Adicción a los videojuegos
Los videojuegos, considerados un recurso lúdico de las nuevas tecnologías, han sido objeto de numerosos estudios y análisis tendientes a determinar sus pros y sus contras. Por un lado, representan un reto, ya que implican asimilar y retener información, realizar razonamientos inductivos y deductivos, construir y aplicar estrategias cognitivas de manera organizada y desarrollar habilidades psicomotrices para afrontar situaciones problemáticas que aparecen en la pantalla.
Por el otro, plantean el problema de su utilización abusiva, a tal punto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de incluir la adicción a los videojuegos en su lista actualizada de enfermedades, en el apartado de desórdenes mentales. Esa incorporación forma parte de la 11a Clasificación Internacional de Enfermedades del organismo (ICD-11), que se elabora con datos de más de 90 países y es utilizada por los profesionales de la salud para estandarizar su labor.
Los niños o adolescentes que les dedican más tiempo a la computadora y a dispositivos móviles se ven inmersos en un mundo electrónico que los aleja del real. Si, además, prefieren juegos violentos, pueden aumentar su agresividad y desensibilizarse frente al sufrimiento propio y el de los demás. Estudios de investigadores señalan que las imágenes violentas de los videojuegos aumentan el riesgo de que los jóvenes usuarios se vuelvan más agresivos y sean perturbados emocionalmente.
Según datos recopilados por Newzoo, consultora especializada en el rubro, hay tres millones de jugadores en el mundo, cifra alcanzada luego de la pandemia cuando la demanda por entretenimiento puertas adentro se incrementó en el 5,3%. Esta industria generó más de 180 millones de dólares a nivel global durante 2021 y se estima que para 2024 los videojuegos generarían más de 218 millones de dólares.
La Asociación de Deportes Electromecánicos de la Argentina calcula que hay en el país más de 19 millones de jugadores, en tanto que un estudio de Google, entre 516 padres de niños y adolescentes, de 5 a 17 años, reveló que el 24% de las familias argentinas afirmó que sus hijos pasan más de seis horas diarias en el mundo digital. El 72% comentó que sus hijos dedican entre una y seis horas a internet.
Entre los múltiples síntomas de una posible adicción a los videojuegos figuran un estado de nerviosismo y ansiedad constantes, aislamiento y desconexión del entorno, irritabilidad, sedentarismo, pérdida del sueño, pautas alimentarias inapropiadas, baja tolerancia a la frustración, dificultad para gestionar emociones o sentimientos, depresión y problemas escolares como acoso o bullying.
Sin dejar de lado la necesidad de acudir a profesionales de la salud, la familia constituye la primera barrera de prevención. Son los adultos a cargo quienes deben buscar actividades paralelas y no permitir que el videojuego interfiera en la salud de los más jóvenes, fijándoles horarios para usar las pantallas, no dándoles dispositivos antes de tiempo y estando alertas ante los primeros síntomas.