La Matanza, donde solo avanza el proyecto político
El crimen del kiosquero provocó una reacción social que desnuda la falta de respuestas frente a la inseguridad en ese distrito
A pocos días de las elecciones, La Matanza quedó en el epicentro de la polémica a raíz del asesinato del kiosquero Roberto Sabo, ocurrido en Ramos Mejía. Los vecinos salieron a pedir más seguridad, y en esa marcha fueron reprimidos por quienes deberían cuidarlos. Hartos, ahora convocan a una concentración masiva este viernes a las 19 frente a la municipalidad en la Plaza San Justo. Causó tanto impacto la muerte de Sabo que prácticamente pasó inadvertido que pocas horas después, muy cerca de Ramos Mejía, en Villa Dorrego, asesinaron de tres balazos en la puerta de su casa a René Mendoza Parra, de 78 años, un referente social, cuando volvía de dar una charla sobre seguridad a grupos vulnerables.
La Matanza es un bastión peronista. En este distrito el peronismo se mantiene invicto con triunfos en más de 80 elecciones, contando solo desde el retorno de la democracia en 1983 En alguna elección, hasta superaron el 65% de los votos. Dada la cantidad de habitantes, más de 2,3 millones, resulta estratégico para los intereses del justicialismo ganar en una localidad donde el próximo domingo estarán en condiciones de votar 1,1 millón de personas. La Matanza es conocida como la quinta provincia por su densidad poblacional, y es uno de los distritos que padece uno de los peores males de la política local: la clientelización de la pobreza.
Más de la mitad de los habitantes de La Matanza son pobres o viven en alguno de los 155 barrios populares, villas de emergencia o asentamientos que no dejaron de proliferar en las últimas décadas. Allí viven 60 mil familias en terribles condiciones de vulnerabilidad. Según datos del INDEC, la tasa de mortalidad infantil en La Matanza es superior a cualquier municipio bonaerense, de hecho, fue de 9,9 cada 1000 nacidos vivos durante el 2020 y la mortalidad materna es de 3,5 por cada 10.000 nacidos vivos.
La Matanza atraviesa un serio problema en la escolarización de sus chicos, con escuelas con graves falencias de infraestructura y donde la falta de conectividad, durante el año y medio que se implementó la educación a distancia, hizo estragos en la vinculación de los chicos con la escuela.
Cerca de algunas zonas habitadas de La Matanza existen basurales a cielo abierto. En los barrios, las calles sin pavimentar son una postal clásica desde hace más de 50 años, muchas de ellas bordeadas de canales de aguas servidas, porque más del 40% de la gente que no tiene cloacas ni agua corriente.
Esta semana se habló mucho de inseguridad en el conurbano y en especial en La Matanza. Tienen razón los vecinos en reclamar por su seguridad porque el asesinato del kiosquero en Ramos Mejía no es un hecho aislado. Si bien las estadísticas indican que a lo largo del país los casos de inseguridad bajaron notablemente durante el aislamiento social dictado por la pandemia, en La Matanza crecieron, porque durante 2020 se cometieron 140 homicidios dolosos y 20.647 casos de robos, con 7581 de ellos cometidos a mano armada. Subieron, porque en 2019 los asesinatos fueron 133 en ese mismo distrito y sin pandemia.
Gustavo Carabajal, de los mejores periodistas que cubren crónicas policiales en el país, ya mostraba en una nota publicada en LA NACION el 17 de octubre de 2020 cómo padecían los vecinos de La Matanza la inseguridad durante la pandemia, al señalar que, según estadísticas oficiales, “en los primeros seis meses de 2020, en el Departamento Judicial La Matanza se denunciaron 30.268 delitos, a un promedio de 166 casos por día”. Es un dato estremecedor. Ese artículo, que daba detalles del asesinato de un policía y un colectivero sucedidos en Ramos Mejía y Virrey del Pino, mostraba las falencias de seguridad de un municipio que cuenta con solo 173 policías cada 100.000 habitantes.
Es curioso cómo teniendo semejante relevancia electoral, el peronismo ha descuidado a lo largo de las últimas cuatro décadas ese bastión relegando la seguridad, la salud y las obras de infraestructura necesarias para mejorar la calidad de vida de los matanceros. En agosto de 2019 se conoció que la Municipalidad de La Matanza tenía depositado un plazo fijo en el BAPRO que oscilaba entre 10 y 12 mil millones de pesos, que hubiesen sido muy útiles para solucionar algunos de los problemas acuciantes que atraviesa su población y que, sin embargo, estaban depositados juntando intereses bancarios. Prioridades de una gestión inentendible.
En los últimos días, desde las elecciones PASO, en los barrios populares de La Matanza se pudo ver la práctica de todo el aparato clientelar que el oficialismo puede mover cuando lo necesita. “Los punteros políticos están haciendo horas extras; yo les digo a los vecinos que los saluden porque después del lunes no los van a ver por un tiempo”, cuenta Aldo, un pastor evangelista que suele recorrer las zonas más castigadas cercanas a González Catán. Es que cuando la necesidad electoral apremia, aparecen los recursos para regalar cajas de alimentos, colchones y electrodomésticos, la novedad de esta campaña, y hasta dinero en efectivo, sin control estatal alguno.
Pero los problemas de los matanceros no se solucionarán el domingo a la noche cuando el peronismo ratifique su dominio electoral en la zona. Esos resultados darán solo respuestas positivas y soluciones a una dirigencia partidaria que cumple con una norma inalterable de los populismos: atender al pobre en la pobreza y no trabajar para sacarlo de ella.
Mientras esa fórmula sea funcional a sus gobernantes, mientras solo vean un voto donde hay un ciudadano con derechos, los datos estadísticos que muestran la gravedad de la situación social del distrito más populoso del conurbano seguirán creciendo a pesar de que sus autoridades insistan con el slogan que señala: “La Matanza avanza”.
No sabemos hacia dónde avanza, pero es seguro que, si se trata de una muestra de prosperidad, sus vecinos no viajan en ella.