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Ocurrió un día caluroso de diciembre. Recién atropellada, esperaba un triste destino mientras los médicos se debatían qué sería lo mejor para ella. El diagnóstico: fractura de columna. El pronóstico: una compleja cirugía y largos meses de fisioterapia y rehabilitación para poder recuperar la marcha medular y el movimiento de las patas traseras.
Ante la mirada de la joven perrita que lloraba de dolor, quienes la habían rescatado decidieron que no podrían afrontar ese largo camino y tomaron la decisión de sacrificarla. Pero el destino tenía otros planes para ella y fue en ese preciso momento en el que comenzó una historia de amor y resiliencia.
“El tiempo corría en contra”
“El tiempo corría en contra. Con cada minuto que pasaba que Magui no hacía su tratamiento, las posibilidades de volver a caminar se iban disolviendo. Pero para eso necesitábamos un tránsito, alguien que pudiera brindar un hogar para que ella se recuperara. No encontrábamos tránsitos ni pensionados por ningún lado. Nos quedamos con la perra inválida en la calle. Y ahí apareció Alejandra quien la pensiona hace más de un año en lo que llamamos el pequeño palacio, porque Magui es una reina y toda reina necesita un palacio”, recuerda Rocío, voluntaria de Rescatando Peluditos Bs. As, un grupo que rescata animales víctimas del abandono y del maltrato y los que sobreviven en la calle y a tutores irresponsables.
Después de varias operaciones, incontables sesiones de fisioterapia, ejercicios y mucha fuerza de voluntad, Magui no volvió a caminar con sus patitas traseras. Esa nueva realidad lamentablemente le trajo algunas complicaciones de salud como infecciones urinarias frecuentes -usa pañales porque no controla esfínteres-, “aunque ella es muy inteligente y cuando quiere hacer caca va al patio y se saca el pañal sola”.
“Tiene chofer y ama las naranjas”
Por indicación de su fisiatra, Magui tiene sesiones cada tres semanas: el objetivo es que sus músculos no se atrofien. “Y esto es posible gracias a que cuenta con un grupo de madrinas y padrinos hermoso que nunca le soltaron la pata y ayudan económicamente para poder afrontar sus gastos: terapias, alimento, remedios, pensionado, análisis y un chofer especial para ella sola, Héctor, quien la pasa a buscar para ir donde necesite”.
La perrita es muy amada y mimada. Las madrinas le llevan comida casera, naranjas -porque Magui es fan de ese cítrico- y la sacan a pasear. “Como creemos que el cielo es el límite, con mucho esfuerzo le pudimos comprar su carrito. Y como toda reina, ella tiene su nave color rosa. Hay que estar en buen estado físico para seguirle el ritmo, le encanta correr”.
Magui tiene aproximadamente tres años, está castrada, vacunada, desparasitada y se lleva de maravillas con todo ser que se cruce con ella. Es súper buena compañera. Cada vez que llega un animal nuevo al pensionado donde vive, ella es la primera en darle la bienvenida, le lleva sus juguetes y le comparte su comida. Es fan de la estufa en invierno y ama dormir tapada con su mantilla y su almohadón desde ya. “Ella es especial. Es un ángel que bajó a la tierra para enseñarnos. Y tenemos pruebas de que es un ángel porque tiene sus alas dibujadas por su pelaje en el lomo”.
“Ojalá la puedan ver con los ojos del corazón”
Magui está en adopción. Y aunque quienes la acompañan desde ese día en que iba a ser sacrificada saben que las probabilidades de que la elijan son mínimas, no pierden las esperanzas. Claro está que Magui no es un cachorro y tiene una discapacidad física, condiciones que juegan en contra cuando alguien se muestra interesado en sumar un miembro a su familia. “Ojalá las personas puedan ver con los ojos del corazón y no elegir por razas, tamaños, colores o edades”, dice Rocío.
Rescatando Peluditos no tiene espacio físico donde alojar a los animales que rescata, depende de tránsitos o pensionados primero para poder sacarlos de la calle y, en una segunda instancia, depende de las adopciones para poder tomar casos nuevos. También dependen, como todos los refugios, de que las adopciones sean a conciencia y para toda la vida. La ayuda económica, las donaciones de mantas, remedios, alimentos e insumos son otras de las patas de la altruista tarea que hacen a pulmón día a día.
El Día Internacional del Animal sin Hogar -que se conmemora el tercer sábado de agosto- pone en relieve la urgente necesidad de enfrentar la problemática de los animales en situación de calle en Argentina. Desde el programa Purina Adopta subrayan la importancia de la adopción, la esterilización y el compromiso con la tenencia responsable. Cada adopción no solo ofrece una nueva oportunidad a estos animales, sino que también enriquece la vida de quienes los reciben. A través de esfuerzos colectivos, se puede reducir la cantidad de mascotas sin hogar y asegurarles un futuro lleno de cuidado y amor.
“Hace más de 40 años que rescato animales pero es la primera vez que convivo con una perrita discapacitada. Magui es mágica, es un ejemplo. Alguna mañana que me despierto con dolor físico o triste, la miro y lo primero que pienso es ¿de qué me voy a quejar? Magui es un ejemplo de lucha, de vida, de supervivencia, de felicidad. Es una agradecida. Es un personaje al que amo con toda mi alma, al que respeto y admiro con todo mi ser. Todos los días me enseña algo. Cuando le toca su cambio de pañal o sus ejercicios motores cantamos juntas. Magui es un ser especial no solo físicamente, es un ser especial espiritual y mental. Mi bella y eterna Maguilú, mi pitbull con alas. Ojalá todos tuvieran el privilegio de conocer lo fabulosa que sos”.
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