Hace poco más de 40 años, un hombre y una mujer se enamoraron y engendraron un universo. Literalmente: el astrofísico Carl Sagan y la escritora Ann Druyan se conocieron en el verano de 1977 y de esa unión nació Cosmos, la serie documental de temática científica más influyente en la historia de la televisión.
Por entonces, Sagan ya era bastante popular. Bautizado por la revista Time como el "showman de la ciencia", este investigador en la Universidad de Cornell aparecía frecuentemente en talk shows como el de Johnny Carson para hablar de sus libros, de las últimas novedades espaciales y hasta en ocasión del estreno de Star Wars. "¡Todos los personajes son blancos!", se quejó (con razón).
Para fines de los 70, la NASA había planificado su misión más ambiciosa: las Voyager, dos naves gemelas que atravesarían la oscuridad de la eterna noche espacial rumbo a las estrellas. Era una ocasión única y Sagan no quería dejar pasar la oportunidad de enviar en ellas una especie de mensaje en una botella para que eventualmente se cruzara con posibles civilizaciones alienígenas. Ya lo había hecho una vez con las placas de las sondas Pioneer 10 y 11 de 1972. Pero esta vez quería algo más.
La agencia espacial estadounidense, entonces, convocó a un comité de científicos y artistas para elegir el contenido del disco de oro. La dirección creativa del Proyecto de Mensaje Interestelar de las Voyager cayó en una joven escritora neoyorquina llamada Ann Druyan. "Fue una oportunidad única para contar cómo es la vida en la Tierra para seres de dentro de quizás mil millones de años", recuerda.
Además de saludos en 59 idiomas diferentes, 115 imágenes y una variedad de sonidos naturales, obras de Bach, Mozart, Beethoven y canciones de Chuck Berry como "Johnny B. Goode" –el equipo deseaba incluir "Here Comes the Sun" de los Beatles, pero la discográfica EMI se negó–, el disco dorado transporta para la inmortalidad el sonido de un beso y de risas (de Sagan), las primeras palabras de una madre a su hijo recién nacido y una grabación de las ondas cerebrales de Druyan.
La ciencia es nuestra herramienta más poderosa para aprehender la realidad. Debemos compartir estas historias de nuestros ancestros y su perseverancia.
La iniciativa terminó uniendo al científico y a la escritora, quienes colaborarían también en los libros Sombras de antepasados olvidados, El mundo y sus demonios y la novela en la que se basó la película Contact (1997).
"Cuando empezamos a escribir Cosmos en 1978 –cuenta por teléfono Druyan, de 70 años–, con Carl sentimos la urgencia de compartir el asombroso poder de la ciencia, de transmitir la elevación espiritual que nos revela el universo, así como la necesidad de amplificar las alarmas que los científicos estaban haciendo sonar sobre nuestro impacto en el planeta".
Por entonces, se avecinaba el apocalipsis nuclear. Ahora vivimos bajo la sombra y el peligro constante del cambio climático, los movimientos anticientíficos y las pandemias. "Precisamos más que nunca de historias que nos den esperanzas", indica Druyan. "Cosmos es un faro de inspiración".
Con esta misión, Cosmos regresa a la televisión en su nueva temporada llamada Cosmos: Possible Worlds (los lunes a las 22 por NatGeo), luego de que se pospusiera su fecha de estreno por denuncias de conducta sexual inapropiada contra su conductor, el famoso astrofísico Neil deGrasse Tyson, descartadas luego de una larga investigación.
Sagan, quien murió en 1996, no solo compartía información sobre galaxias y estrellas y nuestro lugar marginal como ciudadanos del espacio. Nos infectaba de emoción, como un guía turístico nos revela los secretos escondidos en cada rincón de una ciudad.
Con una voz profunda, Neil deGrasse Tyson continúa su labor, como hizo en Cosmos: A Spacetime Odyssey emitida en 2014. Sus estilos difieren: Sagan tendía referencias con la historia antigua y la literatura; Tyson conecta en cambio con la cultura pop.
Ambos contagian asombro, curiosidad y esperanza. Los nuevos 13 episodios conducen al espectador tanto a planetas más allá de nuestro sistema solar como al interior del cuerpo humano y también a futuros posibles.
"Vivimos en una época oscura en la que nos sentimos tan indefensos, perdidos e impotentes, pero no lo somos: somos poderosos", advierte Druyan. "La ciencia es nuestra herramienta más poderosa para aprehender la realidad. Debemos compartir estas historias de nuestros ancestros y su perseverancia. No podemos tolerar líderes que nos engañan con sus mentiras. Debemos actuar en defensa de nuestra civilización".