Agencias espaciales de todo el mundo empezaron a reclutar, nuevamente, hombres y mujeres para sus misiones
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La carrera espacial arrancó oficialmente en 1957 con el lanzamiento del primer objeto artificial al espacio –el Sputnik–, pero también con un aviso clasificado. Un año después del ascenso triunfal a órbita de Yuri Gagarin el 12 de abril de 1961, la NASA publicó en diarios y revistas una serie de anuncios para convencer a ingenieros, científicos aeroespaciales y pilotos de que se unieran a la nueva agencia para una misión patriótica.
“¡Destino: la Luna!”, decía el panfleto engalanado con una flecha apuntando hacia arriba. “La Oficina de Vuelos Espaciales Tripulados de la NASA invita a ingenieros aeroespaciales y pilotos a desarrollar un papel significativo en el mayor desafío de la humanidad: la conquista espacial. Si posees iniciativa, ímpetu y perseverancia, madurez, integridad profesional, entusiasmo sincero y capacidad y talento permanentes y el coraje de cambiar el salario por una responsabilidad significativa, preséntate”.
El resultado de la convocatoria fue lo que el periodista Tom Wolfe narró en 1979 en Lo que hay que tener. Elegidos para la gloria: individuos alrededor de los que se construyó una imagen mítica, embajadores de una nación cargados de valor, destreza, orgullo y temple de acero. Salvo por el frío y parsimonioso Neil Armstrong –de personalidad estoica y amable–, el resto, en realidad, eran cowboys espaciales con familias supuestamente perfectas retratadas por la revista Life.
La época del astronauta-héroe hace tiempo concluyó, pero el actual renacer de la carrera espacial necesita una nueva mano de obra. Y también símbolos.
Aquella época del astronauta-héroe hace tiempo concluyó, pero el actual renacer de la carrera espacial necesita una nueva mano de obra. Y también símbolos. De ahí que en los últimos meses, las agencias espaciales de todo el mundo se hayan puesto en campaña para reclutar a las estrellas del mañana.
La Agencia Espacial Europea (ESA) recurrió al conocido y efectivo aviso clasificado: “Buscamos profesionales que sean capaces de llevar a cabo misiones de vuelos espaciales a la órbita terrestre baja y a la Luna y realizar tareas técnicas, científicas, de gestión o administrativas en apoyo del programa de vuelos espaciales tripulados. Aceptamos solicitudes de todos los candidatos calificados independientemente de su género, orientación sexual, origen étnico, creencias, edad, discapacidad u otras características. Se fomentan las solicitudes de mujeres”.
Desde 2009 que la ESA no buscaba astronautas. En aquel entonces se seleccionaron más de 10.000 candidatos, de los cuales solo fueron elegidos seis. Entre los requisitos básicos figura tener una maestría en ciencias naturales, ingeniería o matemáticas y ciencias de la computación. O ser médico o tener título como piloto de pruebas experimentales. “La capacidad de actuar con calma bajo presión es fundamental”, asegura el anuncio.
Después de recibir 18.000 solicitudes, la NASA agregó en 2017 a 12 nuevos miembros a su cuerpo de astronautas activo, que se compone de 48 integrantes. La nueva camada –conocida como “Grupo 22”, pero apodada “Las Tortugas”– está compuesta por siete hombres y cinco mujeres de entre 29 y 42 años. Se cree que entre ellos está la primera mujer que pisará la Luna y quizás el primer (o primera) ser humano que pisará Marte.
Los Emiratos Árabes Unidos, por su parte, han elegido a la ingeniera Noura Al Matrooshi y al piloto Mohammed Al Mulla. Y la agencia rusa Roscosmos seleccionó a cuatro nuevos candidatos. El cuerpo de cosmonautas actualmente cuenta con 30 miembros activos. Solo incluye una mujer: Anna Kikina, que está asignada para realizar su primer vuelo espacial en 2022.
Mucho ha cambiado desde la época de los vaqueros del espacio. Las misiones a la estación espacial son ahora cosa de todos los días. La mayoría de los astronautas no se convierten en celebridades. Conocemos más los nombres de los robots y de las sondas exploradoras –Perseverance, Curiosity, New Horizons, Cassini– que los de los hombres y las mujeres que abandonan la Tierra.
De ser superhombres, héroes nacionales, epítome de la masculinidad estadounidense, y vistos como el buen vecino, el samaritano, el buen marido y padre, el devoto en la iglesia del vecindario, los astronautas pasaron a ser figuras sin rostro, técnicos, fotógrafos, plomeros, gasistas y electricistas, multitaskers todo en uno.
Películas como Gravity, Interstellar, The Martian y Life, y series como Mars, The First, For All Mankind y Elegidos para la gloria, en los últimos años, buscan volver a despertar en jóvenes el anhelo perdido de viajar al espacio. La tarea es difícil. Hoy, los chicos y chicas, más bien, sueñan con ser youtubers e influencers.