Eleanor Marx, la heroína de su propia novela romántica
Fue siempre tan inteligente, tan racional y tan vanguardista, que cuesta creer que además era una chica romántica. Eleanor Marx puso fin a su vida voluntariamente cuando tenía 43 años, en 1898. Eso se dijo siempre, algo así como que de tanto leer, terminó siendo la heroína de una de esas novelas que la capturaban. El primer análisis entonces fue que lo hizo por amor, bah, por decepción amorosa, cuando supo que el hombre que amaba se había casado con otra mujer, una actriz jovencita, a escondidas. Sin embargo, son muchos los que aún sospechan del caballero en cuestión y dicen que tal vez no, que tal vez Eleanor no se suicidó tomando ácido prúsico, sino que fue el mismo Edward Aveling, su ambicioso compañero durante 14 años, quien la asesinó. Entre quienes dudan de esas últimas horas finales de la hija menor de Karl Marx está Rachel Holmes, autora de una celebrada biografía que se publicó recientemente en inglés.
El autor de El capital y su esposa Jenny fueron padres de 7 hijos de los cuales sólo llegaron a adultos tres mujeres, entre ellas, Eleanor -cuyo apodo familiar fue siempre Tussy-, quien no sólo respiró materialismo histórico desde la cuna, sino que se convirtió en la imprescindible asistente de su padre y la gran difusora de su legado. Confiaba tanto en él que fue capaz de terminar su relación con su primer amor, Prosper-Olivier Lissagaray, autor de Historia de la comuna de 1871, porque él no la aprobaba. Sin embargo, Tussy fue mucho más que eso, ya que se convirtió en una pionera del feminismo socialista y difusora de las ideas de igualdad y justicia social en tiempos en que en Gran Bretaña grandes mayorías vivían hacinadas y sin derechos laborales y aún no votaban ni los obreros, ni las mujeres, ni los pobres.
Le gustaban los gatos, los chistes y el champagne. Amaba la literatura y los idiomas. Pero por sobre todo, llevaba la política en la sangre. Muy pronto Eleanor comprendió que había mucho por hacer y mucha gente por convencer. Su labor como activista la hacía viajar sin cesar: acompañaba cada protesta obrera y tenía gran facilidad de palabra, de modo que podía sin problemas enfrentarse a 100.000 personas en Hyde Park y dar un discurso en plena huelga portuaria, como hizo en 1889. La identificación de ella con su padre y de él con ella era tal que Marx llegó a decir "Eleanor soy yo", curiosa coincidencia ya que Eleanor fue la primera traductora al inglés de Madame Bovary, la novela de Flaubert, quien al referirse a su composición más famosa llegó a decir: "Madame Bovary c'est moi". También fue la primera traductora al inglés de las obras del noruego Henrik Ibsen.
Tenía 27 años cuando conoció a Aveling, profesor de biología, discípulo de Darwin, charlatán con veleidades de librepensador. Enseguida se fueron a vivir juntos aunque no se casaron: él mintió diciendo que no podía hacerlo porque era casado y separado; en realidad era viudo y mujeriego. Acompañó a Eleanor a la manera de un agente solícito y respetuoso, pero lo que le interesaba era la buena vida. Poco a poco se fue apropiando de su dinero, desaparecía argumentando problemas de salud y la búsqueda de cura en el extranjero, aunque todos sabían de sus romances con otras mujeres. Eleanor eligió no ver hasta que no tuvo más remedio; fue cuando supo que él se había casado con otra mujer. Y ahí llega el veneno, y ahí llega la muerte: ¿la mató él? Depresión, dijo Aveling, quien sin ningún remordimiento aprovechó hasta el último peso, "respetando" la voluntad de la infeliz Tussy en el testamento que no llegó a cambiar y que nadie pudo impugnar.
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