El pionero mexicano de los drones de consumo
SAN DIEGO—La revolución de los drones para consumidores puede rastrearse a 2007, cuando un inmigrante mexicano de 20 años en Riverside, California, hacía ajustes a un helicóptero de aeromodelismo.
Jordi Muñoz Bardales, recién llegado de Ensenada, México, estaba esperando su permiso de residencia cuando abrió uno de los controles de su Nintendo Wii, le quitó los sensores y los conectó a un microcontrolador de US$18, que es básicamente una pequeña computadora en un microchip, y lo programó para que estabilizara su pequeño helicóptero. Por décadas, las aeronaves de juguete habían sido muy complicadas de pilotar, pero con su ajuste, Muñoz construyó un aparato que prácticamente cualquiera podía volar.
"Ni siquiera conocía la palabra dron", dice Muñoz. "Lo llamé helicóptero robótico".
Posteriormente, trató de vender su Wii usado por US$350 en una conferencia de programadores con la idea de usar el dinero recaudado en su próximo proyecto, un modelo de avión que pudiera volar solo. Sus publicaciones en línea, incluyendo videos y el código que escribió, le ayudaron a ganarse un fan prominente: Chris Anderson, que en aquel entonces era editor de la revista Wired y uno de los principales defensores del floreciente movimiento a favor de los drones. Anderson le envió a Muñoz un cheque por US$500, sin condiciones.
Para 2009, Muñoz había construido un llamado sistema de piloto automático, el cerebro computarizado detrás de los drones para consumidores. Meses después, él y Anderson fundaron 3D Robotics, que actualmente es el mayor fabricante de drones para consumidores en Estados Unidos, con decenas de millones de dólares en ingresos anuales, 300 empleados y más de US$100 millones en capital de riesgo.
A continuación, algunos apartes de la entrevista con Muñoz.
WSJ: Usted nació en México en una familia de clase media. ¿Cómo terminó en California dos décadas después como uno de los primeros inventores de los drones para consumidores?
Muñoz: He estado enamorado de las aeronaves desde que tengo memoria. Al mismo tiempo, me interesé en los electrónicos. Abría juguetes para ver cómo funcionaban. Mi papá me permitía destruir todos mis juguetes.
Cuando tenía 16 años, quería ser un ingeniero aeronáutico. Pero es muy difícil ser admitido al Instituto Politécnico Nacional de México. Perdí dos años en Ciudad de México intentándolo, luego regresé a Tijuana y abrí un local de tacos de pescado. Cuando mi padre se dio cuenta que vendía tacos, me obligó a vender el negocio y me mandó a una universidad privada en Ensenada. Hice un semestre de ingeniería de sistemas y luego mi novia quedó embarazada. Ella es ciudadana estadounidense, así que decidimos criar al bebé en EE.UU.
WSJ: ¿Cómo construyó su primer dron?
Muñoz: Estaba aburrido. Estaba en el proceso de inmigración y eso impide salir del país, estudiar, trabajar. Comencé a aprender sobre microcontroladores. Sentía que había algo poderoso en ellos. Descubrí un tutorial sobre cómo hackear un Nintendo Wii y conseguir que los sensores entraran en interfaz con los microcontroladores. Luego conseguí medir la gravedad, la cual es aceleración.
A esas alturas tenía las bases de un avión que sabe cómo orientarse y tenía un helicóptero a control remoto que era muy difícil de volar. La idea de fusionar todo tenía sentido. ¿Por qué no? No tenía nada más qué hacer.
Cuando [el sistema de piloto automático] finalmente funcionó, fue quizás el día más increíble. Me senté en el césped, encendí el radio y me relajé.
Luego escribí al respecto en un blog. La gente comenzó a preguntar por ellos y vi una oportunidad. Armé 40 y creé una tienda en línea. Los vendí en menos de una hora. Los vendí por US$40, pero me costaron como US$5. Era tan rico como deseaba serlo.
WSJ: El aeromodelismo ha existido por décadas ¿En qué forma son diferentes los drones? ¿Por qué se han popularizado?
Muñoz: La complejidad de los helicópteros de aeromodelismo es masiva. Un humano no puede controlar independientemente cuatro motores, tratar de balancearlos y conseguir que se avancen en el aire. Es imposible. Se estrellaría. Los drones transfieren esta complejidad mecánica al software. El software está haciendo todas las tareas difíciles de ubicación y orientación al tratar de estabilizarlo.
Normalmente, cuando se vuela un helicóptero de aeromodelismo, usted está tratando de mantenerlo estable. Un dron se queda flotando y usted sólo tiene que decirle, como en un videojuego, que se mueva a la derecha o la izquierda.
WSJ: ¿Cuáles son los principales retos al crear un negocio alrededor de los drones? ¿Es la percepción negativa del público un problema?
Muñoz: Básicamente, no sabemos lo que hacemos y tratamos de hacer las mejores apuestas. Cuando la gente ve drones tienen estas ideas en mente, teorías de la conspiración. Pero cuando los ven trabajando dicen "Ah, no está tan mal. ¿Puedo volarlo? O incluso "quiero uno". Cambian de parecer. Así que se trata de exponerlos a la tecnología. Creo que la gente va a acostumbrarse a ellos. Sólo necesitan tiempo.
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