Imprudentes seriales que no miden el riesgo
Resulta evidente que los peatones se arriesgan permanentemente al cruzar las calles y las avenidas. Las estadísticas muestran que son las principales víctimas mortales. No cruzan por las sendas peatonales o esquinas y sí lo hacen por la mitad de las calles, esperan o caminan por la calzada, a menudo abstraídos por el celular u otros dispositivos.
Consultados los peatones acerca de sus motivaciones, coinciden en determinados argumentos, como ganar tiempo, caminar menos, porque siempre lo hicieron así o porque nunca les pasó nada y creen que es igualmente seguro, además de que los vehículos no les ceden el paso aunque corresponda por ley.
Es cierto que si en algún país los peatones son usuarios de segunda es en la Argentina, donde se da una situación inédita: los peatones deben detenerse para dar la prioridad a los vehículos, y no al revés, como lo indican las leyes vigentes y las normas de seguridad vial.
La psicología del tránsito habla de "riesgo elegido". Frente a una baja percepción del riesgo en acciones habituales y repetidas y la creencia de que se benefician de cruzar indebidamente, los peatones eligen arriesgarse. Incentivados a su vez por el poco respeto de la prioridad peatonal.
El control y la sanción de los conductores que no respetan esta prioridad, conducen a una velocidad excesiva o violan los semáforos en rojo resulta imprescindible para aumentar la seguridad peatonal. Paralelamente, concientizar y educar a la población en criterios y normas viales deviene esencial para revertir el modelo cultural que promueve el riesgo sobre la seguridad.
Tampoco la infraestructura de la ciudad estimula a los más vulnerables en el tránsito al cumplimiento ni a aumentar su seguridad. Por ejemplo, una investigación de Luchemos por la Vida constató que en la Capital falta o no funciona algún semáforo peatonal en el 95% de las encrucijadas semaforizadas.
Faltan muchas sendas peatonales o se encuentran semiborradas, o inadecuadamente ubicadas. Las veredas estrechas, rotas o plagadas de obstáculos no ayudan. En zonas como Retiro, Constitución u Once falta una infraestructura que asegure la separación de las multitudes de peatones del tránsito vehicular.
Priorizar la seguridad del peatón significará un paso evolutivo y de civilización que debe darse con urgencia.
El autor es presidente de la ONG Luchemos por la Vida