Padre e hijo fueron a pescar y capturaron un pez más antiguo que los dinosaurios
Keith Dees y su hijo Huntley tuvieron una extensa lucha con el pez de agua para subirlo al bote; cómo terminó la historia
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Keith Dees y su hijo Huntley fueron los protagonistas de un insólito hecho mientras pescaban en Alabama, Estados Unidos, en noviembre del año pasado. Las imágenes, el tamaño y la historia del pez sorprendieron a más de uno.
Padre e hijo hicieron su viaje de pesca anual de Acción de Gracias en Mobile-Tensaw Delta, Alabama, lugar al que estaban acostumbrados a ir.

Aquel día lograron pescar algunas gallinetas nórdicas y lubinas; sin embargo, en un momento de la mañana, lanzó la caña y tuvo una importante lucha que duró más de dos horas para capturar un gigantesco pescado.
En su cuenta personal de Facebook, Keith Dees explicó cómo se dio: “Alrededor de las 11:30 decidimos pescar en un lugar más. Hice un lanzamiento y aproximadamente a la mitad del camino de regreso al bote, mi chatterbait se aflojó”.

“Me tambaleé lo más rápido que pude, lo agarré justo antes de ver un gran pez nadando junto a mi motor de arrastre. No tenía idea de qué era hasta que salió a la superficie después de unos 30 minutos”, continuó.
“Nos reíamos y bromeábamos sobre lo que tenía”, expresó en diálogo con Outdoor Alabama y agregó: “Entonces pensé que podría ser un gran tambor negro”. No obstante, no se trató ni de un tambor o una gallineta nórdica, sino de un catán (Atractosteus spatula).
El pez de 280 centímetros de largo y de agua dulce, de aspecto amenazante parecido a la de un cocodrilo, es un pejelagarto que posee doble fila de dientes en su maxilar superior para alimentarse de peces, crustáceos, tortugas, aves acuáticas y pequeños mamíferos.
Su especie data de hace más de 10 millones de años, es decir, 35 millones antes de que se extinguieran los últimos dinosaurios. En América del Norte se los conoce como “fósiles vivientes” por conservar algunas de las características de sus ancestros prehistóricos.
A Keith Dees le tomó más de dos horas luchar con este pejelagarto narigudo para llevarlo al bote. Para evitar que se rompa la caña de tanto forcejeo, su hijo lo asistió con lograr atrapar la cabeza con una cuerda y trasladarlo al bote.
“Cuando golpeó el bote, sonreímos como dos niños de colegio, como si nadie fuera a creer que esto sucedió”, manifestó el pescador.
El pejelagarto fue pesado en el Orange Beach Marina y terminó con un total 162 libras, lo que se transformó en un récord de Alabama, ya que el anterior era de 11 libras.

“Cuando surgió, sabía que era algo importante, pero ni remotamente sabía que era un récord estatal. Eso nunca se me pasó por la cabeza”, concluyó el pescador.
Por último padre e hijo tuvieron que hacer un llamado para verificar si podían quedarse con el pescado, que tenía planeado comer, y le dieron el permiso.
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