Un hombre gruñón y sus lecciones sobre economía del comportamiento, toma de decisiones y creatividad
Varias series son utilizadas en el ámbito académico para explicar temas económicos; la lista es larga y ahora se suma Curb Your Enthusiasm, para la que se anunció la última temporada
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¿Qué tienen en común las series Juego de Tronos, The Office, Seinfeld, South Park y Los Simpson? Que todas generaron un recorrido académico con investigaciones (y en algunos casos, hasta congresos completos) que van y vienen entre sus tramas y lecciones para la economía, la toma de decisiones o la innovación.
Esto ocurre a partir de una doble vía: por un lado, los ciclos de TV más exitosos se aprovechan como recursos pedagógicos que ayudan a atraer la atención y a enseñar me mejor manera conceptos básicos de distintas disciplinas. Por el otro, hay académicos que se dedican a explicar temas económicos subyacentes en los nudos argumentales en las series más vistas de la historia. Por ejemplo la sociología académica ya organizó varios seminarios sobre la serie The Wire y los economistas especializados en negocio agrícola relacionan los casamientos en Downton Abbey con los ciclos de precios de las commodities de granos en los siglos XVIII y XIX.
A esta lista hay que agregarle una serie humorística que dio mucho que hablar en estas semanas, porque estrenó lo que se anunció como su última temporada: Curb Your Enthusiasm (algo así como “modera tu entusiasmo”), de Larry David, uno de los dos creadores de Seinfeld.
La serie nació con un especial para HBO en 1999 y se emitió de manera intermitente durante un cuarto de siglo hasta llegar a la temporada número 12, que se difunde actualmente. En Curb, David interpreta una visión extrema y caricaturizada de sí mismo, un hombre quejoso y gruñón que detecta todo el tiempo incoherencias en la vida cotidiana que luego van creciendo en intensidad de conflicto como una bola de nieve. Su tipo de humor es tan particular que durante mucho tiempo se lo consideró un “cómico de cómicos”, un género de culto para una tribu selecta y una suerte de “laboratorio” de humor, porque en Curb el tono es crudo, se ven los hilos y los diálogos tienen un alto grado de improvisación.
“Es muy interesante analizar este tono de comicidad para indagar en lo que nos hace distintos como seres humanos frente a los avances de la inteligencia artificial”, plantea a LA NACION la inversora y tecnóloga Rebeca Hwang, que utiliza escenas de Curb en sus clases de innovación en Stanford y en la Universidad de Arizona.
“Lo que hace muy bien ChatGPT y la IAG (inteligencia artificial generativa), en general, es un promedio o agregado de la media de la población”, dice Hwang. ChatGPT tiene buen sentido del humor, pero es un humor promedio, “seguro”, que se mueve en el andarivel del “humor sano”, con cosas de las cuales se ríe la mayoría de las personas. Lo de Larry David, en cambio, siempre está al borde de que lo cancelen, con un tipo de humor corrosivo, fuera de la corrección política, lejos de un “promedio” y profundamente humano.
Por ejemplo, en los últimos episodios se ríe de los estereotipos de género y raciales, y a menudo termina con mujeres afroamericanas acusándolo de racista. “Yo lo veo como esos maestros-chef japoneses que hacen sushi con pez globo, y tienen una precisión milimétrica para cortarlo porque si no la comida se envenena. Es un tipo de intuición muy humana y difícil de replicar por la IA, al menos en el corto plazo”, agrega la ingeniera, que nació en Corea, pasó su infancia y adolescencia en la Argentina y actualmente vive en la costa oeste de los Estados Unidos.
Para Michelle Loewy, otra “larrydavidista de primera hora”, el cocreador de Seinfeld es lo más parecido a un buen microeconomista de economía del comportamiento, en el sentido de que tiene un ojo clínico para detectar inconsistencias en el comportamiento humano que el resto de los mortales no vemos, por lo acostumbrados que estamos a ellas. “Si hubiera que identificar un economista cercano a este mundo, en el primero que pienso es en Richard Thaler”, propone, en alusión al Nobel de Chicago y uno de los precursores en estudios micro de la economía de la conducta y las decisiones personales.
Enseñar sesgos
Loewy dice que la serie se puede usar para enseñar decenas de “sesgos”, empezando por el exceso de confianza de su propio protagonista, que siempre cree tener la razón, incluso cuando se acumula evidencia en contrario delante de sus narices. Curb también inspiró papers sobre teoría de los juegos y esquemas de incentivos, por ejemplo a partir de un capítulo en el que él hace una donación generosa a una fundación ambientalista y se entera de que su archiamigo-enemigo Ted Danson también donó, pero en forma anónima. Todos saben que fue Danson a pesar del carácter anónimo de su pago, lo felicitan por su humildad y esto vuelve loco a Larry David.
En una de las últimas ediciones de su newsletter Sat Post, Tring Phan bucea en “ocho lecciones” (una mejor que la otra) de Curb para la innovación y la generación de ideas. El énfasis en un humor muy personal y extremo, un tono propio sostenido contra viento y marea es una de las claves de su éxito, según Phan. En lo “no obvio” es donde hay menos competencia, un océano azul que es más fácil de describir ex post que de ejecutarlo de manera exitosa.
Las mejores ideas
Resuena aquí una frase de Paul Graham, gurú del emprendedorismo y fundador de Y Combinator: “Las mejores ideas de startups al principio parecen malas ideas. Si las buenas ideas fueran ‘obviamente buenas’, entonces alguien las habría hecho antes. Así que los fundadores exitosos tienden a trabajar en proyectos que muy poca gente alrededor se da cuenta de que son buenos. Lo que no está muy lejos de una descripción de ‘insanía mental’, hasta el punto en el que se empiezan a ver los resultados”.
Otra lección apuntada por Phan es que “la estructura y algunas limitaciones” (y el martillar con persistencia) generan creatividad de la buena. El guion de Curb deja espacio para la improvisación, pero bajo ciertas reglas muy estrictas que también tienen mucho que ver con la confianza entre los miembros del equipo y con ciertas pautas que funcionan como un mecanismo de relojería. Una versión en clave de comedia de la máxima de Dwight Eisenhower: “Los planes son inútiles, pero la planificación es indispensable”.
“Lo bueno atrae lo bueno” es otra enseñanza: en 25 años, Larry David se tomó pausas de hasta tres años, nunca nadie sabía si Curb volvía ni cuándo; cada actor y guionista en el medio desarrollaba su carrera, pero cuando la estrella avisaba que estaba listo, todo el equipo de actores, guionistas y productores se volvía a reunir sin dudas ni demora.
Todos estos ingredientes (confianza en el equipo, persistencia, apego a un tono personal) hacen que se amplíe la “superficie de interacción con la suerte”.
Como dice el refrán: “La suerte ocurre cuando la preparación se encuentra con una oportunidad”.
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