A partir de un diseño bien pensando, un viejo galón industrial conserva su impronta original y adquiere una nueva personalidad como salón de belleza.
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La luz lo inunda todo, invita a instalarse en este living XXL donde los rayos del sol dibujan líneas geométricas según pasan las horas. Después de una remodelación consciente y minuciosa, el taller mecánico de la calle Fitz Roy al 1800 se transformó en una peluquería, un coworking, un patio verde que funciona como oasis natural en el corazón de Palermo Hollywood.
La consigna fue distribuir cada metro cuadrado en función de generar una experiencia singular en el ex galpón que supo contener originalmente a un catálogo de herramientas, pinzas, llantas y motores. Así, Max Jara, el estilista al frente de la peluquería casi secreta –no hay señales en la fachada que la identifiquen como tal— se dispuso a conservar la cáscara para Jara Taller de Pelo, un nombre que resume el espíritu del espacio.
Durante la pandemia, descubrió que el lugar estaba en alquiler. Y fue amor a primera vista cuando lo visitó, nos cuenta Max y detalla las soluciones proyectuales que implementó junto al arquitecto Jeremías Díaz. “La infraestructura quedó intacta, pero replanteamos el ex taller mecánico en un salón que nos permite dividir los sectores para que no haya contaminación auditiva”, señala sobre esta decisión innovadora que contempla la experiencia de los clientes. “Conservamos las vigas que permitían levantar los motores, las griferías y azulejos del baño. Soy muy fanático del mobiliario vintage, los espejos los compré en una subasta”, aclara.
La iluminación natural se logró por el reemplazo de las chapas existentes por otras traslúcidas, que le dieron una nueva impronta al salón que también luce sus mechitas y alisados: los destellos cubren el revestimiento continuo en cemento que domina todos los pisos.
En tanto, las paredes blancas optimizan los reflejos de los rayos de luz y generan contrastes entre ambas plantas. El proyecto también incluyó el diseño de una escalera central, un objeto escultórico que protagoniza el espacio. “Se hizo a nuevo en hormigón, el material que predomina en el espacio. Conduce al entrepiso abierto que balconea al salón”, señala Díaz, el autor.
"El hogar a leña es uno de los rincones más utilizados, ya que el living invita a relajarse, a sumergirse en los sillones y hacer una pausa, tan necesaria"
Max Jara
Jara es terminante a la hora de explicar el cuidado por la huella histórica: “Decidimos tocar lo menos posible con la idea de reversionar esta caja implantada en una casa antigua. Así, se definió que la división de espacios defina las distintas etapas del proceso y los tratamientos de pelo: por un lado el salón de secado y por el otro, el de corte y maquillaje. Una solución para mitigar el ruido de los secadores”, apunta.
Un dato clave, de peso, a la hora de elegir las plantas que cuelgan en el salón y ambientan el patio, desde enormes maceteros de cemento: son helechos aéreos y palmeras, especies misioneras que llegaron especialmente para sumarse al Taller de Pelo.
Los desniveles propios del ex taller mecánico fueron aprovechados para las instalaciones de nuevos servicios eléctricos y cañerías. Así, todos los clientes y clientas cuentan con cableado bajo los pisos para enchufar sus dispositivos y usarlos cómodamente durante el tiempo que permanecen en el salón, una demanda que se impone en estos tiempos.
“A la fosa, que era muy pintoresca, la tapamos porque no resultaba funcional para el trabajo específico”, aclara Jara. Díaz, por su parte, insistió para conservar las vigas existentes que se utilizaban para levantar los motores de los autos. Habían quedado en color rojo las nuevas las pintaron en un tono blanco hueso. Esta paleta de colores crudos también está presente en los jarrones que contienen plantas y la vajilla de cerámica que acompaña a las y los clientes con café, té, almuerzos y meriendas.
En cuanto a los techos, se les incorporó la aislación térmica y la disposición de canaletas que distribuyen el agua de lluvia contribuyendo a la impermeabilidad de la cubierta.
El interiorismo propicia la calidez desde revestimientos con varillas de madera que articulan un diálogo de materiales nobles y equipamiento vintage.
“A los espejos los compramos en una subasta de un local de marroquinería, conseguimos muchos objetos en ferias de anticuarios”, dice el estilista que recuperó un galpón de impronta industrial y lo transformó en un oasis verde con reflejos de luz natural.
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