La clave no está en adelgazar, sino en no aflojar después
Los argentinos sabemos cómo generar inflación, cómo acelerarla y cómo frenarla de golpe; lo que todavía no logramos es mantener los éxitos iniciales
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La significativa, vertiginosa y palpable reducción de la tasa de inflación está modificando el debate referido al presente y al futuro del aumento sistemático del nivel general de los precios. Ahora la cuestión parece ser que resulta mucho más fácil pasar de una tasa mensual de 25% a otra de 10%, que de una de 6% a otra de 3%. A la luz de la experiencia argentina, la clave está en otro lado; pero antes es preciso plantear un par de digresiones.
Primera: es cierto que la caída de la tasa de inflación arrancó con el 25% de diciembre de 2023 manufacturado por el actual gobierno. Pero, ¿alguien piensa que se podía haber seguido con un tipo de cambio oficial de $350 y un boleto de ómnibus, en el AMBA, de $70?
Segunda: que la reducción de la tasa de inflación no se convierta en obsesión y explique que, en mayo, no aumenten las tarifas de gas “para no estropear los resultados obtenidos”. Si la decisión se debe a los resultados fiscales obtenidos hasta abril, que lo expliquen; pero no se enamoren.
Ahora bien, las argumentaciones referidas a la facilidad o dificultad de seguir reduciendo la tasa de inflación están más cerca de la aritmética que de la economía propiamente dicha. Prefiero concentrar la atención en otra cuestión.
Los argentinos sabemos cómo generar inflación, cómo acelerarla y cómo frenarla de golpe; lo que todavía no logramos es mantener los éxitos iniciales. Esto es relevante en la Argentina 2024.
Cuando uno está excedido de peso hace una dieta para bajar y luego otra para mantenerse en el nuevo nivel. ¿Seguiremos con el “no hay plata” y “hay que ordenar el balance del Banco Central” a medida que los medios sigan disminuyendo y las presiones para aflojar aumentando?
No hay nada estático en esto. La cuantía del gasto público tiene que disminuir y su calidad aumentar; así como la presión impositiva bajar. Pero todo ello manteniendo el equilibrio fiscal. Enorme desafío porque todos tienen brillantes ideas para aumentar los gastos públicos o disminuir los impuestos, pero suponen que Gaspar, Melchor y Baltasar se encargan de mantener en orden las cuentas públicas.
Estemos atentos, entonces, a las posibles metidas de pata del Poder Ejecutivo si se obsesiona con la tasa de inflación, y también a cómo la gestión del presidente Milei quiebra la historia argentina, referida a cómo volvemos a las andadas cuando se nos pasa el susto.
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