El "ministro guerrero" obsesionado por la paz
BOGOTÁ.-El presidente colombiano Juan Manuel Santos, de 65 años, apostó todo su capital político para intentar poner fin a medio siglo de guerra civil en Colombia, un sueño inconcluso que recibió ayer el espaldarazo del premio Nobel de la Paz.
El Comité Nobel noruego atribuyó su influyente galardón a este incansable defensor del camino negociador, que dice no querer claudicar en su meta a pesar del resultado negativo del plebiscito a que sometió su propuesta de paz. "Seguiré buscando la paz hasta el último minuto de mi mandato porque ese es el camino para dejarles un mejor país a nuestros hijos", dijo el domingo tras la bofetada del veredicto popular.
La paz con las FARC, la mayor y más antigua guerrilla de América, "requería coraje, audacia, perseverancia y mucha estrategia: las cualidades y fortalezas de Santos", dijo Mauricio Rodríguez, su cuñado y consejero desde hace más de 20 años.
Bogotano proveniente de una familia de alcurnia, Santos puede ahora valerse del prestigio del Nobel para buscar revivir su esfuerzo de pacificación a través de la salida negociada.
Como periodista ganó el premio Rey de España con unas crónicas sobre la revolución sandinista en Nicaragua. Ese trabajo "nos marcó profundamente a ambos", ha dicho el presidente sobre la investigación que realizó con su hermano Enrique, también clave en el proceso de paz con las FARC que se instaló formalmente en 2012, pero se inició confidencialmente apenas Santos asumió su primer mandato en 2010.
Para cuando llegó a la Casa de Nariño, este político que se autodefine de "extremo centro" ya había perseguido con implacable crudeza a las FARC como ministro de Defensa de su predecesor Álvaro Uribe y, tras descabezar a su cúpula, se alistaba para dialogar desde una posición de fuerza. Fue el cerebro de los operativos en los que murieron los líderes guerrilleros Raúl Reyes y Alfonso Cano, y de la operación de rescate de Ingrid Betancourt.
Hizo la guerra para alcanzar la paz, han señalado analistas. Pero su viraje le costó no pocas críticas como "traidor" a la doctrina de mano dura de Uribe, que desde entonces es su más feroz opositor.
La recompensa llega como bastante más que un premio consuelo en momentos en que el presidente debilitado busca una salida para la reconciliación de Colombia.
"Inmensamente racional", según sus más allegados, el hombre que sigue decidido a lograr la paz de Colombia, ha sido cuestionado por su imagen de frialdad, falta de carisma y escasas dotes de comunicador.
Pero nada parece detenerlo: suele madrugar y trasnochar. Superó un cáncer de próstata en 2012 y se sometió en 2013 a una cirugía para levantar sus párpados y mejorar su visión. Admirador de Winston Churchill, Franklin D. Roosevelt y Nelson Mandela, lector voraz y declarado cinéfilo, Santos ha dicho que su verdadera fortaleza proviene de la familia que fundó en 1988 con María Clemencia Rodríguez, "Tutina", madre de sus tres hijos. Son "mis Santos", afirma.
Para muchos su obstinación de pragmático contumaz y su fama de político "hábil" allanarán sin duda el camino en esta nueva etapa.
"Santos no es un jugador de póquer como dicen. Es un jugador de bridge", comentó alguien que conoce bien al presidente. "Y en el bridge no siempre gana quien tiene la mejor mano."
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