En Mosul, el anuncio no alteró la ofensiva
Mientras los civiles iraquíes desconfían de la muerte de Al-Baghdadi, los militares mantienen sus planes
MOSUL, Irak.- Tantas veces fue anunciada ya la posible muerte del líder del grupo jihadista Estado Islámico (EI), Abu Bakr al-Baghdadi, que en Irak apenas se prestó atención al nuevo anuncio, esta vez del Ministerio de Defensa ruso.
"Lo leí en las noticias esta mañana [por ayer], pero no creo que esté muerto", dice a LA NACION Khattab, de 25 años, que trabaja en un célebre restaurante de la ciudad iraquí de Mosul, "La bella dama". El establecimiento sufrió un atentado suicida en febrero pasado, en el que cuatro personas murieron, incluido el dueño.
"Todos lo quieren muerto. No solamente yo. Al-Baghdadi destruyó nuestro futuro. Mató a mucha gente, a muchos inocentes", dice Khattab. Pero como muchos iraquíes duda sobre la veracidad del anuncio ruso. "Yo creo que está vivo. Y que se esconde bajo tierra como lo hizo Saddam Hussein", añade, y ríe con ganas.
En Irak y Siria -en cuyos territorios EI proclamó su califato- la gente bromea seguido sobre las decenas de vidas que parece tener el esquivo líder del grupo islamista. Hace sólo unos días, el 10 de junio pasado, los medios sirios anunciaron también que Al-Baghdadi había caído bajo la artillería de las fuerzas del presidente sirio, Bashar al-Assad.
La nueva posible muerte de Al-Baghdadi tampoco tuvo mucho eco en el frente de Mosul, donde el ejército iraquí libra una encarnizada batalla contra los jihadistas para recuperar por completo la segunda ciudad en población de Irak. EI controla ahora apenas el casco histórico, donde en unos pocos kilómetros cuadrados viven -según estimaciones de Naciones Unidas que varían mucho- entre 100.000 y 180.000 civiles.
Fue en Mosul donde Al-Baghdadi declaró la creación del califato de EI, en junio de 2014. "Yo soy el líder que preside sobre ustedes", dijo entonces desde el balcón interno de la Gran Mezquita al-Nuri. "Dios dio a los hermanos mujahidines la victoria luego de largos años de jihad y paciencia... hasta que declararon el califato y pusieron al califa en su cargo."
El ejército iraquí busca retomar la Gran Mezquita, todavía en la zona controlada por EI, pero a sólo unos cientos de metros del frente. Los jihadistas, se cree, posicionaron a decenas de sus combatientes y francotiradores en el templo. El valor simbólico de la mezquita es muy alto para ambos bandos. Tanto como lo es la posible muerte de Al-Baghdadi, que en el campo de batalla no tendría un fuerte impacto, pero sería un revés fuertísimo para la moral de los combatientes de EI. Aquí nadie duda que su lucha por Mosul está perdida, pero el desafío es cuán rápido llegará la derrota de los jihadistas, de la que depende la vida de los miles de civiles atrapados en el conflicto.
"La muerte de Al-Baghdadi no cambiaría nada", señala a LA NACION Raed, un oficial de la División Dorada, como se conoce a las fuerzas especiales iraquíes responsables de gran parte de las victorias sobre los jihadistas.
"No cambiaría nada para nosotros, ni tampoco para EI. Ellos están rodeados en la parte vieja de la ciudad. Tienen sólo dos opciones: o se rinden o mueren", afirma Raed, sin mostrar mayor interés sobre cuándo podría confirmarse la versión rusa sobre la vida de Al-Baghdadi.
El anuncio tampoco altera los movimientos del ejército iraquí que se prepara, según dicen por lo bajo fuentes cercanas al operativo, a lanzar esta semana la ofensiva final para retomar el casco histórico de la ciudad. Si el ataque resultara exitoso, Mosul quedaría nuevamente bajo el control del gobierno de Bagdad antes del final del Ramadán, el mes sagrado para los musulmanes, que termina el 24 de junio próximo. Todo dependerá de la convicción con que lucharán los fieles de Al-Baghdadi.
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