El submarino Scorpène, referencia de la cooperación entre Brasil y Francia
La entrega a la marina brasileña de Tonelero, un submarino Scorpène de diseño francés, se enmarca en una cooperación estratégica inédita entre París y Brasilia, que debe llevar además al gigante latinoamericano a construir su primer sumergible de propulsión nuclear.
La ceremonia a la que asistirán el miércoles los presidentes francés Emmanuel Macron y brasileño Luiz Inácio Lula da Silva en el astillero de Itaguaí, al sur de Rio de Janeiro, recuerda el amplio acuerdo firmado en 2008 por Lula y su entonces par galo Nicolas Sarkozy.
Además de la venta de 50 helicópteros Caracal, que se ensamblarán en Brasil, el acuerdo incluye un contrato por 6.700 millones de euros (7.265 millones de dólares al cambio actual) para desarrollar las capacidades submarinas de Brasil y de su industria.
La potencia sudamericana, que cuenta con 8.500 kilómetros de costas, busca garantizar la seguridad de su "Amazonia azul", su gran zona económica exclusiva por la que transita más del 95% de su comercio exterior y donde extrae alrededor del 95% de su petróleo.
La compañía de defensa naval francesa Naval Group presenta este programa bautizado Prosub como "el programa de transferencia de tecnología más completo jamás realizado".
Una primera parte consiste en la construcción en Brasil por ICN, una empresa conjunta entre Novonor (ex-Odebrecht) y Naval Group, de cuatro submarinos de propulsión diésel-eléctricos Scorpène, un modelo que la compañía francesa ya vendió a Chile, India y Malasia.
Los ingenieros y técnicos brasileños fueron formados en Cherbourg, en el noroeste de Francia, y Naval Group proporciona los planos, algunos equipos y una asistencia técnica.
El Tonelero, inaugurado el miércoles, es el tercero de estos cuatro sumergibles convencionales previstos por este pacto tras el Humaitá, botado en enero, y el Riachuelo, en servicio desde septiembre de 2022. El último, Angostura, se espera para 2025.
- No proliferación -
Estos navíos de 1.870 toneladas y 71 metros de eslora pueden disparar torpedos F21 o misiles antibuque Exocet, que también han sido adquiridos a la industria francesa de defensa.
Una segunda parte del programa preveía construir una nueva base naval y un astillero de submarinos en Itaguaí, inaugurado en 2018.
La tercera parte, más ambiciosa, debe permitir a Brasil dotarse de su primer submarino de ataque de propulsión nuclear, el Álvaro Alberto, que lo convertiría en el primer país en contar con uno tras los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
Este navío, mucho más imponente, tiene 100 metros de eslora y pesa 7.000 toneladas.
Naval Group está prestando asistencia técnica para el diseño del buque, excepto en la parte nuclear, diseñada por los brasileños.
El proyecto acumula retrasos, especialmente a causa de problemas presupuestarios, y el submarino se espera ahora para 2036-2037, según la marina brasileña.
Brasilia intenta convencer a París de que aumente sus transferencias de tecnología para ayudarle a integrar el reactor en el submarino y venderle equipos vinculados a la propulsión nuclear (turbina, generador).
"Hay conversaciones sobre la posibilidad de que Francia coopere con nosotros incluso en el aspecto de la energía nuclear, del combustible nuclear", aseguró la responsable para Europa de la diplomacia brasileña, Maria Luisa Escorel de Moraes, reconociendo que "es un asunto estratégico, sensible, delicado".
Senadores franceses apuntaban en un informe en julio la problemática vinculada a las obligaciones de no proliferación, si París reforzaba su cooperación con Brasilia en este ámbito.
Sin embargo, llamaban a "estudiar todas las posibilidades" máxime cuando el acuerdo AUKUS debe permitir que Australia se dote de sumergibles de propulsión nuclear estadounidenses.
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