

A todo viajero que ha recorrido la cordillera de los Andes o la Puna no ha dejado de llamarle la atención en la cumbre de algún cerro, en el filo de un abra o cerca de un camino de herradura, unas piedras superpuestas que conforman una pirámide a la que se denomina apacheta.
Las apachetas son un montículo de piedras que van creciendo a medida que los viajeros depositan una piedra en la parte superior. Antes, los lugareños tenían por costumbre dejar como ofrenda un cigarro, hojas de coca o flecos del poncho. Si estaban en presencia de un forastero, dejaban la ofrenda con disimulo.
El extraordinario escritor salteño Juan Carlos Dávalos se refería a la apacheta en la nacion en 1922: "La apacheta es el monumento indígena más impresionante que conozco, entre los vestigios de la civilización diaguita. Impresionante por su simplicidad embrionaria, su grosera sordidez y su emplazamiento salvajemente poético. La apacheta es, pues, el altar de Pachamama, y ante ella murmura el indio, con la cabeza descubierta, su plegaria conmovedora".
En tiempos de los incas, los chasquis encontraban en su camino las apachetas cada dos o tres leguas de distancia, o en puntos estratégicos. Allí no sólo se detenían a descansar, sino que fundamentalmente hacían una reverencia al Pacha Kamaq -el creador en la creencia inca arrojando piedras o escupiendo el bocado de coca o acullico.
Sobre los incas, qué mejor que recordar a Garcilaso de la Vega: "Declarando el nombre Apachitas que los españoles dan a las cumbres de las cuestas muy altas y las hacen dioses de los indios, quiere decir demos gracias y ofrezcamos algo al que hace llevar estas cargas, dándonos fuerzas y vigor para subir por cuestas tan ásperas como ésta, y nunca lo decían sino cuando estaban ya en lo alto de la cuesta, y por esto dicen los historiadores españoles que llamaban Apachitas a las cumbres de las cuestas, entendiendo que hablaban con ellas, porque allí le oían decir esta palabra Apachecta."
El etnógrafo entrerriano Juan Bautista Ambrosetti escribió en 1895 lo siguiente: "En Salta he observado también la cristianización de una apacheta: me refiero a la que se halla en el abra de las Tres Cruces, en la quebrada de las Conchas. En ella, parece que alguien, in illo tempore, depositó una pequeña cruz, quizá con la intención de desviar hacia el lado cristiano esa práctica pagana; pero sucedió con esto el fenómeno más curioso de pertinacia, pues todos los viajeros ya no lanzaron sobre ella su acullico ni pusieron más piedras; en cambio, cada uno colocó allí una pequeña cruz de palitos; por eso hoy ese punto se llama las Tres Cruces, aun cuando haya más de 500 sobre la tal apacheta, en su mayor parte destruidas, pues con los elementos se pudre el hilo con que atan los palitos, y el transversal cae, encargándose el viento de derribar el vertical que queda en pie".
En "Total qué", cantan Los Chalchaleros: "Humahuaca mi adiós/ que eres inca borracho de sol/ apacheta humilde de mis montañas/ notas de piedra de mi canción/ cortando los vientos de todas las abras/ guarda la plegaria que reza mi amor".
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