Reseña: Hacer disidencia, de Éric Sadin
Éric Sadin (Francia, 1973) viene reflexionando de manera crítica sobre las tecnologías digitales y el impacto algorítmico en títulos como La inteligencia artificial o el desafío del siglo. Para Sadin, esas tecnologías han ido modelando a sus usuarios hasta destronar al sujeto y el mundo tal cual era conocido. Creemos ser libres, pero la capacidad de actuar libremente es en verdad una ilusión.
Hacer disidencia. Una política de nosotros mismos es un complemento: ya no se trata solo de crítica y denuncia, sino de cómo “romper con muchos reflejos, hábitos y representaciones” que “siguen debilitando nuestras voluntades y abocándonos a la esclerosis”.
Para Sadin –que reivindica todo lo que se puede aprender del pasado y objeta que no se haya defendido a conciencia lo que nuestros antecesores obtuvieron tras una dura lucha– las personas renunciaron a mostrarse inventivas y audaces para imaginar vías divergentes a las de los ubicuos discursos dominantes. Propone entonces menos una emancipación que una “pragmática de la reapropiación” frente a los procesos de la telesocialización y ese agregado de nuestra época que, al presente, pasado y futuro, suma ahora el “tiempo real”.
Todos internalizamos ese zeitgeist. La pandemia, con su aislamiento colectivo, demostró paradójicamente la necesidad visceral de la proximidad física. Frente a lo codificado y estandarizado de la experiencia, hay que ir en busca de una sociedad de la amistad, alejada de todo utilitarismo, que sería sinónimo de “la libertad, la igualdad y la fraternidad en acción”. Un libro provocativo y necesario.
Hacer disidencia
Por Éric Sadin
Herder. Trad.: M. Pons Irazazábal
246 páginas
$ 21.300