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"Me duele todo": por qué sucede y cómo mejorar el malestar corporal




Cuántas veces cerraste el día laboral y sentías que te dolía hasta el dedo chiquito del pie. O te levantaste toda tan dura que ni sabías por dónde empezar. El cuerpo es como un depósito para los pensamientos y emociones. Si no les prestamos atención, pueden generar cansancio, decaimiento y dolor. Como vivimos a mil, no atendemos a las primeras señales y así puede volverse un dolor generalizado y generarte también mal humor. Hoy revisamos qué significa esta expresión tan general de "Me duele todo" y qué hay detrás de ella. ¿Es verdad que nos duele todo o nos quedamos en la queja sin hacer foco en lo que de verdad nos pasa?

Me duele ¿todo?

Si sentís que te duele todo, lo primero es descartar con un médico clínico que no haya ninguna enfermedad detrás. La fibromialgia, caracterizada por dolor muscular y de articulaciones, o la reumatitis pueden traer aparejada esta sensación. Pero si lo orgánico está bien, es hora de que te preguntes qué es lo que pasa.
¿Te pasó alguna vez que te molestaba la cintura pero te fuiste de vacaciones e hiciste mil caminatas sin dolor? ¿O te duele la espalda toda la semana pero llega el finde y en el boliche se te pasa? El cuerpo tiene dos programas: adrenalina-estrés vs. endorfinas-bienestar. Cuando estás bajo una situación de estrés, el cuerpo entra en estado de alerta y se prepara para la lucha o la huida. Esto libera al torrente sanguíneo hormonas como la adrenalina y el cortisol. Pero al no haber una pelea o huida real, se acumulan en los músculos y generan tensión. En cambio, cuando estamos de vacaciones, relajadas o con una actividad placentera, se liberan endorfinas que dan sensación de bienestar y los dolores desaparecen. Después de un partido de fútbol, el equipo ganador no percibe los dolores, mientras que el perdedor siente todo.
A grandes rasgos, podemos decir que hay dolores psíquicos y físicos, que no siempre se distinguen entre sí. El cansancio, el estrés o una situación de malestar pueden generar esta sensación de "me duele todo". La psicoanalista Cynthia Szewach explica que esta molestia es un estado que intenta comunicar algo: el cuerpo porta su historia, sus marcas, sus recuerdos, sus fatigas, y lo manifiesta con sensaciones corporales difusas al no encontrar lo que afecta a nivel emocional.
El dolor es un llamado de atención que da el cuerpo para decirte "pará la máquina". Si tapamos el síntoma con un analgésico o nos quejamos, pero no hacemos nada, solo empeorará

Cortá la queja

La queja puede ser una manera de expresar el dolor y la molestia. Pero también, quejarnos es una forma de escondernos, en lugar de afrontar el problema que nos preocupa. Es más fácil quedarse en esa zona de confort que hacerse cargo de la situación. Y ahí entrás en un círculo vicioso de: más me quejo, menos ganas tengo de ocuparme y más me duele.
Incluso, la queja hace que estemos más pendientes del dolor. Por eso, si no identificás de dónde viene el malestar, lo mejor es hablar en un espacio propicio sobre esa molestia para que se pueda aliviar esa sensación agobiante.
El dolor es un llamado de atención que da el cuerpo para decirte "pará la máquina". Si tapamos el síntoma con un analgésico o nos quejamos, pero no hacemos nada, solo empeorará. Hay que tomar el dolor como un maestro, una señal de alerta, como la luz de ‘poca nafta’ o ‘bajo aceite’ del auto.

Escuchá a tu cuerpo

El cuerpo habla de muchas formas. Empieza con mini señales a las que, generalmente, no les prestamos atención hasta que son tan manifiestas que es imposible desatenderlas. Lo no dicho se acumula en la garganta; los miedos, el exceso de preocupaciones y mandatos se acumulan en la cintura, espalda, hombros y cuello. Todas estas situaciones generan toxinas y, si sumás otros factores como la falta de actividad física, el estrés, la mala alimentación o mal descanso, es lógico que el dolor se exacerbe.
A veces, basta con frenar y descansar. Por eso, para cortar con el loop de dolor y queja, lo primero es darte el espacio para identificar qué es lo que duele exactamente. Con eso, podés elegir actividades específicas que te ayuden a mejorar. Ya sea con una clase de yoga o un baño de inmersión, es fundamental darte el tiempo para atender al cuerpo. •

Actividades para salir del dolor y la queja

  • Tomate 5 minutos. Cuando te despertás, o después de estar muchas horas sentada, date tiempo para reconectarte con tu cuerpo mediante respiraciones profundas y estiramientos. Podés hacer una pequeña meditación o salir a tomar aire fresco.
  • Realizá actividad física. Incorporarla a la rutina es una buena forma para evitar el dolor. Lo más importante es que sea una actividad física que disfrutes (¡no importa la que sea!). Si es con placer, vas a poder sostenerla en el tiempo.
  • Atendé a la mente. Al prestarle atención, también nos ocupamos de nuestro cuerpo. La práctica de meditación, mindfulness o pranayamas resulta muy beneficiosa y es igual de importante que la actividad física para sentirse bien.

¿Qué te dice tu cuerpo?

En La enfermedad como camino, Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke estudiaron los síntomas físicos como manifestaciones de conflictos psíquicos. Los mensajes del cuerpo pueden ser reveladores:
  • Los problemas estomacales hablan sobre disgustos no expresados.
  • El dolor de cabeza indica que nuestro modo de pensar no va por el camino correcto.
  • El dolor lumbar y el de ciática revelan una sobrecarga de exigencias.
  • Los problemas en la vista nos dicen mucho sobre lo que no queremos afrontar.
Expertos consultados: Cynthia Szewach. Psicoanalista. Yamila Bellsola. Kinesióloga y profesora de yoga. Francisco Dayan. Médico fisiatra.

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