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Es una porción de París en Buenos Aires. La silueta del Museo Nacional de Arte Decorativo se destaca en plena Av del Libertador, muy cerca de la Embajada de Chile. Esta importante residencia tiene mucho que ver con el país vecino puesto que su propietario, Matías Errázuriz, era chileno y Encargado de Negocios de su país.
Ejerció ese cargo primero en Buenos Aires, donde en 1897, se casó con Josefina de Alvear, nieta de Carlos María de Alvear y sobrina de Torcuato de Alvear, intendente de la ciudad de Buenos Aires, y prima del Marcelo T. de Alvear, presidente electo en 1922.
Más tarde, cuando ambos proyectaron la construcción de la residencia familiar –que habitaron entre 1918 y 1936– encargaron al arquitecto estrella del momento, el francés René Sergent, que en el lugar hubiera tres grandes paredes y once metros de altura para exponer los tapices flamencos del siglo XVI que traerían de París. Las tres magníficas piezas pueden verse hasta hoy al ingresar al gran hall del Palacio Errázuriz Alvear, y son solo un ejemplo entre cientos de piezas de arte que sorprenden en este edificio.
Se trata de una de las grandes mansiones argentinas de principios del siglo XX, el mejor exponente de la vivienda opulenta argentina de referencia neoclásica francesa. El matrimonio venía de vivir diez años en Francia, ya que Errázuriz fue destinado luego a París. Eran tiempos de la Belle Époque, la vida social era intensa y en ese tiempo se convirtieron en coleccionistas de arte y empezaron a adquirir pinturas, tapices, esculturas y muebles de arte decorativo, vajillas y piezas de arte oriental de China, Japón e India.
La construcción de la casa tuvo lugar en un lote sobre la avenida Alvear, que tomaba el apellido del ilustre abuelo de Josefina –en 1950 pasó a ser la Avenida Del Libertador– y se lo recuerda como el último de los palacios de este nivel de opulencia que haya sido vivienda familiar y centro de reunión política y social.
El edificio cuenta con 4.300 m2 y está distribuido en cuatro plantas. "Abajo vivía la familia de cuatro, y en la planta superior, había 32 personas que hacían las veces de mayordomo, ama de llaves, cocinera, niñera, niñero; hoy el lugar permite conocer detalles sobre el estilo de vida que llevaban los Errázuriz Alvear y sus dos hijos. A la distancia, el edificio es como el último de los mohicanos, el último que resistió a su época", explica Martín Marcos, arquitecto, docente y director del Museo Nacional de Arte Decorativo, quien llegó en 2017 a renovar la propuesta de un centro de arte que ofrece muestras permanentes, exhibiciones temporarias, visitas guiadas y actividades que abren un diálogo entre el arte del pasado y el presente.
"Matías Errázuriz protagonizó un cambio de época; fue un hombre a caballo entre un mundo que se terminaba y que ya no era sustentable y otro moderno, que estaba naciendo. Era un hombre curioso y culto que supo conectarse con grandes personalidades. Cuando Le Corbusier fue invitado por Victoria Ocampo y la Revista Sur a Buenos Aires, Errázuriz tomó contacto con él, y luego le encargaría el proyecto de su casa de veraneo en Zapallar, Chile".
Entre las joyas de la casa, está reloj de bronce que perteneció a Luis XVI y a María Antonieta, las miniaturas europeas de los siglos XVI al XX, un óleo sobre tela de El Greco y La eterna primavera, escultura de Auguste Rodin, con quien Errázuriz mantuvo fluida comunicación cuando el francés era ya un artista consagrado y. en términos económicos, casi inaccesible.
La influencia de Madame
Si en el palacio hay un ambiente que recuerda el escritorio de Matías Errázuriz –revestido por una importante boiserie de roble en estilo Luis XVI– a la derecha también está el Salón de Madame, donde Josefina recibía amistades y organizaba bailes. La decoración de todos los ambientes fue encargada a decoradores de moda (Arlhian, Hoenstchel, Nelson o Sert) y este salón fue ambientado con inspiración romántica.
"En términos de jerarquía, el rol de Josefina como señora de la casa fue muy importante; su presencia y mirada se perciben en los espacios y en la conformación de la colección de arte. A Josefina Alvear, en la historia de la casa hay que ubicarla en su justa dimensión", asegura Marcos. Hoy la señora que aparece con imponente vestido rojo en un cuadro firmado por el español Joaquín Sorolla, y que fue retratada por otros grandes de la época como el italiano Giovanni Boldini, da su apellido al nombre del museo. "Era una persona extremadamente refinada, su voz tenía peso en las discusiones y desde hace un tiempo, el Museo dejó de llamarse solamente Errázuriz para llamarse Errázuriz Alvear".
El año pasado se inició un proceso de restauración del vestidor y el baño de Josefina, donde durante años estuvieron las oficinas de la administración del museo. En palabras del director del edificio, "un lugar de gran significación patrimonial, con estilo pompeyano, un ambiente bellísimo que los restauradores están poniendo en valor".
Al fallecer Josefina Alvear, en 1935, la casa se volvió triste, y Matías y sus hijos ofrecieron al Estado argentino la posibilidad de comprarla, con la condición de que se abriera un Museo Nacional de Arte Decorativo. Su deseo se materializó en 1937, para orgullo de los porteños.
Museo Nacional de Arte Decorativo Av. del Libertador 1902, CABA. T: (011) 4801-8248/ 4806-8306. De martes a domingo de 12.30 a 19.