Los platos ideales para hacer cuando tenemos fiaca son los que se cocinan “a fuego lento”
Nos gusta comer, pero nos da fiaca cocinar. Gran tema. Es cierto que a algunos la cocina los desconecta del día a día, que se “desenchufan” entre las sartenes y las ollas. En ese sentido, creo oportuno separar las ganas de la fiaca: a veces tenemos muchas ganas de cocinar algo rico, pero nos gana el cansancio.
Otras veces pensamos que podemos hacer algo simple y nos arrojamos directo al salteado, o al “wok”, que siempre se promociona como algo sencillo y rápido de hacer. Pero la verdad es que para hacer un plato salteado rico, y bien, hay que tenerla bastante clara. Especialmente al wok.
¿Conclusión? Los platos ideales para hacer cuando tenemos fiaca son aquellos en los cuales son otros los que trabajan por uno para lograr algo rico. Y ojo, que no hablo de un delivery ni de un cocinero, sino del tiempo y el calor. Sí, así de fácil. En esa combinación preciada la cocción es lenta y mágica, y logra los mejores resultados con el mínimo esfuerzo.
No necesitamos demasiado, solo una olla pesada con tapa o el horno. Eso sí: sigo rogando para que no lo usen de depósito de fuentes y sartenes, porque nada da más fiaca que vaciar el horno y dejar todo desparramado por la cocina para arrancar.
En cuanto a sabores, podemos mejorar la que será nuestra comida de mañana mientras dormimos o trabajamos. ¿Cómo? Marinando lo que tengamos planeado cocinar.
Un ejemplo de cómo podés hacerlo: cuando pelás y cortás una cebolla, repetí la operación con dos o tres más y así lavás una sola vez la tabla. El resto llevalo a la heladera, en contenedor hermético o bolsita. Y algo clave: tener siempre vegetales pelados y cortados, así como la carne marinada. Si está eso, es solo llegar y prender el horno, volcar todo y dejar que el tiempo y el fuego hagan lo suyo.
Con el horno, por otra parte, hay dos maneras de lograr buenas cocciones largas: fuego fuerte al comienzo para dorar y bien bajito después. O el opuesto, bien bajito (puede ser tapado con aluminio o papel ) y fuerte al final, para que caramelice y tome color.
Lo importante es que el fuego y el calor, con o sin líquido, son amigos de los sabores profundos, complejos, donde todo se hace uno. Donde algunos ingredientes se funden hasta desaparecer y cambiar completamente.
Si vamos a cocinar un producto suave, podemos jugar con los sabores. Por ejemplo el pollo, puede ser un estofado en la olla con tomates, vino, etc. O podemos jugar incluso con las especias. Y acá va un tip importante: las especias las mezclamos entre sí antes de incorporarlas. Si la mezcla nos gustó y funcionó, ese mismo día, antes de olvidarnos, las guardamos para las próximas recetas. O sea: lo que funciona se repite, aunque no sea siempre igual.
En cambio si estamos cocinando un osobucco que tiene un sabor más profundo, mejor arrancar con gustos más concentrados y conocidos: ajo, romero, cebolla, tomillo, caldo y vino. Los vegetales básicos que tengamos, siempre van a funcionar. Y así equilibramos. En la olla, vas a ver que toma apenas color: vegetales, líquidos, fuego bajo y a esperar haciendo lo que quieras. Ah, me olvidaba: ¿de qué hablamos cuando decimos vegetales básicos? Bueno, puede ser alguno de la familia de las cebollas (puerro, verdeo, ajos), zanahoria, apio o pimientos y tomates, las hierbas que tengamos, y especias, las que nos animemos. Todo a la olla, durante dos o tres horas, mientras la casa se llena de aromas y el calor y el tiempo hacen su trabajo, Mientras, vos podés terminar eso que tenes atrasado o descansar un poco. O sea: fiacas pero pillos, porque igual comemos rico.
Por último, si también te agota pensar en todo lo que hay que lavar después, en olla o en horno, pensá que lo bueno es que lavamos menos con las cocciones largas porque todo pasa en el mismo recipiente. E incluso al horno o en una olla, con el líquido suficiente, podemos cocinar el arroz o la pasta en la misma preparación.
Para terminar, dejo algunos otros consejos:
•Que siempre haya buenos básicos en la alacena. Tomá nota: hierbas secas, latas de tomate, especias, ajo y cebolla en polvo, como mínimo.
•Cuando pedís pizza, pedí fainá extra y me lo vas a agradecer. Con una fuente de vegetales asados, algún queso rico o ensalada, te salva una comida.
•Aprendé a sartenear la pasta con aceite de oliva o manteca, algo que le dé sabor (ajo, queso, panceta, etcétera) y agua de cocción. Con un poco de movimiento y sabores ricos queda ese juguito delicioso y no hiciste salsa. ¡Pero tenés algo similar o mejor!
•Tené siempre algún tipo de curry a mano porque es un gran salvador .
•Si no tenés ganas de ponerte a revisar todos tus cuchillos lo entiendo, pero aunque sea uno tiene que estar afilado sí o sí. Cortar o pelar con cuchillo desafilado implica el triple de trabajo.