Hoy mi papá cumpliría 115 años, ¿qué me dejó?
El ejemplo de laboriosidad y algunas frases almacenadas en la memoria son parte de la herencia, no material, recibida de Julián de Pablo, quien nació en Buenos Aires en 1909
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Julián de Pablo nació en Buenos Aires, el 18 de febrero de 1909, de manera que hoy cumpliría 115 años. Falleció en 1996. ¿Qué me dejó mi padre? Herencia material no, por lo que ni a mi hermano Oscar ni a mí alguien nos tuvo que explicar que hay que trabajar para mantenerse uno mismo y la familia que forma. Me dejó un ejemplo de laboriosidad y algunas afirmaciones que almacené en mi memoria, y mostraron su valor cuando vinieron a cuento. ¿Qué relación existe entre cómo fui criado y como son criados los niños en la Argentina de hoy?
Para que me ayudara a reflexionar tomé contacto con el inglés George Edward Pelham Box (1919 - 2013), quien enseñó en las universidades de Carolina del Norte, Princeton y Wisconsin-Madison. En esta última inventó la sesión de cerveza de los lunes por la noche, en la que sólo les pedía a los participantes que no se apresuraran a extraer conclusiones antes de entender lo que el expositor estaba diciendo. “No sé qué haría si me retirara. No me imagino haciendo algo diferente de lo que hago”, dijo en 1987.
–De inmediato conversaré con usted sobre su obra, pero ahora me interesa principalmente a qué se dedicaba su padre.
–Mi abuelo era comerciante, en algún momento próspero; más tarde no llegó a la quiebra, pero usó todo su dinero en pagar deudas. Por lo cual mi papá no pudo educarse, sino que tuvo que trabajar como empleado de comercio. Sospecho que tenemos algo en común.
–Así es. ¿Por qué lo conocen los econometristas?
–Por los modelos de promedios móviles autorregresivos, denominados ARIMA, que desarrollé con el galés Gwilyn Meirion Jenkins. Mi nombre está asociado de manera múltiple: existen los modelos Box-Jenkins, las transformaciones Box-Cox y Box-Mueller, los diseños Box-Behnken y los test Box-Pierce y Ljung-Box. Jenkins sufría la enfermedad de Hodgkin. Escribimos un libro juntos: caminábamos, discutíamos y luego escribíamos. Lo publicamos en 1970. El éxito de la obra nos sorprendió.
–Quiero recordar el testimonio y algunos dichos de mi papá, quien al igual que el suyo era un empleado. ¿Cuán importante es el puesto de trabajo para determinar la filosofía de una vida?
–Difícil saberlo, pero ciertamente que el nivel de ingresos influye poderosamente en la conducta. No conocí a sus padres, pero con gusto comentaré sobre la base de lo que escuché.
–Comencemos por mi padre.
–Usted y su hermano lo vieron siempre trabajando. Nunca lo echaron, sino que perdió el empleo porque cerró la empresa donde trabajaba. Hizo paquetes, cobró para una prepaga, despachó correspondencia y fue portero en un supermercado. Todo lo que ganaba se lo entregaba a su esposa, Dámasa Valero, a quien todos conocía como Teresa.
–Mi madre fue una genial administradora.
–Porque en el hogar había pocos recursos. Si su padre hubiera ganado, digamos, cinco veces lo que ganaba, otro hubiera sido el cuidado con el cual su madre habría adoptado las decisiones. No es una cuestión ética, sino de los costos de pifiar. Cuando un pobre se equivoca en su accionar, de repente no come; las personas de clase media alta, y alta, no ponen en juego su alimentación cuando deciden.
–A veces mi papá complementaba los ingresos normales haciendo changas.
–Que su mamá no utilizaba para salir a cenar afuera, sino para reponer bienes durables. Porque en su casa, de Pablo, siempre se comió. En las épocas malas se gastaban bienes durables (ejemplo: toallas, jabones, etc.), que en las épocas buenas se reponían. ¿Vio que no hay que leer a Milton Friedman, para diferenciar entre ingreso permanente e ingreso transitorio? Su madre lo hacía de manera intuitiva.
–En cuanto a los dichos de mi papá, ¿qué recuerda?
–Probablemente, por mi formación, le presté particular atención a afirmaciones que el análisis económico luego desarrolló.
–Deme un ejemplo.
–Cuando en 1969 usted se compró su primer auto, como lo adquirió en cuotas el concesionario le exigió que sacara un seguro contra todo riesgo. Un día usted le comentó a su papá que en caso de un choque, usted no tendría ningún problema, porque tenía un seguro contra todo riesgo. A lo cual él le respondió: “mejor no chocar”. ¿Quiere mejor ejemplo del hecho de que los contratos son siempre imperfectos?, cuestión que viene siendo tratada desde hace tiempo por el análisis económico, y que hizo que Oliver Simon D’ Arcy Hart obtuviera el Nobel en economía en 2016?
–Deme otro ejemplo.
–Frente a una frustración, el ser humano busca una solución. Pero a veces las acciones en vez de mejorar la realidad la empeoran. Su papá sintetizaba esto afirmando que “a veces el remedio es peor que la enfermedad”. Otra vez, pura intuición, pero que le agrega sabiduría a la cuestión de la intervención del Estado en la economía, donde junto a las “fallas del mercado” están las “fallas del Estado”, de manera que la cuestión de la intervención estatal se vuelve una cuestión empírica.
–¿Cuán típica o atípica era la situación económica de la familia de Pablo, en Liniers, a mediados del siglo XX?
–En ausencia de encuestas, no tengo más remedio que conjeturar. Como bien dijo Paul Robin Krugman, de su New Jersey natal, “éramos pobres pero no lo sabíamos”. Liniers era, en aquel momento, un barrio de clase media. Todo el mundo trabajaba, prácticamente nadie tenía automóvil, todos íbamos al colegio, para la enorme mayoría de las familias vacaciones quería decir no ir a la escuela, no viajar a la Costa o a Córdoba, etc. Pero, que yo recuerde, nadie parecía amargado o rencoroso.
–La educación era un valor.
–Absolutamente, porque en aquel momento era el principal mecanismo de ascenso económico y social. Usted me contó que en Harvard, a mediados de la década de 1960, los argentinos eran los únicos pertenecientes a la clase media, que habían llegado a dicha universidad gracias a becas. Me refiero a Luis Landau, Héctor Luis Diéguez y Julio Berlinski. Ni los otros latinoamericanos ni por supuesto los estadounidenses eran hijos de laburantes.
–Me encantan los recuerdos, pero; ¿sólo están al servicio de la nostalgia?
–Recordar a los progenitores no está mal, pero agreguemos que aunque las circunstancias van cambiando, hay principios permanentes. A propósito: hoy, en su país, muchísimas personas, matrimonios, parejas o lo que sean, imitan el comportamiento de Julián y Teresa, por la sencilla razón de que no tienen alternativa, y buscan a través del esfuerzo y la cuidadosa toma de decisiones, vivir y criar a sus hijos. Son héroes anónimos que se levantan todos los días para ver cómo le encuentran la vuelta, y rara vez son comprendidos en los medios masivos de comunicación, por personas que ganan varias veces lo que ganan ellos, y tienen imaginación limitada. Harían bien en escucharlos, en vez de hablar en su nombre.
–Estimado George, muchas gracias.

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