecuada irradiación solar y la fotosíntesis que en su consecuencia genera, para asegurar cosechas gratificantes. Lo ocurrido hasta aquí en los campos sembrados de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y La Pampa promete ser, en el ciclo 2023/24, la contracara de un año que fue, como 2022, el de una de las sequías más graves de que haya memoria. Quedan, por cierto, algunas nubes en este panorama, las de las bajas significativas de los precios agrícolas de los últimos meses.
Las nuevas autoridades nacionales alimentan razonables expectativas al apostar a que el drástico cambio de conducción deje atrás el país en ruinas que encontraron el 10 de diciembre
En la penúltima edición de Expoagro, a pesar de aquel cuadro severísimo para los resultados finales de la campaña agrícola, los productores firmaron con las entidades financieras participantes de este acontecimiento acuerdos por más de 1200 millones de dólares. Esta cifra volvió ahora a reflejarse en negocios considerables, pero con la novedad de que en muchos casos más de la mitad de las solicitudes de crédito optaron por el endeudamiento en dólares, y no en pesos como ha sido de rigor en un país con graves procesos inflacionarios. El Banco Nación ofreció tasas del 56% al 57% anual en pesos, y del 1% o 1,5% en dólares, con un año de gracia. Al cierre de la exposición se habían registrado pedidos crediticios a esa y otras entidades bancarias por un valor equivalente a 2000 millones de dólares, casi el doble que un año atrás.
Es ese, por lo tanto, uno de los primeros datos concretos de la esperanza que el cambio de gobierno ha provocado en el ámbito agropecuario. Refleja el compromiso de las nuevas autoridades, que alimenta razonables expectativas, al apostar a que el drástico cambio de conducción deje atrás el país en ruinas que encontraron el 10 de diciembre.
El presidente Javier Milei estuvo el martes en la muestra. Su presencia iba a ceñirse a un ámbito restringido en el que hablaría, como lo hizo, de la situación económica, de los logros obtenidos en menos de tres meses y del feroz grado de corrupción que esquilmó al país a lo largo de tres gobiernos kirchneristas. Milei terminó pidiendo un vehículo abierto para recorrer la muestra después de haber advertido la euforia que su presencia suscitaba en el predio de la exposición, y particularmente entre los cientos de trabajadores y artesanos de toda índole que hacían posible el desarrollo de la exposición. Se retiró, como es natural, reconfortado por la repercusión de su visita.
No hubo anuncios oficiales de los que se pudiera deducir una mejoría especial para la situación de los productores agrícolas y ganaderos, de modo que la satisfacción que estos manifestaron por la presencia presidencial refieren, principalmente, a dos puntos: el primero, como oportunidad de ratificar el repudio a políticas y políticos condenados por los resultados electorales del 19 de noviembre último; el segundo, como respaldo, más allá de algunas tentativas absurdas de elevar las retenciones sobre el maíz y el trigo, a un espíritu de reafirmación del derecho de propiedad y de las libertades de comercio, de libre tránsito por los espacios públicos, de combate más riguroso del crimen callejero y de las organizaciones mafiosas, y de menores regulaciones burocráticas, que traban la producción y facilitan los negociados y coimas que han frustrado inversiones, encarecido la producción y llenado los bolsillos de políticos y funcionarios. El ministro del Interior, Guillermo Francos, se sintió en condiciones de decir que el aumento de las retenciones, previsto parcialmente en la fallida ley ómnibus, no está en la agenda gubernamental.
Si hubiera que definir esta gran muestra por un dato particular, tal vez habría que privilegiar la insistencia de los productores por consolidar, a través de consultas con expertos en las diversas disciplinas presentes en Expoagro, el conocimiento sobre nuevas tecnologías que permiten fortalecer los índices de productividad de los campos. Esperemos que se hayan retirado, además, con la convicción de que sin un respeto firme por los derechos de propiedad intelectual no llegarán al país novedades que están dando excelentes frutos en otros países más serios que el nuestro en esa materia.
En San Nicolás hubo esta semana, en definitiva, una fiesta del mundo agropecuario que atrajo la atención de delegaciones extrajeras, y en algunos casos, de embajadores que llegaron de mano de la canciller, Diana Mondino. Era explicable: cómo no haberse involucrado en esa fiesta de la agroindustria, que es fuente de dos de cada diez puestos de trabajo, y de 7 de cada 10 dólares que ingresan por exportaciones al país. Estos números se fortalecerán el día que se produzca la unificación cambiaria anunciada por el Gobierno. Esperamos que se cumpla, mientras celebramos el mayor éxito de Expoagro en su historia.