Diego Napolitano, presidente de la Cámara Empresaria de Distribuidores de Agroquímicos, Semillas y Afines Bonaerense (Cedasaba), alertó sobre operaciones que se siguen realizando a último momento; la logística en la mira
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Las lluvias de la semana pasada y las que se están registrando en las últimas horas trajeron calma a los productores agrícolas. Dicen en el campo que, apenas cae agua, al productor y a todo el sector agropecuario en su conjunto les cambia la cara y en principio se arranca mejor el día.
En este sentido, pareciera que “por suerte, las famosas predicciones climatológicas no se estarían cumpliendo y hay lugares en donde está cayendo más agua de lo que se presumía”. Independientemente de esto, con precipitaciones que vinieron muy bien y dieron cierta tranquilidad el escenario hacia adelante no es el mejor. El mercado de los insumos, que venía paralizado por varios factores, en la actualidad continúa con inconvenientes para comenzar a girar la rueda.
“El agua nos dio algo de calma, pero solo nos deja jugar un poco y seguir haciendo trampas al solitario por un tiempo. En el futuro cercano, los problemas financieros en las agronomías, del productor, de los pooles serán muy importantes y no se van a poder esconder. En rigor, mucho distribuidor está financiándose con su propio stock, lo cual es un arma de doble filo porque está distorsionando los precios relativos del mercado”, sentenció a LA NACION Diego Napolitano, presidente de la Cámara Empresaria de Distribuidores de Agroquímicos, Semillas y Afines Bonaerense (Cedasaba).

Con una facturación que, con suerte, debe llegar al 50% en dólares en relación a las anteriores, el panorama que atraviesa en particular el distribuidor es muy complejo. No es de ahora, esto viene de arrastre, donde la gran inestabilidad macroeconómica de los últimos cuatro años, llevó a que tanto distribuidor como productor compraran por las dudas, que generaba un sobrestock en el canal de comercialización: lo que llegaba al país se vendía y se compraba “por las dudas”.
Para el directivo, ahora el productor está más cauteloso que de costumbre, que espera hasta el último segundo para realizar su compra. Eso lleva a un muy bajo stock disponible en el distribuidor. Por ende, cuando el productor necesita algo, lo hace en carácter de urgencia. “Con esa urgencia se dirige a su distribuidor zonal que no tiene el producto, lo que genera pedidos a las insumeras, cuyo resultado es un cuello de botella logístico infernal”, aseguró.
“Por este motivo, hay algunas moléculas que empiezan a resentir esta demanda. Un caso paradigmático es el Metribuzin, molécula que se utiliza mucho y el mercado se quedó sin. Hace dos meses no había ventas y hoy es un insumo que no hay. Por múltiples factores, fundamentalmente una mayor y concentrada demanda en un corto periodo de tiempo. Pero también debido a que las insumeras no trajeron en tiempo y en forma los grados técnicos o este producto y eso ha desabastecido esa molécula. Como este caso, hay otros en similar situación de tensión en su oferta”, detalló.
Retomando el tema climatológico, Napolitano insistió que las lluvias solo calman los nervios y las preocupaciones en el sector, pero siguen estando. “La verdadera película termina en mayo porque financieramente el distribuidor está golpeado. Ya deberíamos ver en lugares una demanda restablecida, pero las condiciones de pago son largas, a mayo, en la próxima cosecha. Sobre todo en un contexto de dudas sobre cuándo se levanta el cepo cambiario y de valores internacionales por el piso, el productor de soja está muy prudente y no va a vender por vender. Por eso, por ahora, la urgencia de comprar no existe”, señaló.

Frente a esto, hay distribuidores que tienen “la política de stock cero”, pero para ir a ese stock cero no están arrancando de un stock cero, sino que están arrancando de grandes cantidades de mercaderías compradas el año pasado. “Por necesidad y porque es más barato vender tu stock que sacar un crédito, salen a vender productos distorsionando el mercado. Eso lleva a que haya un desorden absoluto, donde las variaciones de precios no tienen correlato con lo que tendría que valer un producto. Y, en esa variación de precios y en la urgencia de los productores es donde aparece la distorsión y la falta de insumos”, remarcó.
Para el ejecutivo, el retraso que hay es prácticamente “inversamente proporcional” a los problemas climatológicos que había antes y que en gran parte ahora empiezan a desaparecer.
“Con el valor de los granos tan bajos en dólares, con una inflación medida en esa moneda entre el 28 y el 30% y con las retenciones que siguen sin moverse, el productor está demasiado cauto en su toma de decisiones”, finalizó.
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